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ARTE

Rosalía Banet en Twin Gallery: «Nos estamos devorando con una gran sonrisa»

«Cartografías del dolor», de Rosalía Banet, exhibe mapas de los países ricos y pobres: unos están hechos por estómagos inflados y los otros de piel. Sobre la inquietud, sobre la fragilidad y sobre su trayectoria nos habla en esta entrevista

Rosalía Banet en Twin Gallery: «Nos estamos devorando con una gran sonrisa» ignacio gil

PALOMA TORRES

La pequeña Twin Gallery tiene los techos altos, así que las piezas se elevan por encima de la cabeza del visitante, que se siente rodeado por los mapas de Rosalía Banet . Países pobres y países ricos, unos hechos de piel y los otros de abultados estómagos negros. De un modo extraño duele esta «Cartografía del dolor», donde la artista comparece más sobria y desnuda. Ha abandonado a los personajes que poblaban sus obras anteriores y la estética «infantil». Los temas son los mismos, obsesiones perennes: el desasosiego, la injusticia, la fragilidad... y el cuerpo como herramienta.

«Mi voz es suave, pero contundente»Al fondo, frente a la puerta de la galería, una pantalla minúscula presenta el vídeo «Doble erosión»: un lavabo, el agua cayendo del grifo y las manos de la artista que frotan dos pequeños jabones: uno con forma de corazón y otro con aspecto de cerebro. Van destruyéndose poco a poco y en silencio. De pronto, se escuchan unas campanas y son campanas a un muerto. Fue un sonido casual, que se coló por la ventana mientras Rosalía Banet grababa. Ella lo aceptó y lo incorporó. Esta artista menuda y de maneras delicadas y suaves cree que hay que saber permanecer alerta, abierto. De un modo u otro, su obra enfrenta siempre lo espinoso.

¿Cómo definiría su voz?

Suave pero contundente. Yo creo que siempre he tenido un compromiso social, pero mi manera de expresarme podía dar lugar a equivocaciones. En trabajos anteriores hay personajes como, por ejemplo, las hermanas siamesas. Esos personajes me ayudaban a acercarme a la gente, pero al mismo tiempo se creaba una distancia entre el mensaje y la estética de las obras y que la gente no encontraba el nexo, a pesar de que yo pienso que lo había. Creo que en esta ocasión es más fácil ver ese vínculo. Tal vez es una obra más contundente.

Parece que ha eliminado la retórica.

Exactamente, es una exposición sin tantos artificios. Le he quitado toda esa parte que resultaba atractiva, pero que provocaba que el mensaje no fuese tan directo.

El cuerpo ha sido una constante fuente de inspiración para usted, ¿por qué?

«Debajo de una piel sin arrugas, se esconden muchos horrores»Las primeras artistas en las que me fijé eran las feministas, que empezaban a trabajar con el cuerpo y encontraban en él el mejor lugar para expresarse y para sus reivindicaciones. Creo que me apropié de ese cuerpo y resultó una herramienta muy válida para mí.

¿Qué diría que sucede en sus obras, que son muy narrativas?

Lo que yo plasmo en cada obra es aquello que me inquieta. En esta exposición en concreto, la situación que estamos viviendo, que viene de lejos aunque ahora la hayamos nombrado “crisis”. La sociedad se ha convertido en un lugar caótico y vivimos una época muy pobre a muchos niveles, en concreto político. Creo que hay que reaccionar y yo sentía la necesidad de posicionarme.

¿Cree que el artista tiene que ser social?

Sí. Creo que tenemos cierta obligación. De alguna manera reflejamos el mundo que estamos habitando y no podemos hacerlo como meros espectadores.

¿Por qué ha escogido como temas los dolorosos: el desasosiego, la injusticia, el canibalismo, los problemas de alimentación?

Me gustaría representar un mundo perfecto, pero ya la publicidad o los medios de comunicación han creado un mundo artificial y nos han hecho creer que es el real. Debajo de esa piel sin arrugas y heridas se esconden muchos horrores. Yo solo los saco a la luz.

¿Cree que es más fácil plasmar artísticamente el dolor que plasmar la felicidad, o el bien, o la belleza?

¿Por qué? Creo que no. Son caras de la misma moneda, dos piezas inseparables. Pienso incluso que en muchas de mis piezas hay belleza y serenidad.

En «Cartografías del dolor» sí se percibe una serenidad.

«El artista, que se supone la esencia y el origen del arte, desaparece»Siento que dentro de mi carrera ha habido un avance. Esta exposición me ha abierto interiormente nuevos planteamientos... Pensando en la pregunta anterior, aquí están los ricos [y señala los dibujos de su izquierda] y aquí los pobres [señala a la derecha], y no veo una cara buena y una cara mala, sino dos caras de la misma realidad. En ambos mundos hay cosas buenas y malas, forman parte de un todo indivisible.

Nunca ha abandonado el tema de la fragilidad. ¿Qué le atrae de él?

Creo que somos seres muy vulnerables y no somos conscientes de ello. Los medios nos quieren convertir en superhombres y supermujeres y eso nos está destrozando. Nos estamos comiendo a nosotros mismos. Nos estamos devorando a nosotros mismos con una gran sonrisa. Por eso he trabajado muchas veces el tema del canibalismo.

En una de sus piezas anteriores, «Cocina para amantes del arte», representa a un tipo encapuchado con delantal que va a cocinar medio cerebro que saca de una cabeza.

Para mí el encapuchado representaba las instituciones del arte. Y el artista es al que están cocinando. Proponía una crítica al sistema del arte, al mercado… Cómo el artista, que se supone la esencia y el origen del arte, ha ido desapareciendo. Los directores de museos, los comisarios, los galeristas, son las máscaras del arte, sus representantes, quienes se llevan el reconocimiento.

Me ha dicho que le preocupa el tema de las mujeres artistas.

Tenemos muy poco espacio en el sistema artístico. No tenemos hueco.

¿Sólo por el hecho de ser mujeres?

«Las mujeres tenemos que demostrar primero que somos artistas»Las estadísticas son indicativas de lo que está ocurriendo. Me sorprenden. De las facultades de Bellas Artes salen muchísimas más mujeres. Mujeres que quieren ser artistas. Conforme van pasando los años esas mujeres desaparecen. A los concursos se presentan muchas, pero muy pocas son premiadas.

¿Y cree que es por cuestión del sexo?

Absolutamente. Aunque no creo que sea algo consciente. En el imaginario colectivo el artista sigue siendo un hombre, y eso es muy difícil de cambiar. La imagen histórica del artista es la imagen de un hombre. Las mujeres seguimos teniendo que demostrar, antes de nada, que somos artistas, mientras que ese rango a un artista masculino se le da por hecho. Admitido.

Aun estando de acuerdo conmigo, muchas artistas no quieren decir esto por no ser tildadas como típicas feministas. Pero hay que hacerse oír, no puedes callarte por miedo a que te etiqueten o te encasillen.

En cualquier caso, y a pesar del dolor que represento en mis obras, creo que el momento tan duro que vivimos está obligando a replantearse muchas cosas que se consideraban verdades absolutas, y creo que va a haber cambios, en el mundo en general y también en el mundo del arte.

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