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El misterio del cráneo de Goya desaparecido

Cuando exhumaron al genio de Fuendetodos en Burdeos descubrieron con estupor que le faltaba la cabeza. ¿Está la clave del enigma en un cuadro?

«Vanitas», atribuido a Dionisio Fierros y su reverso, con la inscripción: «Cráneo de Goya pintado por Fierros» MUSEO DE ZARAGOZA
Mónica Arrizabalaga

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La Academia de Bellas Artes de San Luis celebraba aquel 17 de abril de 1928 en Zaragoza una sesión extraordinaria por el centenario de la muerte de Francisco de Goya y Lucientes . La sala, repleta, escuchaba con atención la conferencia del catedrático Hilarión Gimeno cuando el erudito, sacándose el conejo que llevaba en la chistera, reveló un hallazgo que podía ser clave para resolver uno de los mayores misterios que entonces y aún hoy se ciernen sobre el genio de Fuendetodos.

En casa de un anticuario zaragozano había adquirido un cuadro con una calavera pintada, firmado por Dionisio Fierros y fechado en 1849. La obra de este notable pintor de historia había pertenecido al marqués de San Adrián , según la etiqueta con su firma pegada en el bastidor. Sobre esta misma madera del dorso, en tinta sepia y con una letra diferente a la autógrafa del que fuera protector de Goya y posteriormente de Fierros, alguien había escrito: «Cráneo de Goya pintado por Fierros».

El pintor de reyes, majas, caprichos y desastres falleció a los 84 años en Burdeos, tras una agonía de quince días. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de La Grande Charteruse, en la misma sepultura propiedad de la familia Muguiro donde también había sido inhumado su amigo y consuegro Martín de Goicoechea .

Unos restos sin cabeza

Allí reposó el artista hasta que, en 1880, el cónsul español en Burdeos, Joaquín Pereyra , descubrió su tumba en estado ruinoso y movió los hilos diplomáticos para trasladar sus restos a España. Ocho años más tarde, cuando finalmente se procedió a abrir el sepulcro, la sorpresa de los allí presentes fue mayúscula. Se encontraron con dos cajas sin identificar aunque por el tamaño de los huesos de las tibias, mayores en una de ellas, concluyeron que cuál correspondía a la de Goya. Era además la última que se había colocado en la sepultura. La caja no mostraba ninguna señal de haber sido forzada y, sin embargo, faltaba la cabeza . ¿Qué había sido del cráneo de Goya?

Los restos de Goya fueron exhumados del Pateón de Hombres Ilustres y trasladados a San Antonio de la Florida en 1919 ABC

«Todo induce a creer que a Goya le enterrarían decapitado, bien por un médico o por algún furibundo amador de notabilidades», escribió entonces Pereyra. El cónsul informó de los hechos a Madrid: « Esqueleto Goya no tiene cráneo », escribió y el Gobierno contestó con otro telegrama: « Envíe Goya con cráneo o sin él ». Ante las dudas sobre los restos del pintor y Goicoechea, se decidió trasladar a España de ambos, aunque no se llevó a cabo hasta 1899.

Tras pasar por diversas moradas, los ya inseparables restos de Goya y su consuegro fueron por fin depositados junto al altar de la ermita de San Antonio de la Florida con un pergamino que dice: «Falta en el esqueleto la calavera, porque al morir el gran pintor, su cabeza, según es fama, es confiada a un médico para su estudio científico , sin que después se restituyera a la sepultura, ni, por tanto se encontrara al verificarse la exhumación, en aquella ciudad francesa».

¿A qué médico se le confió la cabeza de Goya y para qué estudio científico? Se ha dicho que fue donada a la escuela de medicina de Burdeos, que fue el mismo Goya quien dio su consentimiento a su amigo Jules Lafargue para que, una vez fallecido, realizara un estudio frenológico que pudo llevarse a cabo en el asilo de San Juan de Burdeos y después en la Facultad de Medicina de París. Por entonces estaba en auge la frenología , una teoría pseudocientífica que afirmaba que el carácter, el genio o las tendencias criminales, tenían relación con la forma del cráneo.

También se ha especulado con que fue robado de la tumba por un estudiante español y que acabó en un bar español de Burdeos llamado Sol y Sombra, donde fue venerado hasta que hubo un crimen en el local, éste cerró y la calavera desapareció.

El óleo de Fierros

Estas teorías se conocían cuando Hilarión Gimeno presentó el famoso cuadro de Fierros. Aquel mismo día del discurso conmemorativo de la muerte de Goya, lo donó al Museo de Zaragoza donde se ha conservado desde entonces aunque actualmente no está expuesto.

Retrato del marqués de San Adrián, de Goya

El cuadro «puede ser la clave» de todo el misterio, opina el director madrileño Samuel Alarcón, que estos días rueda imágenes para su documental « Oscuro y Lucientes » sobre la desaparición de la calavera de Goya.

Gimeno compró la obra de Fierros en un anticuario de Zaragoza en 1918, diez años antes de la donación, procedente de «una familia de Navarra». Esta alusión encajaba con la firma del marqués de San Adrián cuyo palacio, hoy sede de la UNED, se encuentra en Tudela. También la familia Muguiro, propietaria del mausoleo donde fue enterrado el pintor en Burdeos, era de estirpe navarra.

