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Los dioses y héroes que habitan el Olimpo del Prado

Un libro relata las pasiones desatadas en noventa obras mitológicas de la pinacoteca

«El banquete de Tereo», de Rubens MUSEO DEL PRADO
Natividad Pulido

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Si creen que las películas de Tarantino son violentas y crueles, vayan al Museo del Prado y admiren «El banquete de Tereo», de Rubens . Es una de las 90 obras de la colección del Prado incluidas en el libro «Los mitos en el Museo del Prado» (Guillermo Escolar Editor), escrito por los historiadores del Arte Miguel Ángel Elvira –fue conservador jefe de escultura en el Prado y director del Museo Arqueológico Nacional– y Marta Carrasco , pareja editorial y en la vida real. En los cuadros que cuelgan en el Prado hay encerradas historias de amor arrebatado, pasiones desatadas, tragedias, celos, torturas, violaciones, raptos, bacanales y hasta escenas de canibalismo. No se andaban con chiquitas los viejos maestros. Hay un «Prado gore» no apto para la pacata era de Facebook , donde se censuran los desnudos más castos. ¿Habría que quemar el museo ante semejante iconografía orgiástica?

La colección del Prado es tan rica que admite múltiples miradas. Una de ellas es la mitología: las increíbles historias de dioses, héroes, ninfas, musas y sátiros que pueblan este Olimpo artístico. «Detectamos un vacío en la pinacoteca -advierte Carrasco-. Faltaba un libro, de formato cómodo y con ilustraciones de calidad, que fuese académico y a la vez divulgativo para escolares, aficionados a la mitología y visitantes del museo». Un proyecto que les ha llevado cuatro años y en el que el Prado ha colaborado cediendo todas las imágenes.

No se trataba, dicen los autores, de hacer meras descripciones de los cuadros, sino de explicar los mitos, las circunstancias en que fueron pintados, las fuentes literarias... «El Prado tiene la colección más importante de temas mitológicos que hay en España –añade Elvira–. Los reyes siempre han sido muy aficionados a la mitología. Se veían reflejados como dioses». La mitología ha sido c onstante motivo de inspiración para el arte. Ha excitado la imaginación y creatividad de los pintores y escultores. No es de extrañar, pues, que las musas acudieran a visitarlos (o pasasen de largo, según los casos) en sus talleres. La principal fuente en que se basaron fue «Las Metamorfosis», de Ovidio .

Rubens, Tiziano y Velázquez

Si hay un pintor de mitologías por excelencia, ese es Rubens . Su catálogo de deidades es impresionante: Prometeo, el rapto de Proserpina, Andrómeda liberada por Perseo, Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros, las tres Gracias... Las obras que le encargan para la Torre de la Parada son, según los autores, «el más importante conjunto de mitología del mundo». Tiziano y Velázquez , explican Carrasco y Elvira, «tienen formas muy peculiares de ver la mitología. El primero llamaba a sus cuadros mitológicos “Poesías”, porque consideraba que eran muy personales. Velázquez quería reivindicar la importancia del artista como creador». Del genio veneciano, el Prado atesora brillantes creaciones mitológicas. El celestino más célebre de la Historia, Cupido , se cuela en varias obras del Prado. De los héroes, aparece un Hércules pintado por Zurbarán. «Es una figura que fascinaba a los reyes de España. Todos se consideraban sus descendientes», explica Miguel Ángel Elvira. Ni rastro del coqueto Narciso.

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«El banquete de Tereo», de Rubens MUSEO DEL PRADO

«El banquete de Tereo», de Rubens

Bajo su exquisita pincelada se esconde una escena tremenda, brutal, que ríase Hannibal Lecter . Tereo era un rey tracio que se casa con la princesa ateniense Procne , pero se enamora de su cuñada, Filomena , a la que viola. Para que no lo revelase le corta la lengua. Filomena, que no puede hablar, le cuenta a su hermana la violación a través de un bordado. Procne se venga de su esposo matando a Itis , su propio hijo. Lo trocea, lo cocina y se lo da a comer a Tereo. Cuando éste pregunta por Itis, Procne le lleva su cabeza en una bandeja.

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«Venus y Adonis», de Tiziano MUSEO DEL PRADO

«Venus y Adonis», de Tiziano

La de la diosa Venus y el joven Adonis es l a mayor historia de amor jamás pintada . Tiziano retrata a Adonis apartándose de los brazos de Venus, deseoso de ir a cazar . Cupido duerme, a la izquierda de la escena, por lo que no puede impedir su marcha y evitar su trágica muerte . Resultó escandalosa la audacia de la diosa tomando la iniciativa. Se confundió el desesperado intento de Venus por retener a Adonis con un abrazo seductor. Es una de las «poesías» de Tiziano , conjunto de obras mitológicas que pintó para Felipe II entre 1553 y 1562.

