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El galeón de Manila zarpa desde el Museo Naval

Una exposición reconstruye la cubierta de la nave en tamaño real y recupera la gran aventura del buque español que inventó la globalización en el siglo XVI

Jesús García Calero

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¿Cuándo empezó la globalización? No muchos lo recuerdan: pero a los navegantes españoles debemos la primera red mundial de comerci o. El Museo Naval de Madrid inaugura hoy una preciosa exposición dedicada al Galeón de Manila , una memoria necesaria de cómo fue posible crear aquella ruta que unió tres continentes de manera continuada durante 250 años y que se convirtió en la primera red global de intercambio comercial, cultural, político y, en ocasiones, militar de la historia.

Desde la porcelana Ming , o Quing, a los mantones de Manila, desde especias a los toros de lidia que llegaron a Manila. Todo viajó en las bodegas de este galeón. La ruta era durísima, puesto que duraba meses, pero también lucrativa. Hasta cuatro meses de retorno con un galeón cargado hasta los topes, que inundaba el mercado de Nueva España con los productos del extremo or iente . Los galeones fueron también, a su modo, los últimos de Filipinas.

Por supuesto hubo dura competencia. Los portugueses batallaron a los españoles en las antípodas , y los chinos pujaron por una influencia en los archipiélagos cuya presión produce hoy todavía tensiones fronterizas que el pasado verano vivieron un momento álgido . Porque tal vez los desafíos de nuestro mundo globalizado no son tan diferentes de los que hallaron aquellos súbditos de Felipe II.

En la muestra, que repasa la cartografía, los tipos de naves que dieron continuidad a aquel milagro de exploración, la historia de los hombres que lo hicieron posible , así como los mejores productos que viajaron hasta México y España, podemos comprender la importancia del galeón gracias al trabajo de los comisarios Pedro José Giner Lara -tristemente fallecido poco tiempo antes de la inauguración- y Mariano Juan Farragut .

Es más, podemos entrar realmente en la bodega de uno de aquellos barcos atestados de ca rga , recreada en el final del recorrido por el equipo de DSV que ha diseñado la muestra (Carlos León y Carlos Barrot, que también diseñaron la exposición «El último viaje de la fragata Mercedes» ). Y virtualmente, gracias a una consola de realidad aumentada podremos, asimismo, utilizar el móvil para navegar por las rutas y los logros de aquellos marinos casi olvidados.

El viaje comienza, como entonces, con un viaje más allá del horizonte conocido. Porque para establecer la ruta fue necesario un alarde náutico. La llegada de Colón a América -que en el fondo estaba inspirada por la ambición de llegar por otra ruta al comercio de especias dominado por los portugueses que bordeaban África- y la conquista de México fueron sentaron las bases. Pero después Núñez de Balboa descubrió en 1513 la Mar del Sur y Magallanes, en 1520 entró en el Pacífico, al que dio ese nombre por la buena navegación que llevó durante su travesía, viento en popa. Y por supuesto, Elcano, que terminó la primera vuelta al mundo en Sanlúcar de Barrameda con dieciocho hombres exhaustos que abrieron el futuro a la globalización.

Sin embargo, los mismos vientos que permitían atravesar el océano raudos hacia el oeste, hacían imposible el retorno . El marino que realizó ese nuevo logro fue Andrés de Urdaneta, un sagaz agustino con un talento descomunal para la nave gación, que descubrió en 1565 el tornaviaje, navegando desde Manila hacia el nordeste hasta latitud 30º Norte, donde los vientos impulsaban las naves hasta Acapulco.

Y desde entonces no paró algún galeón de transitar la ruta. Gracias a él llegó la total hegemonía en el Pacífico, conocido durante mucho tiempo como «el lago español» , porque los ataques de piratas y corsarios que sufrían los buques de la Carrera de Indias en el Caribe no llegaron a producirse hasta fines del XVII en el Mar del Sur.

