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El músico que murió por el golpe de una batuta «asesina»

Giovanni Battista Lulli (1632-1687) fue el primero que usó uno de estos instrumentos. Creó una versión muy pesada que le cayó en el pie y le causó una infección mortal de gangrena

El músico florentino, Giovanni Battista Lulli (1632-1687), inventor de la batuta WIKIPEDIA

PEDRO GARGANTILLA

La batuta, la conocida varita de marfil con empuñadura de ébano , es la brújula que permite interpretar de forma estricta una composición musical. Con sus piruetas misteriosas y arcanas marca los tiempos y permite que surja la armonía instrumental.

Hubo un tiempo que los directores no disponían de batuta –término que procede de la palabra italiana «battuta» , que significa compás-, tenían que recurrir a palmotear con las manos o dar patadas en el suelo para asegurar el mantenimiento del ritmo y el seguimiento del compás, evitando la desbandada rítmica.

Su invento se lo debemos a un florentino, Giovanni Battista Lulli (1632-1687), un músico dotado por igual para las artes que para la intriga y la adulación, cualidades que le hicieron brillar con luz propia en la corte francesa del Rey Sol.

En 1656 Lulli pasó a dirigir su propia orquesta a orillas del Sena: «Les Petit Violons». Al frente de la cual conseguiría un renombre universal inusitado. Fue por entonces cuando Luis XIV /1638-1715) le nombró «Maitre de la musique de la familla royale», la mayor distinción que se podía conceder a un músico en el país galo.

La batuta asesina

Durante un tiempo el florentino fue el encargado de componer y dirigir la música que amenizaba los ratos de ocio del Rey Sol y de su ejército de cortesanos y aduladores. Versalles se rendía a sus óperas solemnes, majestuosas, llenas de brillo y brío. Para desempeñar su trabajo empleaba un adminículo desconocido hasta entonces: una batuta. Hay que matizar que en aquel momento su tamaño era el de un bastón y estaba fabricada en hierro .

La forma de marcar el tempo con la caña metálica se hizo famosa en toda Europa y no faltaron directores de orquestas que viajaron hasta París para aprender las reglas de dirección del maestro florentino.

En 1687 el rey galo sufrió una enfermedad de la que tardó semanas en recuperarse. Para celebrarlo Lulli decidió agasajarle y presentó un «Te Deum» en un convento situado en la calle Saint-Honoré. Fue justamente entonces, en la cumbre de la fama y el prestigio, cuando la muerte le sorprendió, de una forma poco menos que sarcástica.

Durante la ejecución musical, quizás en un momento de enojo, la batuta le golpeó accidentalmente uno de sus pies . Además de generar sonrisas contenidas entre los violinistas provocó en el florentino una pequeña herida, que se infectó durante los días siguientes y acabó provocando una gangrena . Los galenos que le atendieron no tuvieron más remedio que actuar y amputar la pierna al director. Desgraciadamente, fue demasiado tarde, tres meses después del infortunado accidente el músico italiano fallecía a consecuencia de una infección generalizada.

La terrible putrefacción

La gangrena –del latín gangraena , que significa putrefacción - es una infección provocada por bacterias del género Clostridium , para la cual disponemos de eficaces antibióticos en este momento. Sin embargo, en la era preantibiótica la infección por Clostridium se cobraba millares de vidas todos los años.

Durante siglos se utilizó un curioso tratamiento que descubrió un médico francés, - el doctor Ambroise Paré (1510-1590)- durante la batalla de San Quintín (1557). Este galeno observó que si se aplicaba larvas de determinadas moscas Phaenicia sericata - en las heridas de los soldados con gangrena se conseguía controlar la infección y salvar la vida de los heridos.

El efecto beneficioso se debe a que los jugos digestivos de las larvas se alimentan únicamente del tejido muerto , respetando el tejido sano y estimulando, además, la cicatrización de las heridas.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación .

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