Hazte premium Hazte premium

PERDONEN LAS MOLESTIAS

UN HOMBRE ADMIRABLE

ARIS MORENO

Punset ha venido a Córdoba a ayudarnos a comprender los mecanismos que animan el mundo. Y eso no tiene precio

NOS resulta admirable este señor con aspecto de abuelito apacible que lleva media vida diseccionando el sentido del universo. Antes de ayer vino a Córdoba para soltarnos algunas frases inquietantes y, de paso, arruinarnos toda la arquitectura racional que habíamos construido en las últimas décadas. Así, sin anestesia ni paños calientes. En esa onda, vino a proclamar que el saber racional es asunto irrelevante comparado con los otros saberes que adornan al ser humano. Casi nada. Por ahí, el señor Punset, a quien profesamos una fe casi religiosa, nos asestó un rejón de muerte, del que previsiblemente nos costará levantarnos.

Dijo entonces que la intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la razón, lo que acabó por desbaratarnos toda nuestra armadura teórica sobre el mundo. Lo que cuenta, sostuvo empecinadamente, es el saber psicológico. Aunque, claro, si tenemos en cuenta que el saber psicológico se sustenta cada vez más en datos medibles y en comportamientos bioquímicos cerebrales pues ya nos vamos entendiendo.

Lo verdaderamente asombroso de este señor es que mientras el universo se atasca día sí y día también en la prima de riesgo o en el proceso soberanista de Cataluña, él sigue erre que erre fascinado con desentrañar la inteligencia emocional de los seres humanos. «Ahora sabemos que tenemos el poder de influir en la genética gracias a la voluntad individual», proclamó ajeno a la crisis de gobierno de la Junta de Andalucía. La revelación de Eduard Punset es de dimensiones siderales. Y lo decimos absolutamente en serio. Resulta mucho más revolucionario constatar que un ser humano puede modificar su estructura genética por la propia fuerza de la voluntad que predecir la fecha de las elecciones autonómicas. Que, por otra parte, es un dato que nos la trae al fresco.

Una persona que nada más sentarse delante de su audiencia afirma que la vida es una equivocación merece ya nuestro respeto. No porque demos por hecho que sus palabras sean ciertas o no sino porque evidencia que es un tipo que se sienta de vez en cuando a pensar sobre el cosmos. Y mientras usted se acerca al mercado a comprar medio kilo de pijotas fritas hay alguien que se entretiene en intentar descifrar qué se esconde detrás de lo evidente. Eduard Punset es uno de estos individuos. Un ser que trata de averiguar cómo funcionan los mecanismos invisibles de la vida y luego se planta ante nosotros para contárnoslo al modo en que un maestro enseña a los niños los misterios de la fotosíntesis.

Con este señor hemos aprendido una barbaridad. Y aprender es una forma mágica de vivir. Este hombre ha tenido el detalle de rescatarnos de la oscuridad todo lo que creíamos condenado a las sombras. Nos ha explicado, por ejemplo, cómo piensa un cerebro, o para qué sirven las emociones humanas, o si los ricos son más felices que nosotros los mileuristas. Preguntas, como usted mismo puede comprobar, que no sirven para nada práctico pero que nos ayudan a comprender qué diablos es el mundo que nos rodea y qué mecanismos lo alientan. Desde ese punto de vista, le agradecemos todo su titánico esfuerzo. Entre otras cosas, porque la ciencia, como se encargó de subrayar el propio Punset en el salón de actos de la Diputación, nos enseña a no ser sectarios. Y nada más que por eso ya merece la pena la aventura del conocimiento.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación