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Cindy Sherman se pasa al «selfie» en Instagram

«Me parece algo muy vulgar», dijo en 2016 sobre su proliferación en las redes sociales

Un ejemplo de los «selfies» que Cindy Sherman sube a su cuenta de Instagram Instagram
Javier Ansorena

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Cindy Sherman (New Jersey, 1954) ha levantado una obra fotográfica monumental centrada en el autorretrato. La artista estadounidense construye identidades y cuestiona su naturaleza en retablos muchas veces artificiosos, complejos, llenos de teatralidad e impostura. Lo ha hecho desde finales de los años 70. Desde hace un puñado de años, teléfono en mano, millones de personas descargan cada día sus autorretratos –ahora conocidos como «selfies»– en redes sociales como Instagram, Facebook o Snapchat. La autofoto es parte del paisaje humano contemporáneo: en el autobús, en cualquier sala de espera, cuando vas al fútbol, en cada bar de noche, todo escenario sirve para el retrato personal. Sus protagonistas no están tan lejos de Sherman cuando presentan su identidad a la red social: la manipulan, la embellecen, la limpian de complejos. Como la chica que se atusa el pelo, el chaval que aprieta sus morros y escoge un ángulo favorecedor, la señora que coloca la sonrisa ensayada, el deportista que acaba el entrenamiento y se asegura que aparezcan los músculos sudorosos e hinchados por el esfuerzo. Después se aplican filtros atractivos, luces que borran arrugas, contrastes que añaden encanto al momento y «emojis» de satisfacción .

Instagram

Hasta hace poco, Sherman no se había interesado por este fenómeno, que es sobre todo narcisismo sin ninguna ambición artística, y que en su intención y su ejecución está muy lejos de los complejos autorretratos de la fotógrafa. «Me parece algo muy vulgar» , dijo sobre esa proliferación de «selfies» superficiales en las redes sociales en una entrevista con The New York Times el año pasado.

Instagram

Algo ha cambiado, sin embargo. A finales del mes pasado, Sherman hizo pública su cuenta en Instagram. La había abierto en octubre del año pasado durante una estancia en Japón. Durante meses, fue una cuenta convencional, como la de cualquier persona de su edad que viaja y le interesa el arte: paisajes, barcos en un puerto, comida y más comida, atardeceres desde la ventanilla del avión, fotos con amigos, visitas a museos y galerías… Desde mediados de mayo, sin embargo, empezó a experimentar con «selfies» en la red social. Quizá descubrió que lo que hacen millones de personas cada día podía ser una forma de regresar a sus obsesiones desde un medio diferente. En el segundo de esos autorretratos en Instagram, fechado el 12 de mayo, explica en la descripción que usa la aplicación FaceTune para deformar o exagerar sus rasgos. Es una imagen sencilla, que todavía deja ver el aspecto natural de la fotógrafa. Con el paso de los «selfies» ahonda en el uso de esa herramienta y también de Perfect365, una aplicación que simula el uso del maquillaje. Pero su objetivo no es embellecer su imagen : el resultado es cada vez más histriónico y exagerado. Desde entonces ha colocado más de tres docenas de «selfies» que se mueven entre la distorsión, la monstruosidad, la exageración y lo onírico. Algunas juegan con el embellecimiento del sujeto hasta el ridículo. Otras lo convierten en un monstruo contemporáneo, con caras que parecen deformadas por cirugías estéticas imposibles.

Instagram

Las intenciones de Sherman con estas imágenes y con su apertura al público no están claras. Es fácil ver en ellas un comentario despiadado sobre la era de obsesión con el propio yo que vivimos, en la que las redes sociales y las plataformas móviles son un altavoz poderoso. También abre una discusión sobre la forma en la que se muestra el arte, sobre el papel de las galerías y museos, sobre la incipiente capacidad de los artistas de crear otros canales para su obra. Sherman no ha aclarado si el proyecto se quedará en Instagram o saltará a las paredes de una galería (otro artista contemporáneo, Richard Prince , maestro de la apropiación artística, encendió la polémica en 2015 por organizar una exposición con imágenes sacadas de las cuentas de Instagram de famosos). Lo cierto es que Sherman ha encontrado un universo de posibilidades en un medio al que hace no tanto despreciaba. «Soy buena usando mi cara como lienzo», dijo en 2011 en una entrevista a The Guardian. Ahora ese lienzo está a su disposición en la palma de su mano, a cada momento, listo para ser deformado con la punta de sus dedos.

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