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Damien Hirst abre hoy su galería de arte, que le ha costado 34 millones

La muestra inaugural de Newport Street Gallery, situada al sur del Támesis, es de John Hoyland, un pintor olvidado que lo criticó en sus comienzos. La entrada es libre

Damien Hirst abre hoy su galería de arte, que le ha costado 34 millones REUTERS

LUIS VENTOSO

Damien Hirst, de 50 años, es más que un artista . Funciona con una gran empresa , con casi 200 empleados . Muchas de sus obras ni siquiera las toca con sus manos, salen del taller al que imparte instrucciones ( el soberbio pintor David Hockney, la otra gran gloria viva del arte inglés, lo ha cuestionado por ello ). A comienzos de este siglo, Hirst se convirtió en el artista contemporáneo más cotizado del mundo , a golpe de tiburones flotando en formol y calaveras con diamantes incrustados. Es un publicista superdotado de su obra y de la de otros y un inteligente empresario . La nueva corona del imperio se inaugura hoy, una galería de arte en Londres de 3.438 metros cuadrados , casi las dimensiones de una estación de tren. Se llama Newport Street Gallery y ha invertido en ella 34 millones de euros .

La Newport Street Gallery se ubica al sur del Támesis , al otro lado de la Tate Britain, y aprovecha unas viejas naves industriales , donde antaño se construían decorados para los teatros del West End. Se trata de una zona gris , con vistas a unas vías ferroviarias, aunque en la misma calle ya se encuentra la Beaconsfield Contemporany Art, galería filantrópica que ayuda a creadores emergentes. El desembarco del imperio Hirst pronto cambiará la faz del suburbio y a buen seguro será el abono de cafés hípsters y tiendas . La reforma ha corrido a cargo del estudio de arquitectura Caruso St John , que ha hecho lo ya típico: seis grandes espacios de exposición absolutamente blancos y una fachada de ladrillo bien cuidada.

Saatchi, su mentor

En realidad todo recuerda a la jugada del mentor de Hirst, el magnate de la publicidad Charles Saatchi , con su galería de Chelsea. Saatchi fue el mecenas que en 1991 facilitó 50.000 libras a Hirst para que sumergiese en formol a su primer escualo, dando el banderazo de salida a una rutilante carrera. Luego rompieron y el publicista incluso intentó depreciar la obra de su examigo sacando masivamente al mercado piezas de Hirst que poseía.

Fue una especie de delincuente juvenil redimido por el arte, versión gamberra

Damien Hirst, padre de tres hijos de entre 20 y 15 años , nació en Bristol y creció en Leeds. El divorcio de su madre y su padrastro –un mecánico– cuando tenía 12 años lo convirtió en una suerte de delincuente juvenil, redimido luego por el arte , en su versión gamberra, por supuesto. Sus amigos dicen de él que es al mismo tiempo «un hooligan y un asceta» . Con la nueva galería, que se puede visitar desde hoy, le ha salido la vena altruista: la entrada será libre y ha elegido para inaugurarla obras del pintor abstracto John Hoyland, que criticó a Damien y a otros artistas del grupo de los Young Bristish Artist (YBA) cuando la Royal Academy se rindió a su efervescencia irreverente y les organizó una gran exposición a comienzos de los noventa.

La crítica de Hoyland (1934-2011) se basó en lo mismo que ahora dice Hockney: «Hirst tiene un montón de gente trabajando en sus obras . No veo qué humanidad hay en su trabajo. El arte es un sismógrafo del ser humano, tienes que poner tus manos encima», le reprochaba el pintor, que a finales de los 70 cayó en el olvido por la crecida de los autores pop. Pero Hirst perdonó y en los últimos años de Hoyland se convirtió en su inesperado mecenas , comprando su producción y trabando amistad con él. En realidad, el triunfador pagaba una deuda con su infancia: cuando era un niño sin aparente futuro en Leeds, una luminosa exposición de Hoyland en el museo local lo ilusionó con otros mundos.

Astuta jugada comercial

La apuesta de Hirst por los cuadros coloristas y de grandes dimensiones del olvidado Hoyland es también una astuta jugada comercial. Al ser uno de los mayores coleccionistas del pintor logrará que su cotización se dispare al tenerlo en cartel en su flamante galería hasta abril. Hirst ha ido invirtiendo en arte (posee mucha obra de Warhol , Bacon y Jeff Koons ) y ahora ya tiene la pasarela para revalorizarla. Su trayectoria prueba que maneja como nadie el evidente esnobismo del mercado . Todo lo que toca se convierte en oro: llegó a colocar por un dineral los ceniceros y taburetes que diseñó para su restaurante Pharmacy , en Notting Hill.

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