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Exhuman el cuerpo del poeta Pablo Neruda

Mañana su féretro será llevado a Santiago, donde se analizarán sus restos para determinar las causas de su muerte

Exhuman el cuerpo del poeta Pablo Neruda EFE

LIBIO PÉREZ

Mañana su féretro será llevado a Santiago, donde se analizarán sus restos para determinar las causas de su muerte

Casi 40 años después de su muerte, el cuerpo del poeta Pablo Neruda volverá a recorrer los caminos de Chile, desde el mar hacia la cordillera, desde su residencia en Isla Negra a las calles de Santiago. Tras dos años de investigaciones, el juez Mario Carroza determinó que a partir de hoy comenzarán los trabajos de exhumación de los restos del premio Nobel de Literatura para determinar las causas de su muerte.

Mañana, el féretro del poeta será llevado a Santiago, donde una veintena de especialistas, chilenos y extranjeros, iniciarán los exámenes y análisis para despejar las dudas sobre las razones por las que murió en 1973, doce días después del golpe de Estado que derrocó al presidente socialista Salvador Allende.

Dudas hay muchas, como lo demuestra la resolución del magistrado Carroza, quien ha realizado el exhaustivo trabajo de recoger testimonios, registros e indicios para esclarecer si hubo intervención criminal en la muerte de Neruda, como lo afirma la querella interpuesta hace dos años por el Partido Comunista a través de su abogado, Eduardo Contreras.

El jurista, en un extenso escrito, indica que el cáncer de próstata que padecía Neruda estaba bajo control en septiembre de 1973; «en ningún caso estaba en estado terminal», dice. La querella criminal apunta a la responsabilidad que pueda tener el personal médico de la clínica privada donde fue internado Neruda. El certificado de defunción indica que Neruda murió a causa de complicaciones derivadas del cáncer, y precisa que tenía «una caquexia» (extrema debilidad muscular, fatiga y desnutrición).

El abogado Contreras añade que los registros médicos han desaparecido de la Clínica Santa María, pese a que legalmente deben ser conservados durante 40 años. Por esa razón no hay constancia de una inyección con sedantes que se le habría inoculado a Neruda horas antes de su muerte. El episodio, sin embargo, quedó consignado en los artículos publicados por los diarios «La Tercera» y «El Mercurio», que el 25 de septiembre de 1973 informaban sobre el deceso. En ambas notas periodísticas, cuya fuente era la propia clínica, que pasaban por la férrea censura impuesta por los militares, se indica que la inyección le fue aplicada en el abdomen del poeta para mitigar los dolores. El sedante le habría provocado un shock que derivó en un infarto cardíaco.

La tesis es sostenida, además, por el chófer de Neruda. Manuel Araya, quien condujo de urgencia a Neruda desde Isla Negra a Santiago y que lo acompañó en la clínica. Declaró ante la justicia que el autor de «Veinte poemas de amor y una canción desesperada» fue asesinado con algún componente tóxico que tenía la inyección. Araya relató que, tras acompañar a Neruda en la clínica, fue detenido en la calle por una patrulla militar y conducido al centro de prisioneros que funcionaba en el Estadio Nacional, donde fue sometido a torturas y vejaciones.

Una fuerte depresión

Cuando esa tarde del 19 de septiembre era trasladado a Santiago -ocho días después de la muerte de su amigo Salvador Allende-, Neruda ya había tomado la decisión junto a su mujer, Matilde Urrutia, de exiliarse en México. A los problemas con su próstata, que le tuvieron retirado de la vida pública varios meses antes, se sumó una fuerte depresión y decaimiento que se acentuaba cada vez que conocía detalles del golpe militar, la represión y la suerte de sus amigos que estaban en prisión o eran asesinados, como el cantautor Víctor Jara. De hecho, el embajador mexicano en Santiago informó a Matilde Urrutia que el avión que llevaría a Neruda ya estaba dispuesto por su gobierno.

El Partido Comunista sostiene que habría sido un gran problema para la Junta Militar de Augusto Pinochet que Neruda denunciara los crímenes desde el exilio. El poeta era un militante destacado del Partido Comunista que cedió a Allende la candidatura presidencial de la izquierda en 1970, fue un combativo senador que no dudó en pasar a la clandestinidad cuando su partido fue declarado ilegal a mediados de los años 40, momento que aprovechó para escribir su «Canto general». Inagotable viajero y refinado diplomático, Neruda tenía un ganado prestigio internacional que necesariamente sería molesto para los militares golpistas. La querella criminal recuerda que la represión de la dictadura de Pinochet traspasó fronteras con el Plan Cóndor y asesinó al general Carlos Prats en Buenos Aires y a Orlando Letelier en Washington.

Los querellantes también recuerdan que la Clínica Santa María, donde murió Neruda, es la misma donde el expresidente Eduardo Frei Montalva fue asesinado en 1982, como quedó comprobado en el proceso judicial. El líder democristiano, que encabezaba la oposición moderada a Pinochet a inicios de los años 1980, fue envenenado con toxinas. Las dudas sobre las causas de la muerte de Neruda son abundantes, aunque la Fundación que lleva su nombre y que administra todo el patrimonio que dejó el poeta ha actuado con cautela ante las investigaciones judiciales y ha estado distante de la querella del Partido Comunista.

Dos años de indagaciones

El juez Mario Carroza ha convocado a una veintena de especialistas chilenos y extranjeros, que serán liderados por el doctor Patricio Bustos, quien, al igual que el magistrado, estuvo en la exhumación de Allende. Como director del Servicio Médico Legal, Bustos también ha encabezado las investigaciones para determinar la identidad de restos encontrados de detenidos desaparecidos. Junto a su equipo, a partir de hoy también trabajarán especialistas de Estados Unidos, Gran Bretaña y tres expertos españoles, Guillermo Repetto, Aurelio Luna y Francisco Etxeberría, quien también estuvo en los exámenes que determinaron el suicidio de Allende.

En dos años de indagaciones el juez tuvo entre manos el testimonio del chófer de Neruda y la necesidad de comprobar su veracidad; si las historias, fechas y datos coincidían. Concluyó que el relato es razonablemente creíble. También tuvo que llegar a la convicción de que la exhumación, después de 40 años, y de que el cuerpo haya sido desenterrado y trasladado ya en dos ocasiones anteriores, puede arrojar indicios y pruebas de que hay elementos químicos tóxicos; científicamente, dicen los expertos, es posible.

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