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POSTALES

LA UTOPÍA ANDALUZA

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Andalucía es la última utopía de la izquierda, no ya española, sino mundial

¿PERO alguien creía que PSOE e IU iban a romper su pacto de gobierno en Andalucía por una cuestión de principios? Eso es desconocer al PSOE, a IU y a Andalucía. Para IU hubiese significado dejar la moqueta en la que tan cómoda se siente. Para los socialistas, gobernar en minoría, que es como ponerse unos zapatos dos hormas menos de las que se calza. O convocar elecciones, que nadie sabe cómo saldrían, con lo revuelto que anda todo. Así que se zanjó el asunto restableciendo por la noche a la consejería de Interior, que llevaba IU, la potestad sobre vivienda que le habían quitado por la mañana, por entregar pisos de la Junta a desalojados de otros por un banco. Bastó que IU anunciase la suspensión temporal de su pacto de gobierno con el PSOE para que la presidenta se echara, o la hicieran echar, atrás. Un auténtico político hubiese dimitido antes de rendirse ante tal papelón. Pero los políticos de raza son hoy una especie a extinguir. «Se pueden hacer las cosas de otra manera», ha dicho Susana Díaz. Y equivocarse, también ¿Pero qué importa si se conserva el cargo? Tampoco IU sale bien parada al mostrar su verdadero perfil, aunque ese perfil allí vende. Fuera, mete miedo. ¿Se imaginan un gobierno Rubalcaba-Cayo Lara en Madrid?

La que más fielmente queda retratada es Andalucía, incluso en el nombre de la corrala donde surgió el conflicto: La Utopía. Andalucía es la última utopía de la izquierda, no ya española, sino mundial. Paraíso de trabajadores sin trabajo y de empresarios sin empresas, representa el modelo casi perfecto de Estado Beneficencia, que repite cada día el milagro de los panes y los peces. ¿Por qué creen ustedes que gobierna allí desde siempre sin cambiar nada?

Se preguntarán cómo el PSOE logra ese milagro con tantas televisiones, tantos parados, tantos ERES, tantos escándalos. La respuesta es: gracias a las subvenciones que recibe, especialmente de Bruselas y del Gobierno español, que abarcan a trabajadores, empresarios, sindicalistas, intermediarios, familiares, una tupida red de intereses transversales, sobre los que cae el dinero como el maná sobre los israelitas en el desierto del Sinaí. Exagero, naturalmente. Hay muchos empresarios y trabajadores andaluces que no viven de ese maná. Pero quien conozca aquello tendrá que admitir su predominio. Y ése es precisamente el riesgo. Nietzsche lo dijo en frase marmórea: «Quienes hayan montado un paraíso terminarán encontrándose en un infierno». Nadie lo sabe mejor que sus dirigentes. Las subvenciones de Bruselas se irán reduciendo hasta desaparecer. Como las de Madrid. Para Izquierda Unida, no es problema, pues igual asalta supermercados, fincas o pisos vacíos. A fin de cuentas, es su programa, ¿no? El PSOE, en cambio, tiene que ser un partido de orden para que le sigan soltando guita. Pero lo primero es seguir gobernando Andalucía, donde todo es posible, según la canción. Susana Díaz lo ha demostrado firmando dos decretos contradictorios en veinticuatro horas. Un récord.

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