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Póngame cuarto y mitad de Zafón

La Feria del Libro de Londres abre el mercado anglosajón a los autores españoles

JUAN GÓMEZ-JURADO

Un rumor insistente de zapatos sobre moqueta, conversaciones en voz baja sobre mesas baratas, decenas de tarjetas que cambian de manos. Podría ser una feria de ganado, de muebles o de electrónica de consumo, a juzgar por los trajes y las corbatas, las sonrisas y los apretones de manos que cierran acuerdos millonarios. Pero no lo es. Es el lugar donde comienzan a gestarse los movimientos que convierten una obra literaria en un fenómeno literario internacional.

«Es Londres. Y no es necesario decir más», señala un editor norteamericano, haciendo un gesto alrededor con una sonrisa. Todos aquellos que trabajan en la industria editorial reconocen a la perfección el topónimo. «Lo compré en Londres» o «Estaba muy caliente en Londres», son para los iniciados en el mundo del libro claves que indican que un manuscrito se adquirió en la Feria del Libro de Londres o que todo el mundo estaba hablando de él.

El siguiente gran best seller

Desde hace 43 años, la Feria es un punto de encuentro para los profesionales de todo el sector. Más de 25.000 asistentes cada edición, entre los que se encuentran editores, libreros, agentes literarios, bibliotecarios y proveedores de servicios asociados de más de 100 países. Dividida en dos espacios, el inferior es el más llamativo y costoso. Miles de metros cuadrados de «stands», donde los editores se reúnen con sus clientes de todo el mundo en espacios plagados de libros, despliegan catálogos, sonríen mucho e intentan aparentar que sus protegidos, los escritores que ellos han descubierto y sacado del anonimato después de ingentes esfuerzos, son los siguientes Brown, Rowling o Flynn.

«Todos los editores sueñan con ser los descubridores del siguiente gran best seller», afirma Carla Winters, de la Asociación de Autores Independientes norteamericana. «Horas y horas leyendo manuscrito tras manuscrito, buscando esa chispa de magia, ese algo distinto que todo el mundo está esperando». Lograr eso por los propios medios es una improbabilidad estadística tan elevada como hallar la proverbial aguja en un pajar, comprar un billete de lotería premiado o encontrar un político español que dimita.

Por eso los editores acuden al lugar donde las cosas suceden. El misterioso segundo piso del Earl Court Exhibition Center, el lugar donde los agentes de todo el mundo se aposentan en mesas alineadas con disposición militar, alrededor de las cuales se deciden los destinos de los autores más importantes del mundo. Hay que pasar un segundo filtro de seguridad y mostrar la tarjeta de acceso cuando llegamos a lo alto de la escalera mecánica que se eleva por encima de todos los «stands» de la Feria. Allí, en la fila 8, pasillo e, nos encontramos a la todopoderosa Antonia Kerrigan, la representante de los escritores más traducidos y exitosos del panorama español, como Carlos Ruiz Zafón, Javier Sierra o María Dueñas. Está reunida con Antii Kasper, director de ficción de Otava, la editorial más importante de Finlandia. Kasper le pregunta por las novedades que trae a la feria, comentan manuscritos que él o sus subordinados han leído, y se lanzan ofertas por los títulos más atractivos. Es sólo uno de las decenas de editores con los que Kerrigan y su equipo se reunirán en las tres maratonianas sesiones que dura la feria.

Lo nuevo de Félix Palma

Sobre esa mesa, y a lo largo de los últimos años, se ha forjado la suerte de libros como «La Sombra del Viento», «El Tiempo entre Costuras» o «La Cena Secreta», y convertido a los representados de Kerrigan en el buque insignia de la literatura comercial en castellano. La agente me dedica una enigmática y davinciana sonrisa cuando le pregunto por los libros que más interés han despertado en las últimas horas. Renuente a hablar, como siempre, acaba citando «El nuevo de Félix Palma, “El Mapa del Caos”, que cierra su trilogía victoriana, o “Bienvenido a la Tormenta” de Daniel Múgica».

La próxima de Ruiz Zafón

Por supuesto, todos le preguntan por la siguiente novela de Carlos Ruiz Zafón, pero Kerrigan, dama elegante donde las haya, hace desvanecerse la pregunta en el aire con un gesto. El autor de la saga del Cementerio de los Libros Olvidados es la gran franquicia de la agencia catalana, y todo lo referente a su futuro es un secreto celosamente guardado.

De vuelta en el segundo piso, un paseo por el «stand» de Random House nos lleva a charlar con Nuria Cabutí, que está entusiasmada por la nueva película de «Bajo la misma estrella», de John Green, que hará sin duda que una preciosa novela para el público juvenil que pasó desapercibida en España ascienda a lo más alto.

Unos metros más allá me encuentro con Elena Ramírez, que ha venido a comprar para la editorial Planeta, y me muestra ufana cómo dos de sus adquisiciones previas a la cita internacional están siendo los dos títulos más calientes en Londres. «Aquí en la feria todos se vuelven locos, intentando ganar a la competencia, y las cifras no paran de aumentar. Muchas veces no es solo tener tú el libro más importante, sino que no lo tengan los demás». Ramírez estuvo avispada y adquirió dos de los manuscritos más potentes semanas antes de venir a Londres. Su olfato ha dado resultado, ya que «El lector del tren de las 6:27», de Jean Paul Didierlaurent, y «La verdad y otras mentiras», de Sascha Arango, han alcanzado cifras mareantes en sendas subastas. La segunda, un thriller literario alla Quebert, se ha vendido por medio millón de dólares.

«El gran cambio de la feria es que ya no somos los europeos los que vamos de rodillas a comprar al mercado anglosajón, sino que el éxito de nuestra literatura en sus fronteras ha hecho que sean ellos los que vengan a comprar», señala Ramírez. La realidad, sin embargo, es que no hay una compra de gran cantidad de títulos españoles, sino que británicos y americanos adquieren los derechos de un número muy limitado de manuscritos nacionales, que suelen ser, eso sí, muy exitosos. En 2013, tan sólo 111 novelas españolas fueron publicadas en el Reino Unido.

«Intentamos disimular en lo posible que es una traducción», señala Judith Corr, responsable de ficción de la estadounidense Atria, donde publican sus novelas Sierra, Dueñas, Palma y otros españoles. «Presentamos al escritor como si fuese norteamericano, para evitar prejuicios». Sin duda, una estrategia que funciona, ya que todos ellos han sido enormes best sellers en ese mercado.

Estrategia fenicia, sin duda, pero fruto del amor. Si hay algo que distingue a los trajeados hombres y mujeres que pasean por la feria de otros ejecutivos internacionales es que no comercian con patatas o coliflores, sino con los sueños inmortales de la palabra escrita. De sus decisiones devendrán grandes beneficios o sonoros fracasos comerciales. Pero no solo eso. Porque cuando un apasionado editor se sienta frente a un agente aquí en Londres y pide cuarto y mitad de Zafón o kilo y medio de Dueñas —pero en lonchas bien finas, que son para los niños—, está cerrando un negocio, pero también dando forma a la literatura comercial de los años venideros.

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