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Encuentro sexual entre nuestros primos más cercanos

Un estudio genético revela que chimpancés y bonobos se cruzaron hace cientos de miles de años. El hallazgo puede servir para mejorar la conservación de estos animales, amenazados por el tráfico ilegal

Una chimpancé y su hija, en el parque nacional de Kibale, en Uganda Kevin Langergraver
Judith de Jorge Gama

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Los chimpancés (Pan troglodytes) y los bonobos (Pan paniscus) son nuestros parientes vivos más cercanos. Pero, como en cualquier gran familia, cada cual tiene su idiosincracia. Además de las evidentes diferencias físicas, existen otras de conducta. Mientras los primeros son agresivos, enormemente jerárquicos e incluso «machistas» (tienden a someter a las hembras con violencia), los otros son conocidos por ser pacíficos, juguetones y sexualmente muy activos. Hace entre 1,5 y 2 millones de años que ambas especies se separaron de un ancestro común y, hasta ahora, se creía que cada cual siguió por su cuenta debido al río Congo, que divide como una frontera natural la distribución geográfica de ambos grupos. Pero no fue así. En realidad, las dos especies tuvieron algunos encuentros «amorosos» hace cientos de miles de años, unas «citas» que hoy pueden leerse en sus genomas.

El hallazgo, descrito en la revista Science , ha sido liderado por investigadores del Instituto de Biología Evolutiva, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra, y del Centro Nacional de Análisis Genómico. Los investigadores estudiaron 75 genomas completos de chimpancés y bonobos de once países africanos , desde Guinea a Tanzania, es decir, desde las regiones más occidentales a las más orientales en las que habitan estos grandes simios. Esos genes revelaron que sí hubo cruzamientos entre las dos especies de chimpancés: la primera, hace medio millón de años y otra, más reciente, hace 200.000 años. Hoy en día no ocurren.

Tomàs Marquès-Bonet, líder del Laboratorio de Genómica Comparativa del Instituto de Biología Evolutiva, cree que esos cruces se asemejan a los que se produjeron entre humanos y neandertales. «Utilizamos muchos de los tests que revelaron que somos entre el 2% y el 4% neandertales. En ese caso, teníamos la ventaja de que la señal era más fuerte y cercana en el tiempo, y en contra, que hoy no está la otra especie humana para comparar. En este, el problema es que la señal es más débil y mucho más antigua, pero la ventaja es que tenemos muchos genomas para su análisis», explica el investigador a ABC.

Resultó que el 1% del genoma chimpancé es bonobo, y Marquès-Bonet cree que la hibridación fue probablemente bidireccional. Pero es muy difícil comprobar que los bonobos tengan en su «código de barras» ese «trocito» de chimpancé, ya que la población de bonobo es muy reducida y concentrada, y no es posible establecer un grupo de control. Si esta mezcla dio alguna ventaja o desventaja a sus protagonistas, todavía está por ver. «Estudios con más detalle podrían decirnos si supuso una ventaja para la adaptación al ambiente, como sí ocurrió en la herencia neandertal para los humanos, como la adaptación a la altura de los tibetanos », explica.

Contra el tráfico ilegal

Además, el estudio sugiere «que el flujo de genes entre especies podría haber sido generalizado durante la evolución tanto de los grandes simios como de los homínidos», comenta Marquès-Bonet. Los investigadores han podido observar también que los chimpancés de África central y oriental comparten más material genético con los bonobos que otras poblaciones de chimpancés.

La investigación tiene una importante perspectiva conservacionista. Según Marquès-Bonet, los resultados permiten detectar el origen de muestras o ejemplares de chimpancés procedentes del tráfico ilegal y saber exactamente de qué país provienen, «como si fuera una investigación tipo CSI», ya que los datos revelan un estrecho vínculo entre la diversidad genética y la geografía. De esta forma, con una muestra de ADN se sabría dónde se ha cometido el delito y el animal, retenido en una aduana, podría ser devuelto a su país de origen. «Muchos chimpancés son víctimas cada año del tráfico ilegal y, desde luego, esta es una de las causas que pueden provocar la desaparición de los grandes simios durante este siglo», advierte el científico.

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