LIBROS
Dennis Lehane: «Soy escritor porque en todo lo demás he fallado»
Con «Mystic River» y «Shutter Island», Dennis Lehane se ha convertido en el rey de la novela negra. En Boston, donde recibe a ABC Cultural, habla de su infancia, recuerda los años de la Ley Seca y anuncia sus próximos «crímenes» para la gran pantalla
ANTONIO FONTANA
Los ojos de Dennis Lehane , de un intenso azul oscuro, se vuelven más azules todavía cuando el autor se ensimisma en los recuerdos de su infancia en el barrio de Dorchester y habla de sus padres, emigrantes irlandeses que llegaron a Boston en busca ... de un futuro mejor. Lo lograron para ellos y también para el más pequeño de sus cinco hijos, convertido hoy en el rey de la novela negra. Éxito consolidado gracias a la adaptación cinematográfica de tres de sus títulos: «Mystic River» , a cargo de Clint Eastwood; «Desapareció una noche», que Ben Affleck transformó en «Adiós, pequeña, adiós»; y «Shutter Island», de la que se encargó Martin Scorsese. A lo que hay que sumar su labor como guionista de series televisivas de culto –«The Wire», «Boardwalk Empire»– e infinidad de premios.
La conversación con Lehane es veloz, igual que los diálogos de sus novelas. Pero no, no me he colado en una de sus novelas: estoy en el Piano Craft Guild, edificio que albergó la antigua fábrica de pianos que le da nombre. Un laberinto de pasillos donde Lehane tiene su estudio: libros alineados con precisión militar, algunas plantas, crujiente suelo de parqué que brilla más que la luz que entra por los enormes ventanales. Y tras los ventanales, Boston. Su ciudad, su territorio literario.
Asegura Lehane durante la entrevista que su historia de amor con Hollywood continúa viento en popa. Y lo que es más curioso: que no es a Dashiell Hammett y Raymond Chandler, los maestros del género que le ha hecho famoso, a quienes debe más, sino a Alejandro Dumas y William Shakespeare. Sorprendente Dennis Lehane, que publica en España «Vivir de noche» (RBA). Páginas en las que los atracos a bancos y los ajustes de cuentas entre bandas rivales se mezclan con el «jazz», el ron y el Ku Klux Klan. Sin que falten el amor, la muerte y, al fondo, ecos de «El Padrino».
Su nueva novela nos transporta a los años de la Ley Seca: destilerías, garitos clandestinos, tiroteos, corrupción policial y política. Una mezcla explosiva.
«Me gustó la idea de un hombre de la medianoche en la ciudad de las nueve»Siempre se produce una mezcla explosiva cuando los gobiernos se dedican a legislar la moralidad. Elegí esa época por el vestuario, la música, los coches... Fue un tiempo de la Historia americana en el que la mayoría de la gente le dio la espalda a la ley, un tiempo extremadamente interesante. El resultado, «Vivir de noche», es una novela negra, una novela social, una novela histórica, todo en uno; también una novela sobre el amor por las películas de gánsteres. Llámenla como quieran, mientras la compren.
¿La figura del gánster se ha convertido en un mito?
Sin duda. El gánster es alguien que forma un grupo para cometer crímenes. La mitología se despega de la realidad. Hoy el gánster nos atrae porque representa el capitalismo al desnudo. Vemos a estos tipos incurriendo en toda clase de actos terribles que sabemos que muchas corporaciones americanas también cometen, pero los gánsteres por lo menos no lo esconden. Y, aún a riesgo de sonar tiquismiquis, pienso que hay algo más admirable en Joe Coughlin, el protagonista de la novela, que en los sujetos que en 2008 amañaron el sistema para causar estragos no sólo en mi país, sino en todo el planeta.
En «Vivir de noche» habla de Boston como «una ciudad de las nueve en punto».