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«Dánae», de Tiziano MUSEO DEL PRADO

«Dánae», de Tiziano

Esta «Dánae» de Tiziano es la escena más erótica del Prado . Júpiter se metamorfosea en una lluvia de oro para hacer suya a la que es, para muchos, «la mujer más hermosa del Prado». Esta obra fue adquirida por Velázquez en Italia . «La sustitución de Cupido por una vieja y avariciosa nodriza nos sugiere un ambiente de burdel», dicen Miguel Ángel Elvira y Marta Carrasco en el libro. «El tranquilo sosiego de la protagonista y el perrito dormido a su lado parecen aludir tanto a la vida cortesana -en todos los sentidos- como a la fidelidad en el amor».

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«Las Hilanderas», de Velázquez MUSEO DEL PRADO

«Las Hilanderas», de Velázquez

Velázquez juega en «Las Hilanderas» con varias historias mitológicas: la pugna entre Palas y Aracne y el rapto de Europa. Fue realizado en 1664. «La diosa Palas, armada con casco, discute con Aracne, compitiendo sobre sus respectivas habilidades en el arte de la tapicería. Tras ellas se encuentra un tapiz que reproduce "El rapto de Europa" que pintó Tiziano para Felipe II (actualmente en Boston, Isabella Stewart Gardner Museum) y que a su vez Rubens copió durante su viaje a Madrid en 1628-1629. Era una de las historias eróticas de Júpiter, padre de Palas, que Aracne había osado tejer y que sirvieron a Palas de excusa para convertirla en araña», según consta en la ficha técnica del Prado.

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«Marte», de Velázquez. Detalle MUSEO DEL PRADO

«Marte», de Velázquez

En este lienzo Velázquez retrata al dios Marte sentado en la cama abatido, cansado, medio desnudo pero con el casco puesto. ¿Ha sido vencido en la guerra o en el amor? Parece que esto último. Acaba de pasar una noche de pasión con Venus . Y eso es mucho decir. Velázquez, advierten los autores, «humaniza a este dios con el corazón roto».

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«Ticio», de Tiziano. Detalle MUSEO DEL PRADO

«Ticio», de Tiziano

En ocasiones los cuadros mitológicos encierran motivos políticos. Así, las bestiales «Furias» de Tiziano (como el gigante Ticio , al que dos buitres devoran el hígado por la eternidad), fueron encargadas por María de Hungría para adornar el salón del Palacio de Binche , explican los autores: una forma de que Carlos V mostrase lo que podía suceder a quien se sublevara contra él.

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«Saturno devorando a sus hijos», de Goya. Detalle MUSEO DEL PRADO

«Saturno devorando a sus hijos», de Goya

Ni siquiera Goya puso resistirse a la pintura mitológica. Tras ver colgado en el Palacio Real el «Saturno devorando a sus hijos» de Rubens, pintó su propia versión, «aún más brutal y salvaje ». Es una de sus más famosas pinturas negras creadas en la Quinta del Sordo.

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«Hipómenes y Atalanta», de Guido Reni MUSEO DEL PRADO

«Hipómenes y Atalanta», de Reni

Explica Andrés Úbeda que es « una de las obras más célebres y controvertidas de este artista y, en términos más generales, del barroco boloñés». En 1827 ingresó en el Prado. «La historia narra cómo Atalanta, hija de un rey de Arcadia , se había ofrecido en matrimonio a aquél que fuera capaz de vencerla en la carrera, deporte para el que había alcanzado una habilidad sobresaliente. El castigo establecido para todos aquellos que fueran derrotados era la muerte. A pesar del riesgo, Hipómenes aceptó el desafío contando para ello con la ayuda de Venus, que le proporcionó tres manzanas de oro que el joven fue arrojando a su paso, logrando con ello retrasar a Atalanta, que se detuvo a recogerlas. Sin embargo, una vez casados, Hipomenes olvidó agradecer la ayuda de la diosa que había propiciado su victoria, la cual terminó metamorfoseando a los dos en leones».

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«Diana y Calisto», de Rubens MUSEO DEL PRADO

«Diana y Calisto», de Rubens

Comentan Miguel Ángel Elvira y Marta Carrasco en «Los mitos en el Museo del Prado» que éste es « uno de los más bellos cuadros realizados por Rubens, acaso por iniciativa propia, en los últimos años de su vida. Tras su muerte lo adquiriría Felipe IV , y acabó colocado en la Galería del Cierzo del Alcázar , junto al "Hipómenes y Atalanta" de Guido Reni, "Los borrachos" de Velázquez y "Venus, Adonis y Cupido", de Carracci». Para seducir a la ninfa Calisto, compañera de Diana, Júpiter tomó la figura de la propia diosa. Al descubrir que la ninfa estaba embarazada, Diana la expulsó de su grupo.

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«La caída de Ícaro», de Jacob Pieter Gowy MUSEO DEL PRADO

«La caída de Ícaro», de Gowy

Este cuadro ha sido escogido para ilustrar el libro «Los mitos en el Museo del Prado». Esta obra fue colocada en la Torre de la Parada. Ovidio relata en sus « Metamorfosis» la leyenda de Ícaro. Dédalo, deseando huir de Creta, elaboró unas alas con plumas, hilos y cera . Se las puso él mismo y su hijo. Pero éste , al acercarse al sol, el calor derritió la cera de sus alas y el joven se precipitó cayendo al mar»

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