Gala, a sus residentes: «Sois todos familia nuestra, no estaréis solos»

Once años y medio no son una cifra redonda, pero para el creador de la institución que anda por este tiempo de vida, sí tiene su sentido. Es una significación pequeña, íntima y personal, pero de esos detalles está muchas veces escrita la literatura. Once años y medio, dijo Antonio Gala, es la vida de los perros, la edad con la que se fueron muchos de los que ha tenido a lo largo de su vida, y que reposan en un pequeño cementerio en la finca «La Baltasara», después de una vida en la que muchos de ellos se ganaron la inmortalidad de los artículos, con «Troylo» a la cabeza. Fue el recuerdo de esta simbólica cifra el eje conductor de sus palabras.

Once años y medio es lo que tiene de vida la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, que ayer despidió a su undécima promoción de artistas. El escritor acudió, como hace cada año, a la sesión de cierre, la despedida de los literatos, escultores, escritores y músicos que se han formado durante todo el ejercicio en el antiguo convento del Corpus Christi, y que a partir de ahora tendrán que emplear todo lo aprendido y todas las influencias mutuas en el trabajo de que su creación llegue al mundo, crezca y se aprecie.

Gala volvió a mostrar su cariño por la Fundación para Jóvenes Creadores, su heredera universal, y mostró su satisfacción por lo conseguido. «Aquí llega ahora gente de las primeras promociones y me da una alegría grandísima, porque me reconozco más en ellos que en las últimas», dijo, para después reconocer algo que ha dejado caer varias veces: «La Fundación es mi hija y ellos son mis nietos». Y no dejó de mostrarles el cariño durante las palabras que les dirigió, en las que habló del naranjo tricentenario que todavía crece en la sede de la Fundación Gala, y de cómo debe crecer el árbol que se desarrolla con todos los que han pasado por el antiguo convento.

Para la undécima promoción deseó lo mismo que para las anteriores: «Que se enamoren de lo que hacen y de dónde lo han hecho en primer lugar, de donde han empezado a ser familia nuestra, y cómo no están de ninguna manera solos».

Alumnos anteriores

Para Antonio Gala, padre al fin y al cabo de la idea de lo que siempre llamó «comunidad pitagórica» no es sino una familia en la que no sólo tienen que influirse los becarios de una misma promoción, sino también todos los demás, por el hecho de formar parte del mismo tronco. «Por todas partes hay gente de la Fundación», concluyó Antonio Gala, que insistió en la importancia de la cultura para el progreso y la vida de los pueblos.

Los datos persisten en dar la razón al creador de la Fundación, porque la despedida de la undécima promoción reunió a muchos de los integrantes de las anteriores, que además han visitado la casa en los últimos tiempos para seguir con la «fecundidad cruzada» de la que ha hablado Antonio Gala: el hecho de que todos influyan a todos para enriquecer sus propias obras.

Así lo reconoció la directora de la institución, Carmen Burgos, que recordó cómo desde el año 2002, en que entraron los primeros becarios, han pasado 176 jóvenes creadores por la Fundación Antonio Gala, en principio españoles y desde las últimas ediciones ya abierta a participantes llegados desde todo el mundo, principalmente creadores hispanohablantes o iberoamericanos, pero también asiáticos, como ha pasado en algunas promociones.

Y suma y sigue, porque el trabajo de la Fundación Antonio Gala no se detiene con el fin de la temporada. La institución abrió hace unas semanas la convocatoria para las becas del próximo curso 2013/14, que serán como máximo 18. Con la participación de la Fundación Cajasur, la Fundación AXA y Planeta como patronos, la institución de la calle Ambrosio de Morales tendrá que escoger en breve a quienes vivirán la experiencia el próximo curso, y no será fácil. Cada año llegan entre 1.500 y 2.000 solicitudes de ingreso desde todo el mundo. Una «performance» interpretativa a cargo de los escritores y una exposición es la muestra visible, desde ayer, del trabajo de esta promoción.