Los Reyes Magos sí existen en Quintanilla de la Berzosa
Así relata un fotógrafo aficionado cómo descubrió por casualidad un friso románico, oculto durante siglos por un granero
Guiado por mi interés y curiosidad por conocer el Románico y la Montaña Palentina me inscribí sin dudarlo en el IV taller de Fotografía del Patrimonio , convocado por la Fundación Santa María la Real . De esa forma -pensé- podría disfrutar de un acercamiento al Románico Palentino y su Montaña, de unas jornadas fotográficas, y del Monasterio de Santa María la Real, en Aguilar de Campoo, sede de la Fundación, en cuya hospedería me alojé durante esos días.
Y así lo hice. El viernes 16 de septiembre de 2016, dio comienzo el taller con varias e interesantes ponencias sobre fotografía en general, y patrimonial en particular. Al día siguiente, el sábado por la mañana, nos llevaron hasta al mirador del embalse, y ya como primera visita, hasta la cercana iglesia románica de San Martín , parroquia superviviente del pueblo de Quintanilla de la Berzosa , desaparecido bajo las aguas del embalse del Río Pisuerga.
Cámara en mano, ya en el entorno de la iglesia, poniendo a prueba las prácticas fotográficas del taller, y después de varias tandas de fotos escudriñando la decoración y la arquitectura de la pequeña iglesia de San Martín, con el afán de hacer la mejor instantánea posible, sucedió algo insólito: en una grieta formada entre dos muros, ví algo que llamó mi atención . Me acerqué para poder observarlo con más detalle. Allí encontré una piedra tallada, extrañamente mimetizada e integrada en el muro de la iglesia, como si hubiera querido ocultarse entre aquellos muros.
De inmediato disparé mi cámara para registrar aquella piedra labrada, en medio de la grieta , que con el paso del tiempo ha perdido los materiales de relleno de la junta que une los dos muros, dejando a la vista, ante mis ojos, la figura en relieve de un hombre, barbado .
«Sucedió algo insólito: en una grieta formada entre dos muros, ví algo que llamó mi atención» José María Menéndez Jambrina
Investigando más de cerca pude ver - no sin dificultad - a ese hombre barbado, con su melena recogida, vestido con una especie de capa, faldones, y en su cabeza lo que podría ser una corona : un hombre antiguo sin duda. En su mano derecha porta un objeto, como un cofre o caja pequeña, en actitud como de ofrecimiento , enmarcado en un arco de medio punto y columnas.
Ayudado por las técnicas que el día anterior explicó nuestro ponente Antonio García Omedes, experto fotógrafo y gran conocedor del románico, conseguí visualizar y fotografiar, un segundo arco, enmarcando otra figura, más pequeña, algo deteriorada y desfigurada, que parece representar un niño como envuelto en paños.
En un principio, no le di gran importancia, dado que se trata de una iglesia ya estudiada y catalogada como Bien de Interés Cultural, por ello no parecía probable la posibilidad de que fuera un descubrimiento arqueológico no catalogado.
Dejamos la iglesia de San Martín, y proseguimos hasta nuestra segunda visita: Vallespinoso de Aguilar, y su iglesia románica de Santa Cecilia, ubicada en aquel maravilloso paraje, para mí también desconocido. Pasó la mañana entre disparos de cámaras románicos, y así regresamos al Monasterio para comer en la hospedería, a cuya conclusión, volvimos a la carretera para visitar la ermita de San Pelayo, otra joya románica, y el eremitorio rupestre de San Vicente, en Cervera de Pisuerga, monumentos que hicieron las delicias de los fotógrafos participantes.
Ya de noche, en la hospedería después de cenar, investigué en los libros y en la web, si existía constancia de la piedra tallada que había descubierto por la mañana en la iglesia de San Martín. No encuentré ninguna referencia . Me resultó extraño, puesto que esta iglesia, con varias restauraciones a través de los siglos , tiene escasos elementos destacables, y una piedra tallada debería figurar como tal.
Antonio García Omedes aceptó mi invitación a una taza de café para comentar nuestras fotos y las vivencias del día. Se nos unieron otros participantes. Visualizamos nuestras fotografías, también las de la piedra tallada, y especulamos: podría tratarse un friso representando una Epifanía , así el hombre barbado podría tratarse de un rey, y el segundo arco, podría alojar el Niño Dios… pensamos también que se trata de una piedra reutilizada, que no está en su ubicación original…
Ante la ausencia de citas en los libros consultados, Antonio me arrojó la pregunta: «¿Todavía tienes dudas de que has hecho un descubrimiento arqueológico?»
Y con esta pregunta nos retiramos a descansar de la intensa jornada montaraz, románica y fotográfica.
Una vez concluido el curso de fotografía, días después, continué con la curiosidad de saber si este friso era o no un descubrimiento arqueológico. Podría serlo, y podría ser mi primer descubrimiento . Por ello lo comuniqué a la sección de Patrimonio, del Servicio Territorial de Cultura de Palencia, servicio que a su vez lo puso en conocimiento del Obispado de Palencia, propietario de la Iglesia.
A través de estos procedimientos, contacté con José Luis Calvo , responsable de patrimonio de la Diócesis. Primero con una conversación telefónica y después con una primera entrevista en su despacho, en las que le fui relatando los detalles del descubrimiento.
