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El cómic entra en el Prado

El museo arranca su celebración del V centenario de la muerte del Bosco con un libro sobre el pintor que ha encargado al dibujante e ilustrador Max

Ilustraciones de Max para un cómic sobre El Bosco MUSEO DEL PRADO

NATIVIDAD PULIDO

Aún faltan unas semanas para que El Bosco deslumbre en el Prado con la mayor exposición dedicada hasta la fecha al artista más enigmático de la Historia (abrirá sus puertas el día 31), pero el museo ya se ha puesto bosquiano. El merchandising con sus personajes va tomando la tienda del museo y El Bosco se ha colado hasta la cocina del Gabinete de Dibujos y Estampas , donde ayer se presentaba el primer proyecto de las celebraciones del V centenario de la muerte del artista que ha organizado el Prado.

Max, ante «El Jardín de las Delicias», del Bosco JAIME GARCÍA

La pinacoteca quería publicar un cómic sobre El Bosco , pero había que buscar al dibujante que más se acercara a su complejo universo. Lo tuvieron claro: Francesc Capdevila (Barcelona, 1956) , más conocido como Max, premio Nacional de Cómic en 2007 y autor de personajes como Bardín, el superrealista. «No valía cualquier dibujante, debía ser alguien que tuviera puntos en común tanto formales como conceptuales con El Bosco –explica José Manuel Matilla, jefe del Departamento de Dibujos y Estampas del Prado–. La obra de Max está centrada en temas como los paraísos perdidos, las tentaciones, los eremitas... Además, apuesta por la línea clara, como los pintores del Norte». «El Bosco está en mi gen artístico –cuenta el ilustrador catalán–. Me emociona y ha dejado una capa subyacente en mi obra. Le tengo mucho respeto. No he intentado medirme con él ».

Al igual que el maestro holandés, Max decidió crear su propio tríptico: «El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana) », partiendo de tres obras del artista de la colección del Prado:«El Jardín de las Delicias», «La extracción de la piedra de la locura» y «Las tentaciones de san Antonio». Las seleccionó antes de que un comité holandés decidiera retirar a las dos últimas su atribución , a lo que el Prado contestará en el catálogo de la exposición. «Las escogí porque me resultan emocionantes».

Admirador confeso

Página de «El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana)», de Max MUSEO DEL PRADO

Max es admirador confeso de la pintura del Bosco , de su pincelada, de sus colores, de sus composiciones... «Es un artista prodigioso». Pero quiso separarse radicalmente de su estética y centrarse en sus personajes : «No hay nada accesorio, ni fondos, ni paisajes, ni apenas color. Y hay poco diálogo». ¿Por qué una pantomima? «Por la tradición de los mimos y su expresión gestual», comenta. Célebre por el humor reflexivo del que hace gala en todas sus historietas, Max ha querido en este caso que el sentido del humor siempre a punto de explotar en los personajes del Bosco al fin saltara por los aires.

El dibujante ha querido poner en movimiento a los extraños seres del Bosco: «Los veo como personajes de dibujos animados ». La narración copa todo el libro, incluso las guardas. ¿Cómo se aborda un cuadro tan excesivo como «El Jardín de las Delicias ? Max, que lo ve como un cómic sin viñetas, advierte que «uno entra y se pierde en él. Hay todo tipos de extrañas teorías sobre esta obra, pero di con una que me hizo click: “La fábula mística” , del filósofo francés Michel de Certeau . Dice que el enigma del cuadro es que nos quiere hacer creer que posee un secreto. Ese es el engaño».

Proceso creativo

Página de «El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana)», de Max MUSEO DEL PRADO

Sobre un atril del Departamento de Dibujos luce el storyboard de este cómic, que desvela el proceso creativo de Max : desde sus primeras ideas y anotaciones un esquema del libro, un mapa visual de los elementos, en el que se aprecian sus dudas y arrepentimientos («se ve la lucha real del proceso, donde se gana o se pierde la batalla », apunta Max), hasta los dibujos ya listos para ser escaneados y coloreados. Todo este material podrá verse en visitas restringidas durante los martes del mes de junio.

El director del Prado, Miguel Zugaza , que se mostraba encantado por abrir las puertas del museo al cómic, recoge el guante cuando se le pregunta si la coleción del Prado atesoraría este cuaderno de trabajo de Max. Le pasa el guante al dibujante. No lo descartan. Tampoco, que este libro inicie la publicación por parte del Prado de una serie de cómics , al igual que desde hace años vienen haciendo otros museos como el Louvre . Pero en este caso no sería una mirada al propio museo, sino a los artistas y sus obras. Una buena noticia.

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