Las Furias se citan frente a frente en el Museo del Prado
Una exposición recorre los alardes de la pintura sobre los castigos de los dioses
jesús garcía calero
Un museo como el Prado, siempre poblado de seres mitológicos, ha convocado a las Furias y las ha puesto frente a frente en una exposición. Patrocinada por la Fundación de Amigos del Museo, y comisariada por Miguel Falomir, ha reunido en las salas temporales 28 ... obras que ilustran, de manera intensa y deslumbrante, el desarrollo desde el Renacimiento de este tema pictórico basado en el castigo divino, que complementa el del castigo a los gigantes o gigantomaquia.
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La historia comienza con un delicado dibujo de Miguel Ángel sobre la condena de Ticio, al que un buitre devoraba el hígado -como a Prometeo-. El escultor se lo regaló a su amante y, en el reverso, la misma figura le sirve para abocetar un Cristo resurrecto. Ese virtuosismo de la anatomía, el escorzo y la expresión del dolor es lo que, según Falomir, despierta las ambiciones de artistas de toda Europa, deseosos de renovar, de reinventar el mito, aportando a la tradición una visión personal hasta llegar al exceso.
La política de las Furias
Cabe decir que los cuadros representan los castigos por un motivo propagandístico. El tema recibió el impulso político de la hermana de Carlos V, María de Hungría, que encarga a Tiziano en 1548 una serie sobre los castigos de Ticio, Sísifo, Tántalo e Ixión para su palacio de Binche, con la intención de mostrar en tierra Flamenca la venganza divina como advertencia a quienes se levantaron contra el emperador -al que Leoni esculpiría dominando el Furor protestante- y cayeron derrotados en la batalla de Mühlberg. De la serie original de Tiziano se conserva una de las piezas, y otra posterior de su pincel. Lo cierto es que las Furias eran diosas vengadoras y como Felipe II tenía estos cuadros en la Sala de las Furias del Alcázar, se quedaron con ese nombre, a pesar de representar a las víctimas de los crueles castigos olímpicos.
Pero aparte de la propaganda política, toda la sala se llena de cuadros de gran formato y alarde pictórico de autores de la Corona hispánica, y flamencos, napolitanos, genoveses, romanos o venecianos, que generaron una geografía artística que era apolítica y trataba de renovar la tradición hasta el alarde. Las Furias acabaron siendo un tema paneuropeo repetido hasta la náusea o la carnicería, pero que hundía sus raíces en grandes obras clásicas, como el grupo de Laoconte -en el centro de la sala se muestra el vaciado histórico del Museo de Escultura-, el Torso de Belvedere o el Galo caído, que prestaron su rostro y su cuerpo a Tántalo, Ixio, Sísifo y Ticio para expresar el horror de sus castigos infernales. Obras de 17 museos de Europa y América concurren aquí, en una muestra llena de acción y digna de verse que gustará a los jóvenes.
Las Furias se citan frente a frente en el Museo del Prado
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