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¿Por qué nos hacen reír Mortadelo y Filemón?

La exposición «Francisco Ibáñez. Mago del Humor» muestra algunas de las claves del éxito de la pareja de torpes detectives

¿Por qué nos hacen reír Mortadelo y Filemón? abc

p.m.p.

Habría mucho que rebuscar para encontrar una serie de humor más longeva y de mayor éxito en España que «Mortadelo y Filemón» . Porque no la hay. Varias generaciones se han reído con las aventuras y desventuras, los porrazos y persecuciones de este par de detectives incapaces de resolver por sí mismos ningún caso, y lo más curioso es que niños, jóvenes y adultos encuentran hilarantes unas historias que repiten una serie de esquemas.

1. Los disfraces. Ibáñez creó en 1957 a sus dos torpes detectives siguiendo las indicaciones del director de Bruguera, Rafael González, que especificó que uno de ellos debía poseer la facultad de disfrazarse. Mortadelo, al principio, llevaba un sombrero hongo del que sacaba sus trajes, pero pronto perdió este complemento. El autor nunca ha revelado de dónde diablos los saca desde entonces. Como se explica en la exposición del Círculo de Bellas Artes , los principales personajes de Ibáñez tienen una característica que los individualiza: Pepe Gotera la glotonería, Rompetechos la miopía... y Mortadelo la capacidad de convertirse en cualquier cosa.

2. Referencias. El zapatófono estuvo inspirado en la serie de televisión «Superagente 86». Los inventos del Profesor Bacterio son un cachondeo de los aparatos impecables que luce James Bond en sus películas . El Botones Sacarino también contiene guiños a otros personajes internacionales: su cara está inspirada en Gaston el Gafe y la vestimenta en Spirou.

3. La capacidad de Ibáñez de añadir diferentes gags en una sola viñeta es un caso insólito. Casi todos sus dibujos contienen detalles surrealistas que mueven a la risa: una araña, un gato al que un ratón le hace la vida imposible, una lagartija pisada, un personaje o una situación absurda al fondo... El caso más emblemático es el de la serie 13 Rue del Percebe, donde hay un chiste, o varios, en cada rincón del inmueble. E incluso en el trozo de acera.

5. Son los mismos esquemasargumentales, pero funcionan. Sus libros comienzan con una presentación del tema, que continúa con una llamada del Súper mientras los dos detectives están enfrascados en alguna situación rocambolesca que acaba en batacazo y persecución. Entonces tienen que acudir al cuartel general de la T.I.A. entrando por algún sitio estrambótico; si está por medio el Profesor Bacterio salen corriendo para evitar sus inventos... Y cuando comienzan la misión, sabemos que provocarán un desastre tras otro. Pero no es tanto lo que cuenta, sino cómo lo cuenta. Incluso durante muchos años tuvo que ceñirse al esquema de capítulos de cuatro páginas, ya que era así como iban apareciendo las historias largas en los tebeos de la época.

6. Humor para toda la familia. No hay malicia, ni cinismo, ni dobles sentidos, aunque sí muchos porrazos. A veces son tan duras las caídas que duelen hasta al lector, pero la recuperación siempre es inmediata.

7. Hay una larga serie de hilarantes personajes secundarios que enriquecen la trama argumental. Una de las últimas en aparecer fue la señorita Ofelia, en 1978, que ayudó a hacer más animadas las entradas de la pareja en las oficinas de la T.I.A. El propio Ibáñez confesó a ABC en una entrevista de 2005 que el Profesor Bacterio era para él un tipo impagable, ya que cuando escasean las ideas, recurre a algún invento estrambótico de este para salvar la papeleta. Por cierto, el odio de Mortadelo hacia el inventor proviene, sobre todo, del fallido crecepelo que probó en su cabellera.

8. Recurso a los acontecimientos de actualidad. Cualquier Mundial de fútbol y Olimpiada tienen a Mortadelo y Filemón dispuestos a tomar parte en el evento para llevarlos a la ruina. También ha tratado el racismo, las elecciones democráticas, el tráfico de influencias, el narcotráfico, el tratado de Maastricht, la corrupción, la prensa del corazón, el dopaje en el deporte, incluso la crisis... Son habituales caricaturas de políticos, pero sus chistes no son de izquierdas ni de derechas.

9. Las exageraciones. Todo es absurdo hasta extremos inconcebibles. Y da risa.

10 Los nombres. Son especialmente grotescos con los que bautiza a los «malos»: Doctor Bíchez, Antofagasto Panocho «El Tirano», Aniceto Papandujo «El Brujo»... Bestiájez en un clásico.

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