La expresión «Un tipo de las doce en punto en una ciudad de las nueve en punto» evoca una de las primeras canciones grabadas en aquellos años. Me gustó la idea de un hombre de la medianoche en la ciudad de las nueve. Se refiere a alguien que no acata las reglas: si el bar cierra a las nueve, él siempre encontrará la forma de seguir bebiendo. Hasta las doce o más tarde.
Aunque «Vivir de noche» se centra en Tampa (Florida), arranca en Dorchester, escenario de otras novelas suyas. Usted creció allí. ¿Qué recuerda del barrio de su infancia?
«Traté de ser periodista, pero no me gustan los hechos»Era un lugar muy excitante. Había mucha calidez, pero también bastante violencia. Estoy muy agradecido por haber crecido allí. En Dorchester, el clásico barrio de gente pobre, vivíamos inmigrantes polacos e irlandeses, dos culturas que, en sus países de origen, habían sido conquistadas y reconquistadas varias veces. Irlanda, por ejemplo, casi nunca fue un país libre; sólo fue libre a partir de los años veinte. Y qué decir de la Historia de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial: un pueblo pisoteado. La verdad, desgraciadamente, es lo que los conquistadores dicen que es la verdad. A los irlandeses no nos gustan los hechos, nos gusta la verdad. Por eso soy escritor.
Su padre y su madre nacieron en Irlanda y viajaron a Boston en busca de una oportunidad. Él encontró trabajo en el departamento de envíos y recepción de mercancías de unos grandes almacenes; ella, como camarera en la cafetería de un instituto. ¿Cómo era la vida de unos emigrantes del siglo XX?
La que encontraron aquí fue una buena vida. En Boston había una red muy sólida de inmigrantes irlandeses. La ciudad estaba gobernada por irlandeses. Boston, en aquellos años, era el pináculo de los sindicatos y gremios obreros. Las clases trabajadoras estaban muy bien pagadas. La de mis padres fue una vida de trabajadores, pero de ninguna manera una vida de gente empobrecida. Si eras un inmigrante irlandés en Estados Unidos, tenías que ir a Boston o Chicago; también a Brooklyn, en Nueva York. El prejuicio en contra de los irlandeses pertenecía a una generación anterior.
Siempre supo que quería ser escritor.
Escribir me parecía un sueño demasiado grande, inalcanzable. A los veinte años tuve la suerte de haber fallado en todo lo demás que había intentado, así que no había otra cosa que pudiera hacer.
¿En qué falló?
«Entre leer un libro o ver una película de zombis, elijo los zombis»Traté de ser periodista, pero ya se lo he explicado: no me gustan los hechos, lo cual es un problema. Traté de ser profesor de inglés, pero me di cuenta de que no me entusiasmaba hablar sobre libros: me gusta escribirlos. Cuando tomé la decisión de ser escritor, florecí como persona. Obtuve buenas notas, conseguí becas...
¿Qué dijeron sus padres?
«Adelante, no puedes hacer nada más, no eres bueno en nada.» No lo entendían, pero me apoyaron.
En la casa de su infancia no había más libros que una enciclopedia.
Y algunas novelas de misterio que tenía mi madre.
Cuando las monjas advirtieron a su madre que a usted le gustaba leer, ella comenzó a llevarlo a la biblioteca. ¿Qué descubrió allí?
¡Un montón de libros que no tendría que haber leído! Leí más allá de lo que era mi nivel de lectura. Las bibliotecarias le decían a mi madre que habría peleas en casa. «Si quiere que su hijo lea más, quítele los libros», le aconsejaban. No hizo falta que me los prohibiera: me encantaban. Pero estoy pensando hacerlo con mis propios hijos. Decirles algo así: «No, no quiero que leáis». Una de mis hijas, por lo menos, empezaría a leer inmediatamente.
«Vivir de noche» se abre con una cita de «Meridiando de sangre», de Cormac McCarthy. ¿A qué autores contemporáneos lee?