Gracias a la protección del marqués de San Adrián, Fierros viajó a París para ampliar su formación, antes de instalarse en Santiago de Compostela en 1855. ¿Se hizo en Francia con el cráneo de Goya? ¿Cómo llegó a sus manos? ¿La calavera que pintó era realmente la del pintor aragonés?

María Luisa Arguís, conservadora del Museo de Zaragoza, señala el lienzo se atribuye a Fierros aunque no se ha realizado una investigación técnica concluyente sobre la obra. Subraya que es un lienzo de calidad, sobre un tema común en la época y que parece haber sido pintado al natural de un cráneo, aunque por el cuadro en sí mismo no hay forma de saber si éste era de Goya.

Según la fecha de la firma, habría sido pintado en 1849 , veintiún años después de la muerte del artista y cincuenta antes de que sus restos se trasladaran a Madrid, ya muerto Fierros.

El marqués de San Adrián también fue el más influyente mecenas de Goya en el exilio de Burdeos. ¿Tuvo algo que ver el aristócrata liberal con la desaparición del cráneo del pintor? Se dice que tenía un amigo médico que se dedicaba a investigaciones frenológicas. ¿Fue éste quien proporcionó la famosa calavera a Fierros?

Dionisio Gamallo Fierros, nieto del pintor asturiano, estaba convencido de que su abuelo retrató el auténtico cráneo de Goya, que robó él mismo para que fuera estudiado por un frenólogo y tras la investigación, quedó en manos del pintor que realizó el retrato para el marqués de San Adrián. Fue, a su juicio, una operación de « un triunvirato pictórico-médico-aristocrático ». El cráneo habría acabado en manos de un hijo de Fierros, Nicolás, que estudió Medicina en Salamanca y que terminó hecho añicos durante un experimento.

Dudas razonables sobre el cuadro

Sin embargo, existen muchas dudas en torno al cuadro, que ni siquiera se menciona en la detallada descripción de su obra que hizo Manuel Ossorio y Bernad («Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX», Madrid 1883-1884).

Las incripciones de su dorso fueron hechas por tres manos distintas . La única identificada es la firma autógrafa del marqués de San Adrián en la etiqueta en papel. Otra persona escribió el número 4 sobre el bastidor y una tercera escribió la alusión al cráneo de Goya posteriormente .

Inscripción en el cuadro de Dionisio Fierros MUSEO DE ZARAGOZA

Este último letrero «es el más moderno», según indican en el Museo de Zaragoza , porque « de ser de la época del cuadro no estaría superpuesta a la numeración de serie del mismo, el número 4, sino que respetaría dicha indicación».

«Todo hace pensar en un letrero añadido posteriormente, verosímilmente en época reciente y con ánimo de revalorizar el óleo, engañando », subrayan en el Museo antes de añadir que « queda en la duda la intención del apócrifo letrero identificando el cráneo de Goya y sobre todo las ocultas intenciones de dicha acción , producida en un momento de revalorización importante de la figura de Goya».

Algunas respuestas

La grafía de esta inscripción coincide, sin embargo, con la de Joaquín Magallón y Campuzano, VII marqués de San Adrián , hijo del primer protector de Fierros, según ha podido comprobar el historiador del arte Diego Rodríguez Paz tras cotejarla con una carta que remitió al artista en 1866. Aunque «eso no implica que el cráneo que Fierros pinta sea el de Goya», según este experto en la obra de Fierros.

Rodríguez Paz no duda sobre la autenticidad de la obra puesto que «se ajusta bien al estilo del artista en esos años» y el hecho de que Ossosio y Bernard no lo mencione «tampoco es significativo» porque los cuadros que cita son sólo un pequeño ejemplo de lo más representativo dentro del extensísimo catálogo del pintor. Con esta pintura, Fierros retoma la tradición de las vanitas, aunque «su intención no parece centrarse en la reflexión moralizante propia» de esta temática.

«Fierros, a través de una representación naturalista del cráneo, estaría tratando de reproducir en pintura los objetivos de la frenología , esto es, el estudio detallado de las facciones y la caja craneal de un individuo para determinar a través de ellas su carácter y personalidad», explica este experto, en la línea con la hipótesis que ya sugirió Gamallo y retomó el profesor de Historia del Arte en la Universidad de Santiago de Compostela José Manuel López Vázquez.

Su intención «no sería otra que la de revelar, por medio del estudio del supuesto cráneo de Goya, las causas de su genialidad y tratar de emularlas en su formación como artista original», añade Rodríguez Paz. Fierros admiraba a Goya y no solo porque en aquella década de 1840 hubiera una recuperación de su figura artística. Fue uno de los primeros artistas cuya obra pudo contemplar y copiar en el palacio del marqués de San Adrián, porque en su colección ocupaban un lugar privilegiado los retratos de José María Magallón y Armendáriz, VI marqués de San Adrián, y su esposa, Soledad Rodríguez de los Ríos y Lasso de la Vega, marquesa de Santiago.

«Con todo, aceptando que se trate de un cuadro original de Fierros y que su intención sea indagar en la razón de la genialidad de Goya, eso no demostraría ni que robase su calavera, ni que estuviese en su poder, ni siquiera que llegase a verla », remarca el experto. No hay indicios concluyentes sobre ello, aunque haya «varias piezas de la historia que resultan llamativas, y que juntándolas podrían componer un puzle muy sugerente y con todos los ingredientes de un relato macabro».

Quizá el documental «Oscuro y Lucientes» aporte luz sobre el paradero aún desconocido del cráneo de Goya.

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