Los veinte millones de visitantes que se esperan en la Expo del 1 de mayo al 31 de octubre sobre «Alimentar el Planeta. Energía para la Vida», podrán comprobar que el pabellón del Vaticano, visible en www.expoholysee.org, es arquitectónicamente innovador pero muy modesto: ocupa sólo 900 metros cuadrados, frente a los 8.000 del pabellón de Alemania.
Los elementos artísticos como un óleo de «La última Cena», de Tintoretto, o un tapiz de «La institución de la Eucaristía», de Rubens, ceden el protagonismo a los mensajes que van desde el Jardín del Edén, y el necesario equilibrio con la naturaleza, a la urgencia de compartir los alimentos con quien pasa hambre.
Por eso, en el acto de presentación, el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de Cultura y comisario del pabellón, dio la palabra a un representante de la Iglesia italiana, que proporciona alimentos a cuatro millones de personas, un número sin precedentes en épocas de paz.
Los pabellones de otros países dan prioridad al impacto visual sobre el visitante. El Vaticano ha preferido esta vez una opción minimalista y centrada en la ayuda práctica, como los 15.000 programas de la Iglesia en Italia, hasta que los tiempos mejoren.
La crisis económica marca la austeridad del pabellón del Vaticano en la Expo de Milán
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