«El trabajo literario tiene que ver con algún tipo de verdad emotiva»Es una larga lista. Está claro que me gusta Cormac McCarthy, por supuesto. Y Elmore Leonard. Y Toni Morrison. Aunque ya no leo tanta ficción como antes: me paso todo el día escribiendo. Al caer la noche, cuando tengo que elegir entre leer un libro –que es mi profesión–, ver un partido de béisbol o una película de zombis, elijo los zombis, claro.
Ha dado clases de escritura creativa. ¿Qué les enseñaba a sus alumnos?
No lo suficiente... Sé que es muy raro en Europa. Los europeos consideran este tipo de asignaturas como algo extraño. Mi teoría es que todo lo que se le puede proporcionar a los alumnos es una caja de herramientas. Si no aprenden a usar las herramientas, no hay nada más que puedas hacer por ellos.
No le gustan los artificios literarios. «El arte de narrar –asegura– es otra cosa.» ¿En qué consiste?
En contar una buena historia, un buen relato, un buen cuento. El arte de la narrativa consiste en contar una historia como si no hubiera sido contada de esa forma antes. El trabajo literario tiene que ver con algún tipo de verdad emotiva.
¿De qué autores ha aprendido el arte de narrar?
«La gente éxito sólo por talento y trabajo me parece egomaníaca»Probablemente la influencia más grande haya sido Alejandro Dumas. Sin tratar de ser pretencioso, he estudiado a William Shakespeare como escritor de tragedias. Shakespeare nos enseña de una forma muy sólida la importancia que en una historia tiene la estructura: en tres actos, en cinco actos. Vivir de noche, por ejemplo, es un libro en tres actos.
¿Y no le han marcado Dashiell Hammett y Raymond Chandler?
Los leí a los doce años, ¡hace tanto tiempo que ni me acuerdo! A esa edad ya me había leído todo Chandler. Más que ellos, a escribir violencia, a escribir tramas, me han enseñado Elmore Leonard y Richard Stark, seudónimo tras el que se ocultaba Donald E. Westlake, el autor de «A quemarropa» y «Un diamante al rojo vivo».
«Cuando empiezo a escribir no tengo ni idea de lo que va a suceder, se perfila sobre la marcha», ha confesado. ¿No se vuelve loco mientras está escribiendo?
Cuando empiezo a escribir sólo sé tres cosas: algo importante que ocurre al principio del libro, algo importante que ocurre hacia la mitad y algo importante que ocurre al final; eso es todo. Rellenar el resto es lo mejor, lo más divertido. Disfruto tanto que escribo rápido: «Vivir de noche» lo terminé en cuatro meses. Sabía que el libro empezaba en Boston, continuaba en Florida y acababa en Cuba. Bueno, también sabía que mucha gente iba a morir por el camino.
El cine ha contribuido al éxito de sus novelas. «Mystic River» fue adaptada por Clint Eastwood en 2003; con el título de «Adiós, pequeña, adiós», Ben Affleck llevó a la gran pantalla «Desapareció una noche» en 2007; y Martin Scorsese se encargó de «Shutter Island» en 2009. ¿Cómo fue trabajar con ellos?
«Me parece egomaníaca la gente que ha llegado donde ha llegado sólo por trabajo»Los conozco tanto como pudiera conocerle a usted; es decir, no creo que los conozca de forma íntima. Colaborar con ellos fue fácil. Con quien más trabajé fue con Clint Eastwood, y con quien menos, con Martin Scorsese. En realidad, ¿qué le iba a decir yo a Scorsese? Salvo gracias, claro.
Uno de sus grandes éxitos, «Mystic River», gira en torno al tema de los niños maltratados. ¿Hay crimen más horrendo que el que atenta contra un niño?
En mi opinión, no. Es una obsesión en mis primeras seis novelas. Después se disipa, aunque todavía se muestra de vez en cuando; por ejemplo, en «Cualquier otro día», sobre el secuestro de un niño. El maltrato de niños me horroriza.
