ABC y Blanco y Negro, protagonistas de portada durante más de un siglo

La portada es para toda publicación su carta de presentación. Es lo primero que se ve en un libro, una revista o un periódico; la única baza para atraer, en un quiosco o una librería, el interés de un lector por bucear en sus páginas. Más de dos mil portadas se publicaron en Blanco y Negro entre 1891, fecha de su aparición, y el verano de 1936. Un centenar de ellas se reúnen en la nueva exposición del Museo ABC . Explica en el catálogo de la muestra Bieito Rubido, director de ABC, que este periódico, que tiene a sus espaldas 110 años de historia, «desde la firme apuesta de su fundador (Torcuato Luca de Tena) por el periodismo gráfico e innovador de principios del XX, se aventuró a lucir portada».

La mayoría de los diarios cuentan con lo que se llama en periodismo «primera página», donde tienen cabida bastantes noticias. La portada, en cambio –advierte Bieito Rubido–, «la página más noble y visible del diario, exige un mayor desafío. Obliga a hacer un ejercicio de selección subjetivo cargado de consecuencias». Y la portada en ABC, añade su director, «es sumamente importante. Es la apuesta. Un disparo informativo e intelectual con el que se puede dar en el blanco, pero también errar el tiro con demasiada frecencia». Compara las buenas portadas con los escaparates de las tiendas de lujo: «Muestran solo uno o dos asuntos, pero su impacto editorial y visual sobresale frente a cualquier competencia».

Nos asomamos en el Museo ABC a un centenar de lujosos y hermosos escaparates, por donde desfilan los mejores ilustradores gráficos de la época: Xaudaró, Eulogio Varela, Enrique Climent, Sileno, Picó... La primera e histórica portada de Blanco y Negro, del 10 de mayo de 1891, es un archiconocido dibujo de Ángel Díaz Huertas. Se repitió la misma portada durante todo ese año. Solo cambiaba la fecha de publicación en un calendario situado en la esquina inferior derecha. Pero esa primera portada de Blanco y Negro rompía moldes: apuntaba rasgos de la modernidad que siempre caracterizaría a la revista: es una mujer la que toma las riendas del carruaje (no olvidemos que es 1891), tirado por libélulas, mariposas...

Acompañados del comisario de la exposición, Ramón Esparza, vamos descubriendo pequeñas grandes joyas. Comprobamos cómo fue evolucionando la tipología de la mancheta: tipografías modernistas, estilo Art Nouveau, logotipos circulares con las iniciales B y N, orlas que enmarcan las páginas, colofones (ornamentos) que en ocasiones se convierten en la única decoración. La fotografía y los asuntos de actualidad, incluso el texto, se hicieron hueco en algunas portadas de los primeros años: la muerte de Gutenberg, la coronación de Napoleón, un accidente ferroviario en Guipúzcoa, la Guerra de Cuba...

Pero con el nacimiento de ABC, en 1903, las ilustraciones gráficas monopolizaron las portadas de Blanco y Negro. Más tarde llegaría a ellas, y pese al nombre de la revista, el color. Integraron todos los estilos artísticos, fueron punta de lanza de las vanguardias, pero también el mejor reflejo de los cambios sociales de cada época.

Hay divertidas y audaces portadas firmadas por Xaudaró, portadas que se cuelan en números posteriores a modo de cameo, portadas con anécdotas: Narciso Méndez Bringa dibujó en una publicada en 1898 a un anciano leyendo «El Imparcial», competencia de ABC. Pero las mujeres siempre fueron las grandes protagonistas en las bellas portadas de Blanco y Negro. Las hay tradicionales, pero sobre todo modernas: leen, esquían, juegan al tenis, visten a la moda, van a la playa y a fiestas... e incluso juguetean con un diábolo con forma de hombre. Toda una declaración de intenciones.