En busca de Europa

La quieren reformar, la quieren destruir , la intentan proteger, todo el mundo habla de Europa , pero en el fondo nadie tiene claro qué es o qué ha sido y mucho menos qué será. De hecho, el museo que acaba de inaugurarse en Bruselas ni siquiera se llama museo, sino Casa de la Historia Europea y aún ayer mismo, mientras las autoridades y los comisarios empezaban a enseñar sus salas, se abrió paso casi de forma espontánea la idea de ponerle un nombre en latín, Domus Historia Europae, teniendo en cuenta que para respetar las sensibilidades más acusadas, todas las explicaciones se han traducido al babel de las 24 lenguas oficiales.

Esencialmente, lo que se muestra es la superposición de la historia de los países que forman este continente, con todos sus matices y sus pesadillas. Lo más evidente es que sirve para constatar precisamente la dificultad de aprehender el concepto de historia de Europa. ¿Empieza en la Revolución Francesa o es fruto de la homogeneización jurídica que impuso por la fuerza Napoleón? ¿Somos acaso herederos del Imperio Romano? El visitante obtendrá sus propias conclusiones cuando vea que se expone la pistola con la que fue asesinado en Sarajevo el archiduque F rancisco Fernando , heredero del imperio Austro-Húngaro, que fue fabricada en Bélgica. Es decir, que el acontecimiento que provocó la Gran Guerra de 1914 , la guerra europea por antonomasia, fue ya un hecho continental, con carambolas que atravesaron las fronteras que en aquellos días saltaron por los aires.

El diseño es obra de la división de exposiciones de Acciona , una empresa española, que ha hecho un trabajo imaginativo, pero exento de fuerza, aunque es cierto que el proyecto no ha sido fácil de completar. Lo puso en marcha en 2007 el alemán Hans-Gert Poettering cuando fue elegido como presidente del Parlamento Europeo y los años de retraso se deben a las dificultades para encontrar un lenguaje común, una narrativa neutra y políticamente correcta que es en parte causa de que el resultado sea tan poco impresionante.

El lugar, el edificio Eastman , levantado por el fundador de Kodak en 1935 en un entorno entonces excepcional, como clínica dental para obreros, es un acierto, aunque los arquitectos encargados de la renovación han gastado casi 50 millones de euros del presupuesto del Parlamento Europeo y no han logrado conservar su brillantez. Pero como dijo ayer el actual presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani , esta es una inversión en cultura y la cultura no tiene precio, porque es lo que nos hace humanos. Es decir, en nuestro caso europeos.