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José María Sicilia: «Olvidamos Hiroshima, olvidaremos Fukushima»

El pintor español se adentra en el drama que vivió Japón con el tsunami de 2011 gracias a la exposición «Flores de invierno», inaugurada en Fukushima por Mariano Rajoy

José María Sicilia: «Olvidamos Hiroshima, olvidaremos Fukushima» ABC

NATIVIDAD PULIDO

El devastador tsunami que sufrieron los japoneses e hizo enmudecer a medio mundo ha inspirado a José María Sicilia (Madrid, 1954) en su nuevo proyecto, «Flores de invierno», una exposición muy especial, organizada por Acción Cultural Española e inaugurada en Fukushima por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, como parte de las actividades del Año Dual España-Japón .

-¿Cómo surge la idea de llevar a cabo un proyecto artístico centrado en el tsunami que azotó las costas de Tohoku, en Japón, en 2011? ¿Qué hace un artista como usted en un lugar como Fukushima?

-La pérdida del trabajo, de un ser querido, la emfermedad, nos parecía lejano, casi improbable y, sin embargo, todo estaba aquí, cerca de nosotros, acompañándonos. A veces lo llamamos accidente. Accidente es «accidens» en latín, y quiere decir «lo que sucede». Tengo amigos en Japón, he vivido y trabajado allí, sentí que el tsunami había sacado a mucha gente de su espacio. En 2011 yo también estaba fuera del mío. Vine para entender qué nos estaba pasando.

-Visitó las zonas afectadas, habló con víctimas y supervivientes. ¿Cómo fue la experiencia? El pueblo japonés, por su cultura y su tradición, suele darnos grandes lecciones de dignidad ante las tragedias.

-La dignidad del pueblo japonés es la misma que la de aquellos que en Hiroshima dieron prueba de un gran valor en su sufrimiento. Una gran dignidad, pero también un gran silencio. Los japoneses están viviendo lo que les han dejado las generaciones pasadas. Ahora ellos deben preguntarse qué van a dejar ellos a las futuras.

-El título de la exposición, «Fukushima. Flores de invierno», está tomado de un libro de Tamiki Hara, superviviente de Hiroshima: «Flores de verano». ¿Qué paralelismos ve entre Hiroshima y Fukushima?

-Después de Hiroshima se han puesto muchas cosas por delante de la vida, la productividad. Hiroshima y Fukushima nos dicen «Adiós al nuclear». Olvidamos Hiroshima, olvidaremos Fukushima, solo las fugas de agua radioactivas impiden cerrar capítulo.

-El horror, el dolor, la muerte siempre han inspirado la literatura, el cine... ¿Cree que el mejor arte surge de la destrucción? Las guerras han aguzado a menudo el ingenio de los artistas.

-La vida es la fuente, pasado, presente y futuro, nuestro nacimiento, nuestra muerte y el camino que lleva a ella, la voz de nuestra voz, la imagen de nuestra imagen.

-Hay quien ve unas profundas raíces del arte y la cultura japoneses en su obra. ¿Es así? ¿En qué medida están presentes?

-Lo efímero es nuestra relación, lo fluyente y lo flotante. En Japón es «el espíritu de la ola», el homónimo de Ukiyo-e (mundo flotante) es mundo dolorido; lo efímero es un lugar sin lugar, algo que probablemente no signifique nada.

-Una parte importante de este proyecto es meramente científico: datos sonoros registrados en el océano durante el tsunami; datos de temperatura, presión y radiación del reactor número 1 de Fukushima, mensajes de alerta, grabación del sonido de los pájaros… ¿Por qué interesa este material tan «científico», tan «de campo», a un artista tan identificado como usted con el lado más poético del arte?

-Ciencia y arte forman un todo, tienen muchos puntos en común en el momento de abordar un problema, intuitivos, emocionales. La comprensión del mundo requiere mucha imaginación.

-¿Cuánto hay en este proyecto de reflexión sobre la memoria, la ausencia, la pérdida, lo efímero, la muerte?

-La ausencia es la imposibilidad de reencuentro, el estupor la precede. Estupor son los vídeos colgados en YouTube del 11 de marzo de 2011, la ausencia es el infierno. Borges decía que la vida es la muerte que llega, un instante, el tiempo de la ausencia de tiempo, el canto de un pájaro. Lo efímero es una cualidad del tiempo, su vibración sensible, un relámpago, la traducción en 3D del sonido del tsunami.

-En un trabajo anterior, centrado en los toros y la Plaza de la Maestranza, abordaba asuntos como la huella que dejan los toros en una corrida, incluso grabó los sonidos de una berrea… En este caso, hay también huellas y sonidos, aunque de otra índole bien distinta. ¿Por qué ese interés en descifrar el lenguaje oculto de las cosas?

-El dolor produce huella, ¿cómo distinguirlos? Unos y otros son al fin y al cabo dolores, como libros dispuestos en una estantería, todos más o menos iguales, pero, si los abriéseis, cada uno hablaría diferente. Mi interés me lleva a leer esos libros, intentar entender qué pasó para entender qué está pasando.

-Hay obras en la exposición que semejan joyas (de hecho, están fabricadas en oro, tienen gemas…) y otras realizadas con resina, que recuerdan a los origamis japoneses. Son piezas de una gran belleza estética. ¿Es posible encontrar belleza entre los escombros?

-La belleza de esas piezas es intrínseca a ellas, es su «accidente», mi trabajo ha sido revelarlas.

-La parte más emotiva tiene un nombre propio (Miki Endo), una víctima del tsunami que perdió la vida por alertar a los demás. También, el trabajo que usted ha llevado a cabo con alumnos de las zonas devastadas. ¿Qué ha aprendido de todos ellos? ¿Qué mensaje sacó? ¿Hay en cierta forma en este trabajo un homenaje a esos héroes?

-El coraje es una pulsión tan grande que puede acabar superándolo a uno. Creo que a Miki Endo le ocurrió esto, como a los héroes. Durante este periplo he percibido la extrema importancia en mi vida de la intensidad del instante. No vine para hacer homenajes ni obras compasivas, vine para estar con ellos.

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