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De vuelta al caos en Bangassou

Monseñor Aguirre, que parte el viernes a la capital centroafricana, relata en las Ermitas el horror sufrido en su misión

De vuelta al caos en Bangassou R. CARMONA

POR A. G.

Con la cabeza «limpia» y la necesaria «toma de distancia» del horror sufrido durante meses. Monseñor Juan José Aguirre ya tiene listo el billete de vuelta a Bangassou, en donde los enfrentamientos prosiguen desde que el pasado mes de marzo con los nuevos señores de la guerra —un grupo de insurgentes islamistas—, se hicieran con el poder y sembraran la destrucción en el país.

Aguirre vuelve para «dar descanso» a las personas que se han quedado allí. Ayer, en una eucaristía y una conferencia en las Ermitas, volvió a dar cuenta de su experiencia y mostró la dureza de una guerra que ha devuelto a la casilla de salida todos los esfuerzos realizados por el prelado y los miembros de su misión. «Nos lo han quitado todo, menos la fe», indicó a los asistentes el obispo de Bangassou.

Aguirre no se lamenta. Todo lo contrario, indica que una situación de este tipo «te hace ver que las cosas materiales no importan», aunque eso no quita que «se te quede cara de tonto cuando te lo arrebatan todo delante de tus narices, mientras te apuntan en la sien con una metralleta».

La revuelta en Bangassou comenzó el pasado Viernes Santo cuando un grupo de insurgentes islamistas, la Seleka, comenzó a sembrar «el caos y la muerte allá por donde pasaban. Creímos que no llegarían, pero lo hicieron y lo destruyeron todo», indica Aguirre a los asistentes, muchos de ellos colaboradores y donantes de su misión. «¿Recuerdas el coche que nos mandasteis? Lo dejaron así», comenta el obispo mientras muestra en una de las diapositivas un coche destrozado y desguazado.

Las diapositivas siguen pasando y mostrando a los asistentes la dureza del castigo sufrido por los católicos en la capital centroafricana. «En apenas unas horas destrozaron la sala de pediatría, el colegio, quemaron más de 900 viviendas en un barrio de la capital, se llevaron los 30 coches de la misión. En esos momentos se acaba por perder el buen humor y la fortaleza», confesó Aguirre.

Lo que no se pierde es la fe y el convencimiento de que hay que hacer algo para ayudar a los civiles que dependen de la labor que desarrollan Aguirre y los miembros de su misión. «En los momentos más tensos, con ráfagas de ametralladora encima de la cabeza, recuerdo que algunos amigos me llamaban por teléfono y me ponían la canción Resistiré, del Dúo Dinámico», comenta divertido el religioso cordobés.

Y con ese mensaje de resistencia y lucha por los más débiles vuelve Aguirre el viernes a Bangassou, en donde ahora más que nunca se necesita otra vez «de todo» para comenzar de nuevo y sembrar un brote de esperanza frente al horror y la destrucción de los señores de la guerra. «Cuando dos elefantes se pelean, la que más sufre es la hierba bajo sus pies. Hay que estar con los últimos de la cadena, con los más frágiles», sentencia Aguirre.

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