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Las obras maestras del museo de Capodimonte de Nápoles, en peligro por la proximidad del aeropuerto

El director de la pinacoteca, una de las más importantes de Italia, ha lanzado la voz de alarma: «Pasan demasiados aviones sobre nuestras cabezas, causando daños a pinturas y porcelanas»

El «Retrato de Giulio Clovio», de El Greco, es una de las obras que alberga la pinacoteca napolitana MUSEO CAPODIMONTE DE NÁPOLES

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

«El ruido ensordecedor de los aviones que pasan con intervalos regulares sobre nuestras cabezas causa daños en los cuadros y en las cerámicas». Esta alarma ha sido lanzada por Sylvain Bellenger , nuevo director del museo Capodimonte de Nápoles , uno de los más bellos e importantes de Italia, con magnificas colecciones y obras maestras de Caravaggio, Rafael, El Greco, Ribera, Tiziano, Mantegna, Carraci, Van Dyck, etc.

Reconoce el propio Bellenger que no se puede decir que ya estén en peligro la «Flagelación» de Caravaggio , la «Anunciación» y «Dánae» de Tiziano , «Muchacho encendiendo una candela» o «El soplón» de El Greco , «San Sebastián» de José de Ribera o «La Sagrada Familia con San Juanito» de Rafael; o las obras más frágiles, como las cerámicas borbónicas, pero el riesgo es serio.

«Los aviones pasan a unos doscientos metros sobre nuestras cabezas, es un escándalo. En la National Gallery o el Louvre no podría suceder una cosa similar», se lamenta el director del museo Capodimonte, que está a tan solo dos kilómetros de la pista del aeropuerto internacional de Capodichino . Sylvain Bellenger pone así el dedo en la llaga de una herida urbanística que sigue abierta, porque Capodichino se encuentra a tan solo cuatro kilómetros del centro de Nápoles .

Residencia de los Borbones

El museo de Capodimonte está situado en el espléndido palacio real del mismo nombre, construido a partir de 1738 por Carlos III como lugar de acogida para la colección que le había regalado su madre, Isabel de Farnesio , segunda mujer de Felipe V. Fue la residencia histórica de los Borbones en Nápoles y luego de los Bonaparte y los Saboya , en una zona de bosques con caza. Nadie podía imaginarse que tal paraíso de la naturaleza un día se convertiría en un grave problema ambiental.

Cuando Sylvain Bellenger se hizo cargo de la dirección del museo en octubre del año pasado y mantuvo la primera reunión con sus colaboradores, fue prácticamente imposible entenderse, porque el ruido de los aviones cubría sus voces. Debían callarse y reiniciar la conversación cada cinco minutos.

Para los funcionarios de Capodimente era una historia vieja, pero para el nuevo director se trataba de una afrenta a la historia , al arte y a la cultura. Para los restauradores no hay duda: «Las vibraciones producidas por los aviones que pasan a baja cuota sobre Capodimonte no hacen bien a las obras, sobre todo a las pinturas sobre tabla», afirman al Corriere . La sociedad que gestiona el aeropuerto trata de restar importancia al problema, asegurando que los aviones al despegar evitan sobrevolar el aeropuerto. El problema es que también llegan y lo hacen sobre obras maestras de la pintura .

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