'Gente Menuda', un repaso a los pioneros de la línea clara

En ambos casos la selección ha sido responsabilidad de Felipe Hernández Cava, comisario de las muestras que se remontan a una "época dorada del género". Se centran en una publicación "en la que convivieron creadores e ilustradores sobresalientes, a la altura de las mejores publicaciones italianas o francesas de la época". El suplemento infantil fue un vivo reflejo de la aportación de la vanguardia al universo gráfico a través del trabajo de los grandes autores e ilustradores y del momento. Dibujantes como el citado López Rubio, Cilla, Méndez Bringa, Espí, Medina Vera y Huertas y escritores como Elena Fortún, Carlos Luis de Cuenca, María Atocha Ossorio y Gallardo, María de Echarri, María de Perales y José Antonio Luengo.

Atención muy especial merece el personaje de Celia, una de las estrellas más brillantes en la constelación de 'Gente Menuda' creado en 1928 por Elena Fortún, seudónimo de Encarnación Aragoneses Urquijo. Las peripecias de Celia se publicaron regularmente en el suplemento hasta el estallido de la guerra civil. Ilustradas primero "a la antigua" por Santiago Regidor y luego por el modernista Serny, su éxito iría mucho más allá del suplemento y triunfaría en los oscuros años 40 junto a su hermano Cuchifritín y su primo Matonkikí. En los 90 triunfaría como serie de televisión.

Altibajos

'Gente Menuda' nació como una sección de la revista 'Blanco y Negro' el 23 de enero de 1904. Diez años después desaparece para regresar en mayo de 1928, esta vez incluido en las páginas del suplemento 'Blanco y Negro', donde se mantendría hasta 1932, antes de convertirse en suplemento independiente y gratuito. Hernández Cava sitúa la edad dorada de la publicación entre 1928 y 1936. De esos años datan muchos de los originales de la exposición que rescata "series de gran prodigio estético y narrativo". El estallido de la guerra y la incautación de los talleres suponen el final de esta publicación de la que fueron alma y columna vertebral Fortún y López Rubio. El último número salió a la calle unas horas después del alzamiento militar que precedió a la guerra. La muestra incluye 'Buena pesca' la última ilustración enviada por López Rubio a la redacción y que no llegó a publicarse. La contienda supondría "una vuelta atrás y gran retroceso" en la calidad de las ilustraciones que a juico del comisario "no saldrá del pozo" hasta bien entrados los año sesenta.

Contemporánea del 'TBO' y 'Pulgarcito', 'Gente Menuda' se distinguía, según el comisario "por sus los cuentos moralizantes, la divulgación de la vida de los animales y las plantas; la narración de los episodios de la infancia de personajes históricos propuestos como modelos; reportajes sobre actividades infantiles; explicaciones geográficas y los concursos".

Contenidos surgidos del magín de escritores como José Santugini, Antonio Robles, Manuel Abril o Magda Donato, e ilustradas por dibujantes como Masberger, Ramírez, Tauler, Tono, Viera Sparza, K-Hito, Barbero, Salvador Bartolozzi, Piti Bartolozzi, Alonso, A.T.C., Hidalgo de Caviedes, Mihura, u Hortelano. La muestra dedicada a López Rubio recrea la trayectoria de este excepcional ilustrador nació en Motril en 1895 y fallecido en Madrid en 1965 y que, caído en desgracia tras la guerra, se ganó la vida con dignidad con el diseño de recortables y mapas que evocaban los recortables y juegos de dibujo que publicó en 'Gente Menuda'.

López Rubio llegó a Madrid en 1915 decidido a ser dibujante y pronto alcanzó reconocimiento como caricaturista. Maestro de la línea clara, su firma empezó se hizo habitual en periódicos y revistas hasta que en 1928 comienza a colaborar con 'Blanco y Negro'. De allí saltaría al suplemento de 'Blanco y Negro' que revitalizó junto con Elena Fortún. En sus páginas nacieron y crecieron tiernos personajes como el conejo Roenueces, don Oppas, el mago Pirulo, el profesor Bismuto y los pequeños Lita y Lito.

Su afán minimalista y su desdén por lo superfluo lo convirtieron en un maestro de la 'línea clara' mucho antes de que la corriente se consagrara en Europa a través del universal éxito de personajes como en Tintín de Hergé. "Su máxima era menos a más», precisa Felipe Hernández. Colaboró también en revistas y en el cortometraje de animación 'Serenata' (1934), medio pro el que sentía debilidad y del que tomó muchos de los recursos narrativos para sus historias. Tras la guerra cayó en el olvido hasta que en 1957 resucitó profesionalmente con un paso fugaz por la revista de humor 'Don José' creada por Antonio Mingote para competir con 'La Codorniz'.