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Arqueólogos británicos excavan los restos del campamento de Lawrence de Arabia

En el sur de Jordania aparecieron los restos del refugio desde que la guerrilla inglesa atacaba posiciones turcas en abril de 1918

Arqueólogos británicos excavan los restos del campamento de Lawrence de Arabia John Winterburn / Gilman collection

jesús garcía calero

Más allá de la leyenda de Lawrence de Arabia , los restos arqueológicos de un campamento en medio del desierto han llevado a los expertos a recuperar parte de la historia real. Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Bristol, dirigidos por John B. Winterburn , ha localizado y estudiado científicamente los restos de uno de los campamentos utilizados por T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) durante la gran revuelta árabe contra el imperio otomano en el marco de la Primera Guerra Mundial . El rastro dejado por la escurridiza guerrilla con apoyo militar británico en el desierto fue muy sutil, pero el llamado campamento de «Tooth hill» (colina dentada) ha sido hallado prácticamente intacto. La historia de cómo se localizó el campamento en la actual Jordania ya es asombrosa (ocurrió hace poco más de un año) así como las más recientes conclusiones del equipo científico que ha rastreado las huellas que dejaron los combatientes.

El libro de T. E. Lawrence «Los siete pilares de la sabiduría» dio la primera pista a Winterburn. Este arqueólogo, que colabora con las autoridades jordanas de Patrimonio, lleva desde 2006 impulsando el «Proyecto Gran Revuelta Árabe (GARP)». Como británico, soñaba con hallar huellas de la historia de Lawrence mientras investigaban en el sur del país, cerca de Wadi Rum, a lo largo de la línea ferrea Hijaz que los turcos tendieron en 1904 entre Damasco y Medina con fines religiosos, para transportar a los peregrinos que van a la Meca.

Al estallar la I Guerra Mundial, esa arteria de comunicaciones había comenzado a transportar tropas y equipo con el que militarizaron el territorio. Ello amenazaba directamente los intereses de Londres en Egipto y el Canal de Suez, vital para unir la metropoli con India. Por ello, cuando en julio de 1917 un joven oficial británico apoyado por tropas árabes tomó la inexpugnable Aqaba , sorprendió tanto a los turcos como a los ingleses: ambos lo consideraban imposible. Así Lawrence de Arabia se hizo leyenda y cambió el curso de aquella guerra. Desde Aqaba, atacaron las fortificaciones de la línea Hijaz, hacia Damasco.

Poco después una pequeña flota aérea operaba desde un aeródromo secreto mientras se internaban en el desierto pequeños destacamentos británicos en Rolls blindados y camiones Talbot. Una pesadilla para los turcos. En abril de 1918, uno de esos pequeños grupos acampó en el lugar bautizado «Tooth hill». Y Winterburn recordaba el pasaje del libro de T. E. Lawrence en el que se habla de «nuestro viejo campamento de la colina dentada frente a la estación Shahm». ¿Cómo hallarlo, en medio del desierto casi infinito?

La respuesta vino en septiembre de 2012 cuando en un simposio le enseñaron a Winterburn una foto de un grupito de Rolls blindados frente a una colina dentada y le preguntaron: ¿No sabrá dónde es esto? Vaya si lo sabía. Pero, ¿cómo encontrarlo? Para ello fue necesaria una investigación en los archivos de la fuerza aérea, la Xª Ala de la RAF. Un pequeño mapa trazado por un piloto para orientarse en un vuelo de reconocimiento de abril de 1918 tenía marcada una pequeña colina como «Tooth hill». Todas las piezas casaban.

Te y ginebra

Entonces volvieron al desierto, John Winterburn y Neil Faulkner y Nick Saunders como directores de excavación. Y hallaron el lugar. Su trabajo se centró en dos fuegos de campamento en torno a los cuales documentaron diversos restos de vituallas que se usaban aquel 1918 en el ejército, piezas de los transportes y restos de munición. Peinaron la zona y fueron dibujando y excavando totalmente el campamento. No podían dejar nada porque, tras hacerse público, muchos cazatesoros tratarían de vender recuerdos de Lawrence .

Todo lo hallado corresponde con el paso fugaz de aquellos hombres que comían vacuno en lata, verduras en lata, leche condensada en lata, te y ginebra Gordons en botella y otros elementos del rancho en jarrones que aparecieron también trizados junto a las piedras y el carbón ennegrecidos aún y la arena cristalizada por efecto del fuego. Ni siquiera hubo que desenterrar los restos, que estaban a la vista, cientos de casquillos oxidados, testigos de otro tiempo. Restos abrasados por un siglo bajo el sol más implacable del planeta. Todo dibujado, localizado en GPS y rescatado como parte de la arqueología militar de la I Guerra Mundial.

Aun así, en los oídos de los arqueólogos, según relatan en sus trabajos en revistas especializadas, el viento dejó viejos ecos de risas y canciones bajo la cúpula estrellada. Contuvieron al enemigo en una guerra asimétrica -de esas que hoy se estilan- en la que los británicos estaban en desventaja. Su aliado fue el desierto, el sigilo, el silencio. Y en la noche cantaban y velaban armas como una piña bajo el cielo estrellado esperando que el nuevo día no fuera el último.

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