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La censura no empieza (ni acaba) en ARCO

El caso de Santiago Sierra se suma a un no tan extraordinario historial de vetos motivados por razones políticas y encontronazos entre creación artística y exceso de celo institucional

El Ayuntamiento de Barcelona instó a los organizadores de la exposición World Press Photo a buscar otra foto que no fuera este de Padilla, para anunciarse en las banderolas de titularidad municipal ABC | Vídeo: ARCO se cobra la polémica en récord de ventas (EUROPA PRESS)
David Morán

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Como con la verdad y la mentira, la censura también depende del cristal con el que se mira y del lado (político) del que caiga la polémica. Así, después del incomprensible sainete de ARCO , con esa suerte de veto preventivo a la obra en la que Santiago Sierra retrataba a los que, a su entender, eran presos políticos en la España contemporánea (líderes independentistas incluidos), no está de más recordar episodios más o menos recientes en los que la censura, los vetos y, en fin, las colisiones entre la libertad de expresión y la libertad creativa y artística también han planeado sobre museos, instituciones culturales, salones municipales y sedes de partidos políticos.

Así, en los últimos años se han descolgado diez fotografías sobre la trama Gürtel de una exposición en Valencia; se han retirado «cuadros-chiste» sobre políticos como Carlos Fabra o Rodrigo Rato de una muestra de José Antonio Martínez Porras en La Rioja; y se ha llegado a extremos tan llamativos como que un concejal de Cultura instase a los responsables de una exposición en Matadero Madrid a retirar una imagen crítica con la entonces alcaldesa Ana Botella y que la propia afectada exigiese su reintegración en la exposición.

Cómic y erotismo

También el Salón del Cómic de Barcelona se las tuvo que ver en 2016 con una acusación de censura después de que desaparaciesen de una exposición ilustraciones eróticas de Libertad Ballester y Gabriela Pavinsky , algo que la organización achacó entonces a un problema de coordinación, aunque ni siquiera hace falta ir tan lejos para encontrar enredos a cuenta de manifestaciones artísticas supuestamente incómodas.

La instalación «Foc de llar» (Fuego de hogar) fue recibida por ERC y PDECat como una ofensa a los símbolos catalanes ABC

Ofensa a símbolos catalanes

Tampoco hace tanto, por ejemplo, que otra instalación artística tuvo que ser retirada de algo t an aparentemente inofensivo como el Festival de la Luz de Barcelona, cita con la que el Consistorio celebra cada año la fiesta mayor de invierno. Ocurrió en febrero de 2017, cuando un grupo de estudiantes de Bellas Artes de la UB idearon una pieza llamada «Foc de llar» (Fuego de hogar) con la que buscaban «simbolizar y dar voz al colectivo de personas sin techo» y colocando en el Fossar de les Moreres una decena de carros de la compra llenos de ladrillos que ardían en cuanto caía la noche. El problema, en este caso, no fue el contenido de la pieza, sino el lugar escogido para exhibirla, un emplazamiento en el que se homenajea a los fallecidos en la defensa de Barcelona durante la Guerra de Sucesión de 1714, por lo que tanto ERC como el PDECat recibieron la instalación como una ofensa a los símbolos catalanes .

De hecho, desde el PDECat, partido que esta misma semana urgía a la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau , a ceder un espacio público para exhibir la obra de Sierra, no se dudó entonces en exigir la «retirada inmediata» de la pieza al entender que maltrataba un espacio simbólico. También ERC se sumó a un coro de protesta que, amplificado por las redes sociales, llevó al Ayuntamiento a retirar la instalación pocas horas después de su inauguración. «Se ha generado una polémica en las redes y finalmente se ha decidido retirarla», relativizó entonces Colau, no sin antes recordar que durante el mandato del convergente Xavier Trias ya se habían realizado este tipo de instalaciones en el Fossar.

La escultura ecuestre de Franco sin cabeza en la exposición «Franco, Victoria, República. Impunidad y espacio urbano», en el Born Centre Cultural INÉS BAUCELLS

Polémica con Franco

En este caso, sin embargo, la polémica estaba estrechamente ligada a otra que se había producido pocos meses antes y a pocos pasos de distancia. Hablamos, claro, de la exposición «Franco, Victoria, República. Impunidad y espacio urbano» , una muestra también impulsada por el Consistorio barcelonés que buscaba reflexionar en el Born Centro Cultural sobre «la permisividad con los símbolos de la dictadura y la impunidad del franquismo» y que consiguió irritar a prácticamente a todos los partidos políticos.

