seminario
Enrique Krauze advierte contra el discurso del odio en la red
Doña Letizia pide “rigor” en el seminario sobre el español del futuro en el periodismo de hoy en San Millán de la Cogolla
ALFONSO ARMADA
Entre los temores al discurso del odio en la red y la realidad fragmentada y confusa de un mundo hiperconectado discurrió ayer la primera jornada del seminario «El español del futuro en el periodismo de hoy» , organizado en San Millán de la Cogolla, cuna ... del español, por Fundéu (Fundación del Español Urgente). Mientras Doña Letizia destacó el “rigor” como una condición esencial en la práctica del periodismo, independientemente de la plataforma, canal o medio desde el que se ejerza, el ensayista mexicano Enrique Krauze , director de la revista «Letras Libres», sugirió que no nos dejemos deslumbrar por la revolución de la que formamos parte, «porque, como todas las revoluciones, puede terminar creando monstruos y devorando a sus hijos», y el escritor español Agustín Fernández Mallo hizo hincapié en el hecho de que la información parece haberse fragmentado, cuando da la sensación de que «no hay hoy medios de comunicación lo suficientemente sólidos como para generar los criterios de autoridad de antaño».
Arropada por una estantería nutrida de diccionarios tan prometedores como el «Dictionary of Modern Writing Arabic», editado por J. Milton Gowan y publicado en Wiesbaden en 1961, entre muchas otras obras de consulta, sólidas, bien conservadas, nada virtuales, la Princesa Doña Letizia volvió un año más a San Millán de la Cogolla para mostrar su pasión por el periodismo y por la lengua: «Nuestro idioma, el español, y su implicación en todos los órdenes de la vida, no solo en el ámbito intelectual, merecen un seminario como este, con sus reflexiones, consensos y discusiones. Un seminario desde el que se ponga en valor la lengua que nos une».
Entre libros, como no podía ser menos, tratándose de la cuna del español, y de dos monasterios tan cargados de historia como los de Yuso y Suso, en la biblioteca con suelo de esparto del Cilengua (Centro de investigación de la lengua, dependiente de la Fundación San Millán de la Cogolla), arrancaron las sesiones de debate con dos lecciones magistrales. Mientras los campos eran bendecidos por una copiosa lluvia de primavera, las redes sociales se metían en la sala y desbordaban los valles y cerros por donde el anacoreta Emiliano (san Millán), discípulo de san Felices, triscó.
José Manuel Blecua , director de la Real Academia Española y presidente de la Fundeu BBVA, pronosticó que las conversaciones de San Millán de la Cogolla acabarán forjando verdaderos «recuerdos del porvenir», y el presidente de La Rioja, Pedro Sanz , invocó a María Moliner y su pasión por las palabras que rastreaba en los periódicos.
«Kien es el Yang ó la espansion, la materia celeste, el principio engendrador, el éter fluido». Las palabras encerradas en el tomo octavo de la « Enciclopedia Moderna », dentro de la entrada « China (Filosofía)», publicada por Francisco de P. Mellado en 1851 en Madrid, uno de los libros atesorados en la acogedora biblioteca con suelo de esparto de la Fundación San Millán de la Cogolla, parecían servir de antesala a las jugosas presentaciones que Blecua hizo de Enrique Krauze, ingenio, investigador y humanista mexicano, ex colaborador de «Vuelta», responsable de «Letras Libres», y del novelista y físico Agustín Fernández Mallo, creador poliédrico («yo que soy de un siglo pasado, presento a un hombre del siglo XXI, y "siempre regreso a los pezones y al punto séptimo del Tractatus", dijo parafraseando al Fernández Mallo poeta»).
Puso Enrique Krauze el énfasis en la ética del idioma. «Hay un imperio bienhechor en el que no se pone el sol, es el imperio del español, una nación virtual sin fronteras, nacida en España pero que desde hace siglos no está solo en España. El español desde sus orígenes es un continuo mestizaje, desde los juglares a los escritores contemporáneos ha sido un surtidor de literaturas». Mostró su emoción por encontrarse en San Millán: «en la cuna de nuestro idioma», y recordó: «Nuestra lengua ha entrado con fuerza al siglo XXI. Ahora habita y conquista zonas del mundo anglosajón gracias a aquella capacidad esencial para el mestizaje. Y generación tras generación entrega a la corriente universal de la literatura obras que la sorprenden, la deslumbran y, como en el caso de Borges , Paz , Vargas Llosa y García Márquez , enriquecen su legado. Pero nuestro idioma se ha adentrado también, como un Cristóbal Colón verbal e intelectual, en un territorio sin cartografías seguras: el océano verbal del internet. ¿En qué lugar nos encontramos? ¿Llegaremos a puerto seguro?».
