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La Pax Anza, el triunfo de los españoles frente a navajos, comanches y apaches

El militar Juan Bautista de Anza logró pacificar el sur y oeste norteamericano en 1776, llegando a acuerdos para la colonización civil de California

Juan Bautista de Anza abriendo la ruta de Nuevo Mexico a California

BORJA CARDELÚS

1776. Una delegación de colonos españoles visita a Teodoro de Croix, comandante de las Provincias Internas del Virreinato de Nueva España , el enorme espacio del norte de México y el Suroeste de Estados Unidos. Su relato es desgarrador.

«Vivimos en estado de angustia , porque sabemos que, antes o después, una cuadrilla de indios pondrá cerco al rancho de cualquiera de nosotros. Lo saquearán, nos matarán, y hasta raptarán a nuestros hijos pequeños y no los volveremos a ver. No podemos seguir viviendo así. Si no se cortan de raíz estos asaltos, abandonamos la tierra y volvemos a España».

El problema es grave, porque las tropas de los Presidios nada pueden hacer ante los escurridizos indígenas, que asestan los golpes, huyen a caballo y se ocultan en la inmensidad del territorio al norte del río Grande. La milicia sale en su busca, pero es inútil: el ruido y la polvareda que levanta la hueste la delata a leguas de distancia , mucho antes de que siquiera se aproximen a los refugios indios. Tratar de localizarlos en aquellos páramos infinitos es como encontrar una barquilla perdida en el océano. Y si los colonos abandonan la tierra y sus ranchos, España se quedaría sin presencia efectiva, lo que ansían países como Francia o Inglaterra para ocupar su plaza.

Un vasco en tierra de frontera

Pero De Croix tiene al hombre adecuado. Se llama Juan Bautista de Anza, es de origen vasco , y acaba de abrir una ruta terrestre entre Nuevo México y California , conduciendo a través de desiertos y sierras una partida de doscientos cuarenta españoles, ganados y caballos, la semilla de la ocupación civil de California (esa ruta ahora es la Anza National Historic Trail). Y tras depositar salvos a los colonos en la Misión de Monterrey, Anza ha establecido en California el embrión de una nueva ciudad que se llamará San Francisco.

Tantos méritos aconsejan a De Croix proponer al Rey Carlos III el nombramiento de Juan Bautista de Anza como Gobernador de Nuevo México , con el específico cometido de resolver el problema indio en la llamada tierra de frontera.

Anza estudia el problema. De las grandes tribus de las praderas una es fiel aliada, los indios Pueblo , que aceptaron integrarse en la cultura occidental a través de las Misiones, y tres hostiles, reacias a cualquier forma de integración. Son los Apaches, Navajos y Comanches, estos cada vez más envalentonados , como acaban de demostrar asolando la Misión de San Sabá. Su jefe es el afamado Cuerno Verde, el caudillo invicto de las praderas . Anza decide centrarse en él a la hora de diseñar su estrategia.

Como jefe superior de los Presidios, cuya disciplina militar es muy deficiente y la moral muy baja, toma bajo su mando las tropas y entrena a fondo a los soldados durante semanas . Y cuando los juzga preparados, parte al frente de la tropa. Ha ordenado forrar los cascos de los caballos para no levantar polvo ; caminar de noche, en silencio, sin levantar hoguera alguna, y así se adentra en el territorio de Nuevo México, acercándose al corazón del pueblo comanche.

Ataque por sorpresa

El sigiloso acercamiento rinde el primer fruto, al sorprender a una pequeña partida comanche a la vera de un río. Les apresan y revelan el escondite preciso de Cuerno Verde y sus huestes. Ha llegado la hora de ejecutar la parte crucial del plan. Anza espera la llegada de las sombras para avanzar. Lo hacen despacio. Extreman el silencio. Y al amanecer caen en perfecta organización sobre los Comanches. Atenazados por la sorpresa, se defienden los indios atropelladamente, pero en la refriega que sigue el jefe Cuerno Verde muere , rindiéndose el resto sin más lucha.

La primera parte del plan se ha consumado con éxito, y sucede ahora como preveía Anza: a la vista de que los españoles han acabado con su invencible jefe, la nación Comanche se rinde, ofreciendo su colaboración a Anza. Amedrentados, los Navajos les secundan y demandan la paz.

Ahora Anza cuenta con la alianza de los Comanches y los Navajos, además de los Pueblo, y llega el momento de rematar su preconcebida estrategia: Reúne bajo su mando a todas las tribus y las lanza contra los Apaches, los más agresivos e irreductibles , los causantes de la mayor parte de los asaltos a los ranchos y haciendas españoles.

Viéndose cercados por todas partes, los Apaches deciden deponer a su vez las armas . Al más clásico y teatral estilo indio, se acuerda entonces la paz de todas las tribus con España, la Pax Anza, fumando los jefes en una tienda la pipa de la paz con Juan Bautista de Anza, un genio de la milicia y de la política, uno de tantos héroes desconocidos españoles, que logró el imposible de llevar la tranquilidad y la estabilidad al Septentrión de la Nueva España, la tierra de frontera .

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