La pieza «estrella» de la exposición, una estatua ecuestre de Franco que permaneció hasta 2001 en el castillo de Montjuïc y que se exhibía decapitada, fue recibida a huevazos y acabó tumbada en el suelo y cubierta de pintura. La muestra, con el beneplácito de asociaciones como la Amical Mathausen, permaneció dentro del recinto del Born sin problemas, pero la efigie del dictador sólo duró cuatro días antes de que el Ayuntamiento decidiese retirarla definitivamente. ¿Resultado? Aluvión de críticas, una factura de 180.000 euros para el total de la exposición y el convencimiento municipal de que la muestra había sido «un acierto». Habría hecho falta, eso sí, «explicarla mejor para que no se entendiese como una provocación».

Escándalo en el Macba

Bartomeu Marí ELENA CARRERAS

Sonada fue también toda la polémica que rodeó a la exposición «La bestia y el soberano» , de la que tanto el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) como el que entonces era su director, Bartomeu Marí , salieron trasquilados. Es, si cabe, el caso más similar al de la obra de Sierra, ya que, antes incluso de abrir puertas e inaugurar la exposición, Marí decidió en octubre de 2015 que una pieza de Ines Doujak que mostraba una figura identificable como la del Rey Juan Carlos aparentemente sodomizado no tenía cabida por su «naturaleza» ofensiva. Los comisarios se negaron a retirar la obra, Marí amagó con suspender la muestra y, después de cuatro días de tiras y aflojas, «La bestia y el soberano» abrió finalmente sus puertas en el museo barcelonés con todas sus piezas. Apenas dos días después, Marí dimitió de su cargo. No acabó ahí la historia ya que el año pasado, cuando el ya exdirector «regresó» al Macba como comisario de una exposición dedicada al fotógrafo y teórico libanés Akram Zaatari , fundador de la Arab Image Foundation, la PAAC (Plataforma Asamblearia de Artistas de Cataluña) reclamó que se excluyese su nombre como parte del equipo que gestó y montó la muestra, algo que rechazó tajantemente el actual director del museo barcelonés, Ferran Barenblit . «Mientras yo sea director del Macba aquí no se tiene que vetar a nadie», subrayó.

El caso de Bertrand Cantat

Bertrand Cantat AFP

En algunos casos, las razones para el veto son tan aparentemente obvias que no ha lugar la protesta. Ocurrió, por ejemplo, en el Grec de 2011, cuando el festival decidió vetar la presencia del músico francés Bertrand Cantat, condenado en 2004 a ocho años de cárcel por asesinar a golpes a su novia, la actriz Marie Trintignant . Cantat debía participar entonces en el estreno mundial de una trilogía sobre Sófocles dirigida por el dramaturgo de origen libanés Wajdi Mouawad, y aunque a nadie pareció inquietar demasiado el veto al cantante de Noir Desir, el espectáculo finalmente no se llegó a estrenar. ¿La razón? Mouawad decidió retirar el montaje alegando que no había razón «legal» para que Cantat no pudiese participar y acusó al consistorio barcelonés de censura.

Morante de la Puebla caracterizado como Dalí en un cartel publicitario de la Feria del Pilar de Zaragoza en 2015 ABC

El factor taurino

Mención especial merecen los episodios relacionados con el mundo de la tauromaquia y que han protagonizado encontronazos como el vivido en 2013, cuando el Ayuntamiento de Barcelona, en manos entonces de Xavier Trias , instó a los organizadores de la exposición World Press Photo a buscar otra foto para anunciarse en las banderolas de titularidad municipal. ¿El motivo? La imagen escogida para promocionar el evento era una instantánea del torero José Padilla realizada por Daniel Ochoa de Olza que, a su entender, no encajaba con los valores que quería promover el Consistorio. Se habló entonces de veto y censura, aunque el Ayuntamiento se limitó a calificar de «artificial» la polémica.

Algo parecido ocurrió en octubre de 2015, cuando el Consistorio rechazó exhibir una valla publicitaria de la Fer ia del Pilar de Zaragoza en la que aparecía Morante de la Puebla caracterizado como Salvador Dalí; y en octubre de 2016, cuando el «exceso de celo» de un trabajador desembocó en un enredo a cuenta, una vez más, de los carteles de la Feria del Pilar. En este caso, el grupo Simón Casas Production denunció que Adif había retirado de las estaciones del AVE de Cataluña los carteles de la feria taurina, la empresa pública que gestiona las estaciones y las vías ferroviarias reconoció el error y, tras atribuir la retirada al «exceso de celo» de un trabajador, reinstaló la publicidad.

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