Sostiene Krauze que internet ha llevado la famosa esquina de Hyde Park a todos los chaflanes del mundo, ha propiciado la abolición de las viejas jerarquías, y abierto «la posibilidad real de una comunicación horizontal entre el ciudadano común y el encumbrado. Fuenteovejuna en la red», para dar la voz de alarma ante la fascinante revolución en la que estamos enzarzados: «¿Cómo hacer frente al discurso de odio, veneno moral de nuestro tiempo? Ante todo, es preciso analizarlo con claridad, entender su naturaleza, medir sus efectos. A partir de allí establecer un diálogo con las grandes corporaciones que proveen estos servicios (y presionarlas) para que ellas mismas discurran soluciones inteligentes e impidan que sus creaciones se conviertan en los Frankenstein del siglo XXI. Importa también alentar el debate jurídico sobre el tema. No es sencillo. Potencialmente compromete a la libertad de expresión, que es un valor cardinal de Occidente. Pero sabemos por la experiencia del siglo XX los estragos a los que lleva la prédica del odio ».
«Ni académico ni periodista ni estudioso de la lengua, soy solo escritor». Así se presentó Agustín Fernández Mallo, el padre del proyecto Nocilla , porque no había sido invitado bajo ninguno de esos epígrafes, que no le retrataban, pues no en vano es físico y escritor y casi desde el principio dio por sentada «la extraña sensación de que la realidad va más rápido que la realidad. Lo que ocurre es que la realidad ya es otra». Enseguida empezó a adentrarse, ante una pantalla que mostraba una hermosa representación de redes y enlaces, en dos de sus obsesiones: el fragmento y los nodos de interconexión, y una pregunta que es más que una certeza: «¿Cómo es posible que una realidad sea fragmentada y confusa y al mismo tiempo adopte la forma de mundo hiperconectado? ¿Cómo posible que algo fragmentado pueda estar mismo tiempo totalmente conectado entre sí?». Enseguida se respondió: “Una posible respuesta, bastante común, es la de quien afirma que la hiperconetividad lleva a un estado de sobreinformación que, por paradoja, fragmenta y desinforma. Pero en mi opinión la respuesta hay que hallarla en otro lugar, en el paradigma que desde finales del siglo pasado ha cobrado fuerza como modelo de representación de realidad: las redes».
Antes de pasar a la mesa redonda «Del papel al píxel. ¿Hablamos el mismo idioma?», Fernández Mallo se recreó en la irrupción del fragmento y en la redifinición del papel del periodista: «Cuando decimos que la información hoy parece haberse fragmentado, cuando sentimos que no hay hoy medios de comunicación lo suficientemente sólidos como para generar los criterios de autoridad de antaño, debemos pensar que no es tanto eso como que la comunicación, nos guste o no, ha tomado como forma topológica el modelo de red antes aludido, el cual favorece el protagonismo del emisor anónimo y no vinculado necesariamente a un medio de comunicación en detrimento de la práctica periodística tal como desde el siglo XIX la veníamos entendiendo. Si antes el periodista era alguien que tras una peripecia más o menos épica obtenía una información que después compartía con el resto del mundo, hoy su función parece más bien la de interpretar, agrupar, sacar conclusiones de todo aquello que circula en la Red. Digámoslo así: del paradigma de la subjetividad del profesional como única fuente hemos pasado al de un modelo colectivo de representar lo real».
Todos los ponentes esperamos en la biblioteca la llegada de Doña Letizia, alineados, de pie ante estanterías cuajadas de joyas nada virtuales. A ABC le tocó plantarse ante los cinco soberbios tomos del «Diccionario General Etimológico de la Lengua Española», de Roque Barcia, publicado en 1880 por el Establecimiento Tipográfico de Álvarez Hermanos. Abrimos al azar el primer volumen y damos con la entrada Behetría: «En lo antiguo, la población cuyos vecinos, como dueños, absolutos de ella, podían recibir por señor á quien quisiesen y más bien les hiciese.// Metáfora: Confusion ó desórden. Díjose así por la que había en las antiguas BEHETRÍAS, así por la dificultad de poner en claro los derechos de cada uno, como por la confusion que había en la elección de los señores de las BEHETRÍAS.// DE ENTRE PARIENTES. La que podía elegir por señor á quien quisiera, por tal que fuese de determinados linajes, que tuviesen naturaleza en aquel lugar». Tras una comida en el Asador de San Millán, en el que los participantes devoraron con agrado Caparrones ‘coloraos’ con sacramentos (léase judías rojas con tropezones de carne o chorizo) y Ciervo de Rebollar con panaché de verdura, amén de Crema de yogur con sirope de fresa, todos volvieron ahítos y acaso más lúcidos por el tinto joven David Moreno a debatir sobre los intríngulis de la lengua que operan entre el papel y el píxel. Como era de justicia, el nombre de Borges fue evocado, y los libros siguieron esperando ser desvelados.
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