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¿Qué ocurre cuando se rompe una obra de arte en una exposición?

Después del último accidente con una obra de Jeff Koons en Ámsterdam, analizamos el protocolo de los museos para manejar estas situaciones

La obra de Koons, antes de su destrucción Jeff Koons

ABC

El tropiezo, como el infortunio, no entiende de escenarios. Uno puede tener un resbalón en su cocina o en un museo, solo que si ocurre en este segundo lugar las consecuencias pueden ir más allá de un simple plato roto. Hace unos días conocíamos la noticia de que un visitante de la exposición de Jeff Koons en la Iglesia Nueva de Amsterdam había roto una de sus valiosas obras. Lo había hecho, aparentemente, sin querer, pero disparó las alarmas de seguridad y los focos de atención. ¿ Qué pasa cuando alguien rompe una obra en un museo ?

«Lo primero que se hace es activar el dispositivo de seguridad. Se acota la zona dependiendo la repercusión del daño y del tamaño e importancia de la obra. Después, se le pide a la persona implicada que se quede ahí mientras se analiza lo que ha ocurrido a través del personal de seguridad y las cámaras», explica Jorge García Gómez-Tejedor , jefe del Departamento de Conservación y Restauración del Museo Reina Sofía. Así, se determina qué es lo que ha pasado y si ha habido algún tipo de intencionalidad. «Si ha sido un accidente a la persona que le ha pasado no se le pide ningún tipo de reclamación», añade.

Entonces, ¿ quién paga los desperfectos ? «Las piezas siempre se mueven con un seguro a todo riesgo. Antes de moverse para formar parte de una exposición se le hace la póliza en función del valor de la obra», apunta el experto. En el caso de que la obra en cuestión forme parte de la colección permanente, eso depende de cada museo. En el caso del Reina Sofía, como es un centro estatal, la garantía es el propio Estado.

Ahora bien, si es un acto vandálico las consecuencias cambian y se puede llegar a denunciar por agresión al patrimonio. Sin embargo, apunta García Gómez-Tejedor, esto no es común: «Desde que se inauguró el Reina Sofía nunca ha pasado nada así, apenas algún niño que ha jugado con tocar la obra». Sí recuerda, en cambio, el caso de dos niños que forcejeando en el museo tropezaron con una escultura de Alberto Sánchez, un caso que se resolvió siguiendo los patrones normales.

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