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El Greco, íntimo y personal

S. GAVIÑA

«Las hábiles manos del Greco están en Toledo, pero el cerebro está en el Prado, pues una biblioteca es un escáner cerebral», afirmó ayer Miguel Zugaza, director de la pinacoteca, en la presentación a la prensa de la muestra «La biblioteca del Greco». Una exposición que profundiza en la figura del pintor a través de los libros que leyó y que le pertenecieron, alguno de los cuales muestra sus anotaciones al margen, lo que permite conocer mejor «sus intereses intelectuales y sus inclinaciones religiosas» y mueve a «una nueva reflexión» sobre su personalidad.

Organizada por el Prado, con la colaboración de la Biblioteca Nacional, que ha cedido varios ejemplares –dos de los tres que contienen anotaciones de puño y letra del artista–, y la Fundación El Greco 2014, reúne 39 libros que han podido ser identificados por los inventarios realizados por su hijo Jorge Manuel en 1614 y en 1621 (ambos se pueden contemplar en la exposición).

«No podía faltar una exposición sobre su biblioteca, de una gran riqueza, pues no solo había libros de arte; también de retórica, filosofía, historia, matemáticas... libros de gran altura que se reflejaron en su pintura», explicó Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional. «La biblioteca de una persona descubre muchas cosas de sus gustos e intereses intelectuales, también sobre sus relaciones íntimas relacionadas en este caso con la creación artística», señaló. Un ejemplo de esto es una de las piezas más importantes de esta muestra y de la coleccion de la BNE, una edición del tratado de arquitectura de Vitruvio profusamente anotado en los márgenes, como sucede con el libro «Vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos», de Giorgio Vasari, que también forma parte de la muestra, que permanecerá abierta hasta el 29 de junio.

Gracias a ambos documentos se pueden leer de puño y letra del artista sus discrepancias hacia los «vitruvistas» y alabanzas hacia Palladio.

Javier Docampo, jefe de área de Biblioteca, Archivo y Documentación del Prado y comisario de la muestra junto con José Riello, se refirió al primer inventario realizado por el hijo del Greco a la muerte de este en 1614, «en el que se contabilizaron 130 obras», que fue completado con un segundo inventario realizado con motivo del segundo matrimonio de Jorge Manuel. «Ambos documentos, prestados por el Archivo Histórico de Toledo, son la base de esta exposición». Una muestra en la que se da la palabra al pintor, «dejando al lado los numerosos tópicos sobre él para que sea el propio pintor quien nos hable».

«Sus libros nos permiten entrar en su taller. Conocer su letra y las lecturas que forman su pensamiento». Cosmopolita, pues se hallan ejemplares en varios idiomas: italiano, griego, latín o castellano, «lengua que dominó con dificultad, como se desprende de sus anotaciones».

Alejandro Magno

La exposición está dividida en cinco secciones. La primera de ellas está dedicada a sus «padres griegos» –entendido el parentesco desde el punto de vista intelectual–. El pintor sintió siempre una gran admiración y orgullo por pertenecer a esta cultura milenaria. En esta sección se pueden ver libros de Jenofonte, Apiano Alejandrino, Homero, Aristóteles (del que poseía tres libros, mientras que no tenía ninguno de Platón, a pesar de haber sido siempre considerado un artista neoplatónico) y Plutarco. Obras, algunas de ellas, consagradas a la figura de Alejandro Magno, paradigma de mecenas de las artes por su protección al pintor Apeles, de quien el Greco se consideraba una moderna reencarnación.

La siguiente sección se ocupa de una importante etapa del artista, sus años en Italia. En ella se revisa la transformación que sufrió como pintor durante su estancia en Roma, Venecia y otras ciudades italianas. Se incluye una carta en la que el Greco «le exige al cardenal Alessandro Farnese, en cuyo palacio de Roma vivió hospedado durante dos años, que le readmitiera», ya que había sido expulsado, al parecer, por sus críticas contra Miguel Ángel. «El Greco simplemente defendía a los pintores venecianos frente a los florentinos», indicó Docampo. También en este apartado se encuentra el ya mencionado libro de «Las vidas» de Vasari, cuyas biografías dedicadas a pintores influyeron mucho en el artista griego. También se pueden ver libros de Plutarco, Arriano, Leandro Alberti, Petrarca o Tasso.

La muestra se ocupa de la pintura como ciencia especulativa –«para el Greco la pintura servía para explorar la realidad y también lo imposible, aquello que no se podía ver, como la gloria o los ángeles»–; Vitruvio y los términos de la arquitectura, que demuestran la gran importancia que dio a esta disciplina de la que se valió y se inspiró el pintor para realizar los retablos de algunas de sus pinturas. Una reproducción digital del tratado de Vitruvio, una de las dos obras que contienen anotaciones del artista, se puede tocar y leer gracias a una aplicación situada a la entrada de la sala.

La muestra se completa con una sección dedicada a las estampas –«el Greco tenía doscientas, cien de ellas hechas en casa, y otras cien de diferentes autores»–, y otra al problema de la imagen religiosa. «Ese es un tema complejo en el Greco, pues hay que diferenciar entre las creencias y su actitud ante la pintura religiosa», subrayó el comisario. Se pueden ver los «Cánones y decretos del Concilio de Trento» o el libro de «Oraciones» de San Juan Cristóstomo. Los visitantes podrán ver cinco de sus pinturas – «El soplón», «La anunciación», «Retrato de un médico»...–, que muestran la relación entre su producción artística y los libros de su biblioteca.

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