Dicen que «Shutter Island», más que una novela negra, es una novela de terror.
Estoy de acuerdo. Es una novela gótica, un homenaje a las películas de serie B de los años cincuenta. Scorsese lo entendió perfectamente. Me lo dijo la primera vez que hablamos por teléfono.
Sigamos con el éxito, un tema recurrente en «Vivir de noche». ¿El éxito lo fabrica uno?
El éxito es una combinación de trabajo muy duro y mucha suerte. Si no tienes suerte, el trabajo no sirve de nada; y si no trabajas duro, nunca tendrás suerte.
Es, como decimos en España, la pescadilla que se muerde la cola.
«La televisión por cable es hoy la máxima representación artística de EEUU» ¿La pescadilla que se muerde la cola? ¿Comerse la cola...? Suena muy negativo, pero sí. Creo tanto en el trabajo duro como en la suerte. La gente que ha llegado donde ha llegado sólo por talento y trabajo me parece egomaníaca, ególatra. Y las personas que quieren conseguir el éxito a toda costa sin haber trabajado duro me parece que son como niños.
En 1995 dirigió usted «Vecindarios», una película independiente. Me sorprende que fuera una comedia romántica.
Es algo que siempre quise hacer. Por primera vez en mi vida tenía un poco de dinero y pensé: «¿Por qué no lanzarme? ¿Por qué no atreverme?».
¿Repetiría la experiencia?
No como director. Ahora me dedico también a la televisión: soy productor. Si soy escritor y productor, ¿para qué más?
No ha vuelto a dirigir, pero sí ha escrito guiones para «The Wire». ¿Qué le atrae de las series?
La televisión por cable americana, gracias a canales como HBO, es la máxima representación artística de Estados Unidos en estos momentos. No existe otro lugar donde quieran trabajar tantos buenos escritores. Ahora estoy haciendo guiones para la serie «Boardwalk Empire»; y, como he dicho, también soy productor. Mientras me involucre en proyectos de alta calidad, estaré encantado.
Hay otro proyecto en marcha para adaptar al cine uno de los relatos de su libro «Coronado».
«Hollywood entiende bien una cosa: ''Si algo tiene éxito, hágalo otra vez''»Sí, se trata del relato «Animal Rescue». Michaël R. Roskam, el director de «Bullhead», empieza a filmar la próxima semana. Cuenta con un buen elenco: Noomi Rapace, Tom Hardy, James Gandolfini. Es la primera vez que escribo el guión de una película, la primera vez que me encargo de adaptar un título mío.
Hizo un «cameo» en la serie de televisión «Castle». ¿Cómo se sintió?
Estúpido, así me sentí. Como actor, soy un buen escritor. Creo que me quedó una interpretación muy acartonada, muy envarada.
Su éxito es de tal magnitud que circula por internet una broma según la cual el día menos pensado va usted a publicar la lista de la compra, la crítica la va a poner por las nubes y Hollywood se hará con los derechos.
Yo creo en la segunda parte de esa broma: la crítica no será positiva. De hecho, muchas de las críticas de «Shutter Island» no lo fueron... No soy impermeable a las críticas. Pero Hollywood entiende bien una cosa: «Si algo tiene éxito, hágalo otra vez». Por lo tanto, si las películas que se han hecho a partir de mis novelas han tenido éxito y Hollywood quiere comprar los derechos de mis próximos libros sin haberlos leído, sin saber de qué tratan, estoy de acuerdo, lo acepto.
Existe también el rumor de que Ben Affleck podría dirigir la adaptación cinematográfica de «Vivir de noche». ¿Qué hay de cierto?
Está terminando el guión. No he tenido contacto con él porque no me gusta interrumpir la labor de los guionistas; hay que dejarles que concluyan su trabajo.
Dennis Lehane: «Soy escritor porque en todo lo demás he fallado»
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete