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Trueque sin truco

Trueque sin truco M. Á.

VIKY ESTEBAN

Los vecinos de Olivares y el Banco del Tiempo de Zamora organizan el primer mercado de intercambio para mostrar «otra forma de vida más sostenible»

La asociación del barrio de Olivares de Zamora y el Banco del Tiempo desarrollan desde hace tiempo actividades que promueven la colaboración ciudadana y el intercambio de conocimientos y objetos. Bien es cierto que lo hacían por separado, la asociación de vecinos organiza actividades en sus calles y el Banco del Tiempo cuenta con 120 socios que «intercambian» servicios. Ayer los esfuerzos de Olivares y el Banco del Tiempo se unieron para dar salida al I Merca- Trueque de Zamora.

En el mercado había dos zonas diferenciadas: una dedicada al trueque para aquellas personas que llevaban sus objetos usados para intercambiarlos por otros o donarlos, y otra zona donde podían venderse o adquirirse dichos objetos. Además había talleres de danzas del mundo y animación infantil. «En verano ya habíamos hecho algo parecido en el barrio por probar cómo funcionaba la iniciativa. Vimos que a la gente le gustó y decidimos organizar este Merca-Trueque con el Banco del Tiempo», señala Concha San Francisco, de la asociación de vecinos. Por su parte, la presidenta del Banco del Tiempo, Teresa Fuentes, afirma que decidieron colaborar porque «defendemos un mismo proyecto».

Se trata de otra filosofía de vida: «la crisis actual está haciendo tocar fondo a muchas familias y lo que proponemos es otra manera de convivir más sostenible», señalan desde la asociación de vecinos. Una teoría que también apoyan algunas de las personas que acudían ayer «sorprendidas». Ése es el caso de María José, que acudía con dos niños para participar: «me gustaría que se promovieran con más fuerza estas iniciativas para aprender también otra forma de vida». Ella llegaba con algunos juguetes de sus hijos para «cambiarlos» por algo que le pueda interesar o «regalarlos». Jesús Gómez, jubilado, tenía su propio puesto con «algo de ropa» de cuando pesaba 25 kilos más. «Por una enfermedad he perdido mucho peso y me da pena tirar esta ropa que como ves está nueva», señala. La iniciativa le gustó mucho y se decidió a participar. «De momento he regalado una cazadora. Un señor se la probó, le quedaba bien y no traía nada…Pues le dije que se la llevara. ¡Yo ya no la puedo usar!». Compartiendo puesto con Jesús se encontraba Sheila, una estudiante de Fisioterapia de 20 años que ofrecía libros, pulseras, objetos de decoración…» y buscaba un libro. Los objetos que no se trocaron y las donaciones quedaron como un depósito solidario para donarlo y a tenor del éxito cosechado, la experiencia se repetirá cada mes.

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