LA RAG DESDE LA UNIVERSIDAD
«Hay un grupo de gente que vive del, y no para, el gallego»
La catedrática de Lengua Española en la Universidad de Vigo Maria do Carmo Henríquez censura la gestión actual de la RAG
Es catedrática de Lengua Española en la Universidad de Vigo, lengua que ama por igual que el gallego en el que se expresa y publica su extensa bibliografía académica. Maria do Carmo Henríquez es la más destacada de las voces críticas con la Academia de Ferrín, «aunque yo solo me represento a mí misma», aclara. Un lugar «muy lejos de aquella otra de Murguía en la que nadie cobraba».
Ahora que el presidente de la Academia Galega cifra en un millón de euros el montante necesario para sobrevivir, Henríquez echa de menos la Academia primigenia, la de Manuel Murguía, en la que «nadie cobraba, ni tenía coche oficial».
La catedrática tacha de «papanatismo» el empeño institucional en ayudar a mantener la actual estructura de la RAG, que asocia con el miedo a «ser tachados de enemigos del gallego».
En su opinión, la Real Academia no sirve a los objetivos para los que se creó. «Sus publicaciones son más que cuestionables, el dogmatismo es enemigo de la ciencia».
Henríquez fue presidenta de Associaçom Galega da Língua entre 1982 y 2001, lugar donde «se investigaba y publicaba por amor a la lengua y no a cambio de un salario». En su opinión Ferrín ha cambiado su perfil de activista de gran porte por el de alguien «que mendiga en las diputaciones y en la Xunta para mantener una estructura innecesaria de 30 personas en la RAG».
Las asignaciones económicas que transforman la institución en un ente prácticamente dependiente de fondos públicos le parecen «inmorales en estos tiempos donde lo verdaderamente importante, que es la sanidad o la educación, está sufriendo también los efectos de la crisis y los recortes».
Amigos a sueldo
Pero más allá de la cuestión financiera, la catedrática coruñesa lamenta que haya «un grupo cada vez más numerosos de personas que viven del gallego, y no para el gallego». Según Henríquez se ha producido la paradoja de que «se es más amigo del gallego si se cobra del gallego» y de que lo contrario signifique convertirse en enemigos de la lengua, concepto a su entender, «digno de un profundo estudio», concluye.