Seguro que imaginan que no era un «lago» fácil de cruzar. Desde los primeros viajes demostró ser, además de lucrativa, una de las rutas más duras de la Tierra . De Manila a Acapulco los tripulantes se exponían a enfermedades y peligros. Muchos de ellos, por ese motivo, lograban enriquecerse en dos o tres viajes y después abandonaban el servicio. El Galeón siempre anduvo necesitado de buenos pilotos por ese motivo . Pero lo importante fue, precisamente, el intercambio continuo al que dio lugar.

Recorrido por la exposición

La muestra del Museo Naval se abre con un mural audiovisual muy impactante, un recuento total de buques y viajes que demuestra para el que ha sido necesaria una ardua investigación, llevada a cabo por el ingeniero náutico Francisco Fernández González . Después, el visitante contempla los grandes personajes, Balboa, Magallanes, Elcano, acompañados de un modelo de la nao Victoria , el primer barco que dio la vuelta al mundo.

Seguidamente conocemos la historia de la ruta, cómo se establece, y los cambios que favorece. Vemos una maravillosa carta náutica de 1650 en la que aparece el tornaviaje , pero también nos cuentan, bajo un cielo de constelaciones, los avances de los instrumentos astronómicos que hicieron posible aquella navegación redonda como la tierra. Desde el astrolabio y el nocturlabio al sextante, desde la ampolleta hasta el cronómetro de longitud . Porque si hubo un lugar donde alumbró el Siglo de las Luces fue en el mar antes oscuro: la ilustración impulsó la ciencia náutica y la comprensión de la Tierra tal y como es.

Nada como el navío para resumir el progreso técnico, porque los barcos fueron las máquinas más complejas de su tiempo , algo así como las naves espaciales de los siglos XVI- XVIII. Y son las que hicieron posible el imperio español y el mundo como lo conocemos. Un diorama da buena muestra de las diferencias entre los dos mundos: el galeón y sobre todo el navío de línea frente a los juncos filipinos, pequeñas naves idóneas para culturas que aún no habían salido de sus propios horizontes.

Colección Ybarra, única en el mundo

El otro gran hito de la muestra es la colección Ybarra de cerámica china. El coleccionista sevillano Juan Ybarra ha cedido para esta exposición un conjunto único en el mundo , de una calidad insuperable, que nunca se había expuesto antes. Vajillas Quing, soperas con forma de peces y toros, incluso realizadas por encargo con el escudo familiar español resume de manera elocuente el cruce de los dos mundos, el prestigio asociado a la importación de bienes lujosos entre la nobleza española y novohispana. La imagen del mercado de la ciudad de México en el XVII también resume perfectamente esta mezcla de tres mundos, que España tiende a olvidar como propia .

Gentes de aquí y allá comercian, se conocen y reconocen durante 250 años en una relación intensa y no exenta de cambios y problemas. Con el XVIII llegan los piratas al Pacífico , y los corsarios que acechan al galeón español. Una nave comercial que, todo hay que decirlo, iba tan cargada que llevaba desmontadas las piezas de artillería y por eso solía ser más vulnerable a los ataques.

Otro aspecto importante es el religioso, y en la muestra puede verse la imagen del Niño de Cebú , así como una virgen del Rosario, protectora de los galeones y los marinos en aquellos tiempos. Con los ojos cargados como un galeón de tanta historia, llegados al final del recorrido, entramos en la bodega del galeón , el recinto de madera capaz de transportar con vida a los viajeros y sin daño las mercancías en aquel primer comercio global de la historia.

¿Por qué España no mantiene una relación más vivaz con su inmensa historia? ¿Por qué no se estudia con más atención en las escuelas nuestra historia naval? ¿Acaso no es parte fundamental de lo que aportamos al mundo en que vivimos? Tal vez esta muestra del Naval está en el camino de la recuperación necesaria de todo aquello que, después de tanto darlo por sabido, habíamos llegado a infravalorar. Nuestro país dibujó el mundo tal y como lo conocemos . Un mundo que sigue desordenado, a pesar de que cada periodo histórico buscó su porpio orden, y cada vez más conectado, desde aquella primera conexión española del galeón de Manila. Tal vez podamos responder mejor a nuestros desafíos de hoy conociendo los de entonces, no con menos audacia y acierto que nuestros antepasados.

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