Mantuvimos varias entrevistas, en las que repasamos las publicaciones existentes en torno a la iglesia de San Martín para constatar si existe algún autor que haga referencia a esta piedra tallada. Buscamos en la « Enciclopedia del Románico », Románico Digital , y en la edición «Románico de Palencia» de Miguel Angel García Guinea, y no encontramos ninguna referencia.
A mediados de octubre de 2016, decidimos visitar la iglesia, visualizar el lugar exacto donde se ubica, investigar «in situ» y de esa manera oficializar el descubrimiento.
Una Epifanía románica
Una soleada tarde de otoño, partimos desde Palencia hacia la iglesia de Quintanilla de la Berzosa. Allí, le mostré a José Luís, la ubicación de la piedra labrada. Con la ayuda de una pieza de andamio, que hizo las veces de puerta para evitar que el ganado se paseara por el portal de la iglesia, usándolo a modo de escalera, le enseñé con detalle las figuras que se representan en la talla de esta singular piedra. Así pudimos ver por el lado izquierdo, dos arcos de medio punto en los que se alojan la figura de un hombre barbado, coronado y con un cofre en su mano derecha. En el segundo arco lo que nos pareció la pequeña figura de un niño envuelto en paños . Por el otro lado del muro, dentro del granero, observamos dos hombres más, también dentro de los arcos , todo ello en buen estado de conservación, y con gran detalle en la representación de las figuras, los rostros y su indumentaria. Pensamos que puede representar la Epifanía .
Ya dentro del templo, encontramos restos de un marco de madera con pintura románica del Ara del Altar Mayor de dicho templo parroquial. La pintura con decoración geométrica, en rojo y negro, es semejante al marco de otro Ara románico (s.XII) conservado en el Museo Diocesano, y procedente de la cercana localidad de Cubillo de Ojeda. Estos restos se trasladaron al Museo Diocesano, por su Delegado para su conservación y exposición.
En este viaje, también visitamos a las personas que se ocupan altruistamente de atender a los visitantes, o de comunicar incidencias. Viven en pueblos cercanos, escasamente poblados, dejamos la llave de nuestra iglesia al Párroco. Sirvan estas líneas como merecido reconocimiento a todos ellos.
Así, regresamos, comentando durante el trayecto la conveniencia de iniciar una investigación en los archivos del Obispado . Consultar los Libros de Fábrica de la iglesia de San Martín, por si en ellos hubiera alguna referencia a la procedencia de este friso, la fecha en que se colocó allí, o cuál es la razón por la que ha permanecido oculto entre los muros. Las numerosas obras y reformas que esta iglesia ha sufrido en el transcurso de los siglos, se reflejan en estos libros, donde quizá pudiéramos encontrar alguna pista.
Después de numerosas consultas al archivo, revisados los «Libros de Fábrica», y el «Libro de Behetrías» (siglo XIV), no encontramos ninguna anotación que haga referencia al friso descubierto . Considerando que se encuentra oculto por el muro del granero, adosado a la iglesia, sí localizamos, a partir del año 1600, referencias a este granero , donde se almacenaban los diezmos y primicias, registrados en el libro de Tazmias. No se conservan libros anteriores al año de 1656.
La reforma de la portada de la iglesia de San Martín data del siglo XV , reubicando antiguos elementos decorativos y piedras de la fábrica inicial, románica, del siglo XII .
A la luz de estos datos, calculamos que si la reforma de la portada de la iglesia, data del siglo XV, y existen referencias al granero a finales del siglo XVI, deducimos que quizá con su construcción, el friso queda oculto por coincidir su ubicación en el lugar donde decidieron levantar los muros de éste.
Friso original del siglo XII
Lo que nos parece bastante seguro, es que el friso descubierto por sus características formales, es original del siglo XII , que seguramente pertenece a la propia iglesia de San Martín, de esa misma época; que esta piedra fue reutilizada y reubicada en la reforma de la portada del siglo XV, junto con otros elementos, y posteriormente ocultada o tapada por la construcción del granero y uno de sus muros a finales del siglo XVI o comienzos del XVII.
Esta piedra labrada ha permanecido «escondida» por el muro del granero durante varios siglos. Por este motivo no ha sido catalogada, dado que permanecía oculta , incluso durante las obras de consolidación y rehabilitación de esta iglesia, que el Centro de Estudios del Románico de Aguilar de Campoo ejecutó en los años 1989 y 1990, cuando catalogaron los dos capiteles románicos.
Ello también explica su buen estado de conservación .
Con el paso del tiempo, el muro del granero se va desplomado respecto al muro principal de la iglesia, los materiales de la junta que los une ha ido progresivamente desapareciendo, dejando parte del friso muy tímidamente a la vista, lo que posibilita su descubrimiento en septiembre de 2016.
Para una investigación en profundidad, sería necesaria una intervención que despeje la piedra tallada del muro que la oculta, e intervenir sobre el friso para su limpieza y posterior estudio, que seguramente arrojaría más datos.
José María Menéndez Jambrina , Doctor en Bellas Artes.
José Luis Calvo Calleja , Responsable de Patrimonio, Obispado de Palencia
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