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Hallan restos orgánicos en las garras de un dinosaurio de hace 75 millones de años

El oviraptor de Mongolia quedó enterrado por una duna de arena mientras empollaba sus huevos

Micrografías TEM de (a) la vaina de la garra de un avestruz y (b) la vaina de la garra del Citipati. En ambas muestras, fibras paralelas se pueden ver en diagonal Alison Moyer

J. DE J.

Citipati osmolskae

Investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte en EE.UU. han descubierto material orgánico en las garras de un dinosaurio que quedó fosilizado para la posteridad mientras empollaba sus huevos hace 75 millones de años. Se trata de la vaina de queratina que cubría los dedos del animal, es una prueba más de que tejidos blandos pueden preservarse en el tiempo , lo que supone abrir una ventana al pasado más allá de los huesos y fósiles.

El dueño de esos tejidos es un oviraptor , el Citipati osmolskae , un dinosaurio del tamaño de un emu que vivió en lo que hoy es Mongolia durante el período Cretácico. Su aspecto nos es familiar, porque se recrea muchas veces en las películas, con un cuello extremadamente largo, la cola corta y un cráneo pequeño coronado con una cresta alta. Este ejemplar en concreto fue recuperado en 1995 de la formación Djadokhta , donde apareció en posición de estar empollando sus huevos en un nido. Los paleontólogos teorizaron que fue enterrado rápidamente por una duna de arena , lo que explica su excelente conservación.

Durante la preparación de la muestra, los científicos notaron que había una lente delgada de material blanco que se extendía más allá de una de las garras óseas en una extremidad anterior, y que difería en textura y color del sedimento y el hueso.

En las aves modernas, una especie de funda cubre la garra al final de un dedo al igual que las uñas en los seres humanos y cumplen una serie de funciones, como ayudar en la defensa, el movimiento o la captura de una presa. Las vainas en las aves modernas se componen de dos tipos de queratina: alfa-queratina, la forma más suave que se encuentra en el interior de la vaina; y beta-queratina, una queratina más dura y resistente que comprende el exterior de la vaina.

Como las aves modernas

La investigadora Alison Moyer y sus colegas querían averiguar si el misterioso material hallado en el Citipati era una funda de garra y, de ser así, si la beta-queratina original se había conservado. Para ello, utilizaron un microscopio electrónico de transmisión y barrido para obtener detalles de la superficie del tejido y su estructura interna. Los resultados mostraron que la muestra era estructuralmente similar a las vainas de las garras de las aves modernas, por lo que el equipo decidió dar un nuevo paso y someter a las muestras a un procedimiento de inmunohistoquímica (IHC) .

El Citipati Natural History Museum

Estas pruebas utilizan anticuerpos que reaccionan contra una proteína particular. Si la proteína está presente, los anticuerpos se unen a las pequeñas regiones de la proteína, e indican que la proteína se encuentra en el tejido. Moyer utilizó anticuerpos de beta-queratina derivados de plumas de las aves modernas. En las pruebas iniciales, los resultados no fueron concluyentes, así que la investigadora tuvo que mirar los tejidos aún más de cerca. Entonces descubrió una concentración inusualmente alta de calcio en la garra fósil, mucho mayor que la que se encuentra en las garras de las aves actuales utilizadas en comparación o del sedimento que rodea el fósil. Ante la posibilidad de que el calcio pudiera estar afectando los resultados, Moyer lo retiró e hizo más pruebas de IHC en el material de la vaina de la garra.

Después de eliminar el calcio, los anticuerpos reaccionaron mucho más fuertemente, lo que indica la presencia de beta-queratina y la preservación de las moléculas originales.

Es prácticamente imposible que estas muestras orgánicas puedan ayudar a recrear la fantasía de Jurasic World y traer un dinosaurio a la vida, pero sí son muy valiosas para saber cómo los tejidos pueden conservarse a lo largo del tiempo y conocer mejor cómo eran estos seres que vivieron hace millones de años.

Más información: Confirman la existencia de vasos sanguíneos en un dinosaurio de hace 80 millones de años

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