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la larga guerra del siglo xx. segunda guerra mundial (XXVIII)

Kursk demostró que la guerra había dado un vuelco irreversible

El Ejército Rojo forzará al enemigo a una batalla estática de desgaste en la que se diluye su ventaja maniobrera

Kursk demostró que la guerra había dado un vuelco irreversible

VÍCTOR JAVIER GARCÍA MOLINA

Todavía combatía el VI Ejército en Stalingrado y el Ejército Rojo proseguía su ofensiva general, golpeando tanto a las fuerzas ale-manas como a las de sus aliados húngaros e italianos (que a duras penas pueden escapar de la total aniquilación), y ya, a pesar de la gravedad del momento, el general Von Manstein, ahora a cargo de todo el Frente Sur, planea una contraofensiva que permita poner fin a la retirada general en todo el sector.

El éxito de Kharkov

A pesar de la obstinación de Hitler por no ceder terreno , al final se aprueba el plan para la que constituirá la tercera batalla de Kharkov (22 de febrero a 5 de marzo de 1943). La ciudad, cuarta en población de la URSS, es además un vital nudo de comunicaciones.

Reconvirtiendo la desbandada en todo el frente en un repliegue controlado , Von Manstein espera hasta el momento oportuno para golpear a las fuerzas soviéticas que, confiadas por sus recientes victorias, no esperan una contraofensiva de la magnitud de la desencadenada por el ejército alemán. Así, se logró la victoria para las fuerzas del Reich que, aparte de recuperar la ciudad de Kharkov, lograron estabilizar el frente y dar un respiro a las castigadas tropas del Grupo de Ejércitos Sur.

Es pues momento de hacer balance . En el norte y el Báltico, la situación, a pesar de los combates en torno a la ciudad de Leningrado, no ha variado prácticamente desde el invierno de 1941. En el centro, el rechazo de la ofensiva soviética de invierno ha proporcionado un respiro a las fuerzas alemanas y en el sur, a pesar de la reciente victoria en Kharkov, el desastre es total.

Los dos contendientes evolucionan a la inversa: a medida que la estrategia alemana se vuelve más rígida y los mandos del ejército pierden autonomía en la toma de decisiones debido a las continuas injerencias de Hitler, la estrategia soviética se torna cada vez más flexible, con Stalin delegando progresivamente en los jefes militares, sobre todo en aquellos que han probado su valía en el mando directo de tropas.

La situación para las fuerzas de la Wehrmacht ha degenerado en todo el frente ruso, de tal forma que la mayoría de los mandos dudan de que se pueda alcanzar la victoria militar sobre la URSS. Aún así, el Heer está firmemente establecido en el Frente del Este, controlando amplias zonas ricas en todo tipo de recursos y conserva, además, cierto grado de iniciativa…

Mientras el barro del deshielo, que ha sucedido a los meses de gélido invierno, obliga a una pausa en las operaciones, tanto alema-nes como soviéticos contemplan las diferentes opciones estratégicas con vistas a la s egura ofensiva de verano , que unos u otros lanzarán en cuanto la tierra se seque y permita el tránsito de las unidades mecanizadas por las llanuras de la estepa.

Dos posturas

Los alemanes se debaten entre dos posturas . Una, defensiva : dar tiempo a las Divisiones Panzer a rearmarse después de las derrotas del invierno. A las posibles ofensivas soviéticas se enfrentará una reserva de fuerzas acorazadas que, gracias a la superioridad táctica y maniobrera alemana —como se ha demostrado en Kharkov—, desbaratará los ataques enemigos. Así se podrá pasar hasta 1944, cuando de nuevo Alemania esté preparada para combatir en el este o en el oeste gracias a la creación de esa nueva fuerza móvil reforzada.

La otra postura se inclina, sin embargo, por un violento asalto sin dilación contra las líneas soviéticas, ya que —según sus partidarios— cuanto más tiempo se deje al Ejército Rojo más poderoso se volverá. La escasez alemana en medios blindados se paliará dando prioridad en el rearme a todas las unidades que participen en el ataque. Tanto en volumen como en calidad. Para llevar a cabo esta ofensiva se entregarían los nuevos carros y vehículos acorazado s: Panther, Hornisse, Ferdinand o Brummbär y también grandes cantidades de Tiger, que ya han debutado con éxito en Kharkov. La superioridad en hombres y medios del Ejército Rojo sería compensada por la calidad del nuevo armamento germano.

Desoyendo a sus expertos, la fe casi ciega de Hitler en su nueva generación de carros forzará la balanza: la Wehrmacht atacará .

La mayor batalla

En el otro bando, el debate es similar. Por un lado, Stalin, que desea relanzar las ofensivas cuanto antes, y por otro lado, la mayoría de los mandos directos del frente, encabezados por Zhukov, que propugnan librar primero una batalla defensiva… A diferencia de Hitler, Stalin se deja convencer por sus expertos . El Ejército Rojo (sin duda apoyado por los planes de Hitler) forzará a los alemanes a una batalla estática, de desgaste , en la que su ventaja maniobrera quede diluida entre las defensas construidas a tal fin. Y, una vez completada esta fase, sobrevendrá la ofensiva del Ejército Rojo , para la que se utilizarán las amplias reservas acumuladas tras el frente.

La planificación soviética cuenta con una ventaja adicional: gracias a su magnífica red de espionaje —«Lucy» y la «Orquesta Roja»—, la Stavka, el Estado Mayor del Ejército Rojo, sabe los planes y la localización del asalto alemán: el saliente de Kursk . Allí, en la mayor y más importante batalla de la Segunda Guerra Mundial, entre julio y agosto de 1943, la Wehrmacht, que inició el combate mejor armada que nunca y con la moral recuperada, fue vencida, confirmando que en Stalingrado la guerra había dado un vuelco irreversible.

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