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Leyendas

El tesoro del corsario español que inspiró la Canción del Pirata

¿Qué fue del botín de «La burla negra» que capitaneaba Benito Soto?

El tesoro del corsario español que inspiró la Canción del Pirata ABC

mónica arrizabalaga

« Hallazgo de duros en las playas de Cádiz », publicaba ABC en junio de 1904 junto a dos fotografías de la multitud que se volcó aquellos días «a la grata tarea de desenterrar duros de entre la arena». Unos trabajadores de una almadraba habían dado con unas monedas al abrir una zanja para enterrar los desperdicios de los atunes y pronto se corrió la voz, desatando la euforia en la ciudad. « Allí fue medio Cádiz con espiochas, y la pobre mi suegra y eso que estaba ya medio pocha», cantó al año siguiente la famosa chirigota de Los anticuarios que describía cómo «con las uñas a algunos vio yo escarbar, cuatro días seguíos sin descansar» . Los «mariscadores de duros» de toda clase y condición encontraron al menos 1.500 piezas.

« Aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar », que decía la copla del Tío de la Tiza, eran monedas acuñadas en México entre 1753 y 1755, procedentes al parecer del botín reunido por el bergantín pirata « El Defensor de Pedro» en sus pillajes por el Atlántico. El buque que capitaneaba el gallego Benito Soto (1805-1830) encalló cerca del Ventorrillo del Chato el 9 de mayo de 1828 al confundir el faro de la isla de León con el de Tarifa. «No se sabe bien si arribaron allí por error o si en realidad querían ir ya que Cádiz era un lugar de gran tráfico con América, con mucho movimiento», apunta el pontevedrés Alberto Fortes, autor de « Navegantes, corsarios y piratas. Rías Baixas » y de la novela « Amargas han sido las horas » que protagonizan Edgar Allan Poe y su paisano Soto.

Fuera como fuese, en Cádiz los piratas debieron gastar a manos llenas, llamando la atención de las autoridades que acabaron por prenderles. Al menos a 16 de ellos, porque el segundo de a bordo escapó y el capitán huyó a Gibraltar. «Los piratas intentaron en el juicio -sin éxito porque diez de ellos fueron ahorcados el 12 y 13 de enero de 1830- que la culpa recayera en Benito Soto, del que dijeron que era expeditivo y cruel , que se regía por el dicho de " gato muerto no maúlla "», afirma Fortes citando los extractos del proceso recogidos por Joaquín Lazaga y Garay en 1892 .

«Es cierto que era desalmado , pero hay que tener en cuenta la época. España llevaba un siglo luchando contra los ingleses y en Pontevedra, de donde era Soto, había mucho corso . Se debía creer que aún combatía contra los ingleses a su manera porque su obsesión con ellos era clarísima. A los tripulantes de un barco portugués que asaltó no les hizo nada», explica el historiador gallego.

No corrió la misma suerte la tripulación y el pasaje de otros buques que se cruzaron en su camino, como la fragata mercante inglesa «Morning Star» , el bergantín inglés «New Prospect» o la fragata estadounidense «Topaz» , de la que sólo quedó un superviviente. Con las bodegas llenas, puso rumbo a Galicia «La Burla Negra» , nombre con el que Soto había rebautizado a «El Defensor de Pedro» tras hacerse en enero de 1828 con este bergantín de bandera brasileña dedicado a la trata de esclavos.

Dos cofres de oro y joyas en Pontevedra

El 10 de abril de aquel mismo año y bajo el nombre falso de «Buen Jesús y las Ánimas», los piratas de Benito Soto llegaron a Pontevedra. «Fondearon en Beluso y con ayuda un tío de Soto, José Aboal, que tenía un barco para el tráfico de ría, descargaron en la ciudad dos cofres con oro, plata y piedras preciosas », relata Fortes. Así lo contaron durante su juicio en Cádiz los propios piratas, que no revelaron sin embargo dónde fue llevado el tesoro. En Pontevedra siempre se ha creído que fue enterrado en la Casa de la Campana , el edificio civil probablemente más antiguo de la ciudad hoy sede del Rectorado de la Universidad. «En la prensa se publicó que su antiguo propietario incluyó una cláusula en la venta en la que se refería al tesoro», recuerda el escritor.

En la casa, que fue conocida popularmente como la del «Bar Pitillo» por el establecimiento que había en su bajo, nunca se ha encontrado nada, ni tampoco se busca. «No hay nadie que lo tome en serio porque no hay ningún dato real», según Fortes.

Tampoco en el solar situado «entre la séptima y la octava casa de la rúa de San Roque de Abaixo empezando desde el puente», donde nació Benito Soto y vivía su madre. En 1926 la prensa se hizo eco del hallazgo de un baúl de gran tamaño, acompañado de un sable y una pistola, en unas excavaciones en ese barrio de Moureira, aunque el contratista de la obra, Manuel Fontao, desmintió los hechos.

La Casa de la Campana, objeto de la mayoría de los rumores, era propiedad de Francisco Javier Bravo, el regidor perteneciente a la alta sociedad que facilitó a Soto el desembarco en La Coruña de los 28.000 pañuelos de seda que llevaba en las bodegas del Defensor. En los archivos del Colegio de notarios de La Coruña, Fortes encontró una protesta de mar que sirvió al barco pirata para justificar la entrada en el puerto simulando una arribada forzada. Era el 26 de abril de 1828. «Algún problema debieron tener porque salieron de La Coruña rápidos », cuenta Fortes. El 5 de mayo, «La Burla Negra» puso rumbo al sur, quizá hacia Gibraltar. Allí Soto pretendía cobrar unas letras de cambio y allí fue donde finalmente fue apresado tras huir de Cádiz.

El español más legendario de la historia de la piratería fue juzgado por un tribunal inglés («en la British Library hay un escrito sobre el juicio», apunta Fortes) y finalmente ejecutado el 25 de enero de 1830 en el Peñón. Tenía 26 años y cuentan que antes de ser ahorcado gritó: «¡Adiós a todos, la función ha terminado!».

«Llegaba, sin embargo, con los pies al suelo y como no se moría, tuvieron que cavar debajo », relata Fortes. Ése fue el fin del último pirata del Atlántico, el hombre en el que dicen que se inspiró el poeta José Espronceda (1808-1842) para su « Canción del pirata », «bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido».

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