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La Tierra, usada como una honda para volar a un asteroide

La nave Osiris-Rex sobrevoló ayer nuestro planeta a 17.000 km de altura para impulsarse y salir disparada hacia Bennu

Ilustración de Osiris-Rex cerca de la Tierra Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA / Universidad de Arizona

ABC.ES

Hace algo más de un año, la NASA lanzó desde Cabo Cañaveral (Florida, EE.UU.) la nave espacial Osiris-Rex a un primitivo asteroide llamado Bennu para recoger muestras de su superficie y traerlas de nuevo a la Tierra. Pero ese espectacular viaje de ida y vuelta, de siete años en total, no es en línea recta. Ayer viernes, la sonda realizó un cercano sobrevuelo sobre nuestro planeta para utilizar su gravedad como si fuera una honda, de forma que la impulse en su camino hacia la roca, que se encuentra a 225 millones de kilómetros. La colosal maniobra se llama asistencia gravitacional.

La nave realizó su máxima aproximación cerca de las siete de la tarde del viernes y se situó a unos 17.000 kilómetros por encima de la superficie del planeta. La maniobra sirvió para cambiar su trayectoria y ponerla en una que coincida con la del asteroide. «Se trata de una forma inteligente de mover la nave espacial hacia el plano orbital de Bennu usando la propia gravedad de la Tierra en lugar de gastar combustible», explicaba en su día Dante Lauretta , investigador principal del proyecto en la Universidad de Arizona en Tucson.

Después de viajar 965 millones de kilómetros, Osiris-Rex se acercó a la Tierra a una velocidad de casi 30.600 km por hora. A la espera de la confirmación de la NASA, que llegará el martes, de cómo se sucedieron los acontecimientos, estaba programado que la nave espacial volara sobre Australia antes de llegar a su punto más cercano a la Tierra sobre la Antártida, justo al sur del Cabo de Hornos, en Chile. La NASA pudo perder el contacto con la sonda durante casi una hora, un inconveniente previsto, y unas horas después Osiris-Rex comenzaría sus observaciones científicas de la Tierra y la Luna para calibrar sus instrumentos.

Tocar y marchar

Los científicos esperan que Osiris-Rex llegue a Bennu en 2018. Allí pasará dos años estudiando el cuerpo rocoso desde su órbita antes de recoger algunas muestras que traerá de vuelta a la Tierra. En julio de 2020, sin posarse, extenderá un brazo robótico para tocar la superficie, una técnica llamada «touch and go» (tocar y marchar). Este brazo, que lleva el recolector de muestras, recogerá un mínimo de 60 gramos y un máximo de 2 kilos. La cápsula con el material se sellará y la nave retornará en marzo de 2021, viajará durante dos años y medio y llegará a la Tierra en septiembre de 2023. No aterrizará, sino que se activarán unos paracaídas y la caja será lanzada cerca de la ciudad de Salt Lake (Utah, EE.UU.), donde será recogida. Mientras, la sonda se quedará en órbita alrededor del Sol.

El material entregado será de un gran valor científico, ya que permanece prácticamente igual desde su formación y puede dar importante información sobre el origen del Sistema Solar y de la vida en nuestro planeta. Bennu es primitivo, rico en carbono, y apenas ha sido alterado desde hace 4.500 millones de años (Mira cómo es en este gráfico interactivo) . Además, los científicos quieren conocer cuál es la trayectoria más aproximada de la roca, considerada como potencialmente peligrosa para la Tierra. La probabilidad de impacto en el futuro es de una entre 3.000, suficiente para requerir que sea vigilado. Esta peligrosidad de Bennu es la que ha hecho que tanto la sonda como el asteroide hayan sido bautizados con nombres de la mitología egipcia relacionados con la vida y la muerte.

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