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ARTE

Michael Landy, cita doble: en la National Gallery y en la galería Thomas Dane

Michael Landy, el más «puro» y radical de los «Young British Artists», entra en la National Gallery para releer a sus clásicos, mientras la galería Thomas Dane repasa 20 años de su obsesión por el dibujo. Son algunas de las exposiciones del verano

Michael Landy, cita doble: en la National Gallery y en la galería Thomas Dane abc

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Como en el martirologio de los santos del catolicismo, la vida personal y las obras del británico Michael Landy son inseparables. Cuando le fue diagnosticado un cáncer en 2004, Landy se lo comunicó a su padre mientras dibujaba el «by-pass» que acababan de instalarle. Este minero de origen irlandés había sido declarado «inútil total» en 1977 tras un accidente laboral, cuando un túnel se desplomó sobre su cabeza. Para Landy (nacido en Hackney, Londres, en 1963), la condena a la postración de su progenitor fue un suceso dramático en su vida, con manifestaciones evidentes en la obra del representante más radical de los llamados «Young British Artists» (YBA).

Landy inició en la National Gallery un retiro pictórico, casi monacalUno de los primeros proyectos llamativos de Landy, que se graduó en 1988 en el Goldsmiths College –al igual que muchos de sus compañeros de generación, como Damien Hirst o Gary Hume–, fue «Scraphead Services» (servicio de recogida de residuos), una instalación de 1995 protagonizada por los inquietantes operarios uniformados de una compañía de limpieza imaginaria que recogían figuritas humanas realizadas con desechos. La obsesión por su padre y la observación minuciosa –casi de forense– de su vida subyacen también en los retratos que Landy dibujó de forma compulsiva entre 2007 y 2008.

Durante un año dedicó ocho horas al día y siete días por semana a dibujar a sus 80 familiares y amigos más cercanos . Diez de ellos están expuestos en la galería londinense Thomas Dane , que expone hasta finales de este mes una retrospectiva de 20 años de dibujo de Landy.

Bodegones de malas hierbas

«Hay una intensidad y una obsesión común en dos décadas de obra gráfica», explica François Chantala, director de este espacio. «Michael tiene una obsesión por la perfección técnica y por terminar el trabajo comenzado», añade. Según Chantala, Landy llegó a perder la sensibilidad en los dedos con su serie de 2002 «Nourishment» (alimento), donde retrataba en unos grabados de sorprendente precisión bodegones de malas hierbas que crecen en los recovecos de las paredes y las aceras de la ciudad. De nuevo, el afán de observación del inglés recupera estos desechos vegetales del entorno urbano como metáforas de la supervivencia en la sociedad.

Su crítica al capitalismo exhuberante confluyó en un descubrimiento del sacrificioEsta preocupación por los «residuos» descartados por el sistema y la observación hipercrítica de la realidad se manifiesta desde su primera exposición individual en 1990 con «Market» (mercado), una llamada de atención directa a la sociedad de consumo. Después de que la Tate adquiriera «Scraphead Services» , Charles Saatchi –el galerista que situó en el mercado a los YBA– se hizo también con obras suyas. Pero la reacción de Landy al éxito comercial fue furibunda. En febrero de 2001, catalogó y destruyó más de 7.000 objetos personales –todas sus pertenencias materiales hasta ese momento– en una cadena de (des)montaje que instaló en un espacio de Oxford Street. El meticuloso funeral industrial de sus posesiones incluyó su coche, un saab, y una obra que le había regalado su amigo Damien Hirst. Landy, como San Francisco de Asís cuando rechazó la herencia familiar y se despojó de su vestimenta, se quedó solo con la ropa que llevaba puesta.

En la edición de 2012 de Frieze , símbolo del boyante mercado del arte londinense, Landy destruyó 450 tarjetas de crédito introducidas por los visitantes en su primera escultura con movimiento, «Credit Card Destroying Machine» (máquina de destrucción de tarjetas de crédito). «Desde el principio tiene una conciencia muy pura , todo su arte es una crítica muy personal de la explotación consumista en la sociedad y en el arte», explica Chantala. «Pero Michael jamás se iría al ''speaker’s corner'' de Hyde Park a gritar sus ideas», defiende.

En lugar de eso, Landy se ha encerrado en la National Gallery como artista residente durante dos años para recuperar la vida de los santos. Este maridaje de un artista conceptual que en tres años de estudios de Bellas Artes no cogió un lápiz y q ue tardó siglos en visitar a los grandes maestros expuestos en la National Gallery, sorprendió a muchos. El artista pidió un estudio con las paredes desnudas pintadas de blanco, e inició un retiro pictórico, casi monacal, que comenzó con la mera observación de las obras de la pinacoteca.

Vidas en fragmentos

Unos meses más tarde, Landy sacó los lápices. Se fue deteniendo en ciertos cuadros, como «Las bañistas», de Cézanne, «Cristo expulsando a los mercaderes del templo», de El Greco, la «Lamentación sobre el cuerpo de Cristo», del renacentista italiano Dosso Dosis o un retrato de Santa Catalina de Alejandría, de Pinturicchio. Dibujó detalles de estas obras de forma obsesiva , como la rueda que simboliza el martirio de Santa Catalina. Deconstruyó las escenas. Pidió información sobre los santos. Y deconstruyó sus vidas en fragmentos. En el proceso, sus orígenes irlandeses, su defensa de la desnudez y su crítica al capitalismo exuberante confluyeron en un descubrimiento estético y moral del sacrificio, la entrega y la austeridad de los santos.

En su primera escultura en movimiento, Landy destruyó 450 tarjetas de crédito«De forma retrospectiva, la decisión de Landy de detenerse en la vida de los santos parece un desarrollo totalmente lógico en su carrera ; esas historias de abnegación y ascetismo, la puesta en duda de los valores aceptados y el deseo de cuestionar las convenciones sociales están todas presentes en su obra», explica el comisario Colin Wiggins . Hasta el 24 de noviembre, la National Gallery expone las siete enormes esculturas con movimiento resultantes, retratos fragmentarios de San Jerónimo, Santa Catalina, San Francisco de Asís o el dubitativo y racionalista Santo Tomás.

Inspiradas en el escultor suizo Jean Tinguely , referencia para Landy por sus «esculturas cinéticas», han sido realizadas a base de objetos encontrados en mercadillos y ventas ambulantes. Desechos del capitalismo reencarnados en ejemplo viviente –al menos «moviente»– de ética y austeridad.

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