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análisis

Héroe demediado

La figura del guipuzcoano es reconocida y admirada en Colombia

manuel lucena giraldo

Desde tiempo inmemorial se enseña a los niños colombianos la asignatura de «Historia patria» . Consiste en un despliegue de mitología republicana, con malos y buenos de película. Simón Bolívar el caraqueño y Francisco de Paula Santander, «hombre de las leyes», por una parte; el pérfido zamorano Pablo Morillo por la otra.

Quizás es una particularidad de Colombia que delata un extraordinario sentido común (no olvidemos que esta es una nación con un estado frágil, pero fuerte sociedad civil , el sector público apenas se vincula a un 19% del PIB), pero ese panteón de héroes oficiales siempre ha incluido a dos españoles. El médico gaditano devenido en naturalista y sacerdote José Celestino Mutis es una figura intocable. Hasta tal punto que ha circulado con su efigie impresa en los billetes del Banco de la República. La otra figura, el guipuzcoano Blas de Lezo , es reconocida y admirada.

En su caso, existe además un mérito mayor, no vinculado a que en su momento de gloria, en la defensa de Cartagena de Indias en 1741 ante la flota invasora británica del almirante Vernon , ostentara la condición de tuerto, cojo y manco por hechos de guerra. Lezo, héroe de Colombia, fue un oficial de la Real Armada, al servicio de la monarquía española desde 1704. Su vida habían sido el mar y las batallas, en Atlántico, Mediterráneo y Caribe . Cuando en 1737 llega al escenario bélico en el que se desata dos años después la guerra de la oreja de Jenkins, nombre del corsario cuyo apéndice seccionado por el capitán de navío Juan León Fandiño había sido mostrado como prueba de infamia en el parlamento británico, se encuentra con sus enemigos de toda la vida.

Es preciso recordar que la flota de Vernon (186 barcos con casi 30.000 hombres ) no era de asalto, sino de ocupación. Su propósito era, una vez logrado el control de Cartagena, apoderarse de toda América del Sur. Acreditados historiadores británicos han mostrado cómo, tras esta derrota, el carácter marítimo y comercial de la Gran Bretaña se acentúa y la tendencia al dominio de enclaves como Gibraltares por todo el mundo se consolida. Del lado español, seis navíos y algo más de 3.000 hombres, muchos de ellos mulatos y negros, les ganaron la partida.

Bien mirado, lo que asombra de Blas de Lezo , antes y ahora, es sencillo. Fue un hombre que cumplió con su deber.

Manuel lucena giraldo es historiador

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