LIBROS
Anne Sexton, palabras como piedras
La actualidad de la poesía de Anne Sexton es absoluta: nada de ella ha perdido hoy vigencia. En su «Poesía completa» se vierte la angustia que la obsesiona y que recorre su conciencia
Dentro de la poesía escrita por mujeres en la segunda mitad del siglo XX, Anne Sexton (1928-1974) ocupa un espacio propio que la distingue de todas las demás. «Su don –como dijo Lowell– fue poner en palabras el drama de su personalidad.» Y es ese drama el que se transparenta en toda su escritura, introduciendo en ella esa magia lingüística que la recorre y que no se detiene en su, por otra parte, extraordinaria perfección formal, sino que la desborda tanto por la incorporación de temas tenidos antes por tabú como por un singularísimo esfuerzo por labrar el contenido de la imagen hasta hacer de esta un espejo de su autobiografía y c onvertir en materia poética todos los fantasmas de su vida y su mundo personal.
Sus poemas son –y así lo dice en su segundo libro, «Todos mis seres queridos»– «la riña de la lengua, / el potaje del mundo , la estrella de la rata». Y, aunque su «oficio son las palabras» y en ellas busca el modo de salvarse, la suya es más una lírica de la tragedia que una lírica de la salvación. Por eso escupe «palabras como piedras» y, cuando habla, se asusta de su propia voz .
El sentimiento de culpa
Su poesía confesional –en la que no falta un claro componente religioso– se objetiva en dos formas poéticas que unas veces separa y que otras combina: la elegía y la epístola , que informan la base de todo su decir, y con las que ella continuamente experimenta, haciendo que el proceso creativo nunca se vea limitado ni por la preceptiva ni por las reglas sociales ni por la convención.
En su poesía abundan las enfermeras, los manicomios, los quirófanos, las pastillasTodo ello da a su obra ese rasgo de rebeldía que tanto admiramos en ella, que quiso ser «an American female poet» y que lo logró, tematizando líricamente a la mujer en sus más secretos momentos. Algo que molestó a una parte del público y de la crítica, que se ensañó con ella, pero que le atrajo la admiración y el apoyo de otros.
No hubo, pues, en ella otro malditismo que el que su propia conciencia –y un exagerado sentimiento cristiano de la culpa– le infundió. De ahí procede esa angustia que la obsesiona y la recorre, y a la que no es ajena la vida familiar, su relación con sus progenitores, el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial vivida desde la retaguardia y ese lado oscuro del sueño americano, que ella en su vida y su obra tan bien encarnará.
Vivir no fue fácil
En su poesía –como en la de los tardomodernistas hispanoamericanos y españoles, y en la de los expresionistas alemanes, que es donde este rasgo se originó– abundan las enfermeras, los manicomios, los quirófanos, las pastillas, las inyecciones y los hospitales, que objetivan una imagen clara del dolor . Anne Sexton los visitó bastante: podríamos decir que formaron parte de su vida. Por eso los poetizó. Y lo hizo de un modo que podría definirse como trascendente, porque es así –como trascendencia– como ella entendió y asumió el dolor.
Sus temas se reducen a uno solo: la dificultad de ser mujerVivir no le fue fácil. No me refiero a las necesidades materiales, que tuvo siempre cubiertas porque nació en un hogar burgués , cuyas contradicciones describe en no pocos de sus poemas, sino a esa imposibilidad de ser ella misma, sin dejar de cumplir a la vez los ritos y compromisos que la vida en sociedad impone. Es ese contraste el que marca su personalidad y lo que convierte su vivir en una fuente de conflictos. Y son estos conflictos lo que sus poemas clarifican y exponen.
Sus temas se reducen a uno solo, que es el que los genera a todos: la dificultad de ser mujer. La actualidad de su poesía es absoluta: nada de ella ha perdido hoy vigencia y, aunque las circunstancias hayan cambiado algo, su obra es un ejemplo de ese «sentido del orden» al que su autora tanto aspiró y al que solo pudo acceder decidiendo su muerte.
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