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Por qué el auténtico King Kong desapareció de la Tierra

El Gigantopithecus, el simio más gigantesco de todos los tiempos, medía tres metros y pesaba hasta 500 kilos, pero no fue capaz de adaptarse

Comparación del tamaño de un Gigantopithecus y un ser humano Senckenberg Research Institute/AFP

ABC.es

Si alguna vez existió una criatura similar a King Kong, ese fue el Gigantopithecus . Un simio de hasta tres metros de altura y entre 200 y 500 kilos de peso que seguramente ostenta el título de ser el más grande que se ha paseado sobre la Tierra. Sin embargo, su imponente físico no fue suficiente para mantenerlo con vida. Desapareció sin dejar rastro hace cien mil años por motivos que han sido objeto de debate para los científicos. Un equipo de los centros Senckenberg de Evolución Humana en Tubinga y de Investigación en Frankfurt cree haber encontrado la explicación. Según ha publicado en la revista Quaternary International, el «gran mono» no fue capaz de adaptarse a los cambios ambientales.

El Gigantopithecus fueron descubierto en 1935, cuando un paleontólogo holandés encontró un raro molar a la venta en una farmacia de Hong Kong entre los fósiles «huesos de dragón», a cuya ingesta la medicina tradicional china atribuye poderes curativos.

Está bien documentado que se trataba de un animal enorme, pero más allá de este hecho, existen muchas incertidumbres con respecto a este antepasado extinto del orangután. Su tamaño podía variar de 1,8 a 3 metros, y su peso entre 200 y 500 kilos. Y existen varias teorías respecto a su dieta. Algunos científicos creen que era exclusivamente vegetariano, mientras que otros consideran que comía carne y algunos creen que se limitaba al bambú.

Los restos disponibles en la actualidad se limitan a cuatro mandíbulas inferiores y algunos dientes, lo que no supone demasiada información para los investigadores. «Esto es claramente insuficiente para decir si el animal era bípedo o cuadrúpedo o incluso imaginar sus proporciones», explica a la agencia AFP Hervé Bocherens, coautor del estudio. «Pero ahora, hemos conseguido arrojar alguna luz sobre la oscura historia de ese primate».

Un investigador muestra un molar del Gigantopithecus Senckenberg Research Institute/AFP

Con la ayuda de un equipo de investigadores internacionales, Bocherens estudió el esmalte de los dientes del gigante con el fin de hacer inferencias sobre su dieta y definir los factores potenciales de su extinción. Para ello, analizó los isótopos de carbono estables en el esmalte, que son capaces de revelar información acerca de los hábitos dietéticos de los animales incluso después de varios millones de años.

Los resultados le llevaron a concluir que el animal vivía exclusivamente en el bosque, donde encontraba su comida, a pesar de que probablemente era demasiado pesado para subirse a los árboles. Este era el caso en China y Tailandia, donde las sabanas abiertas habrían estado disponibles, además de los paisajes boscosos. El investigador también concluyó que el simio era vegetariano, pero no solo devoraba bambú.

Para los investigadores, el tamaño del Gigantopithecus y el hecho de que se limitaba a un tipo de hábitat concreto llevaron a su extinción . Los familiares de estos simios como el orangután todavía se recluyen en los bosques, pero tienen un metabolismo lento y pueden sobrevivir con poca comida. «Debido a su tamaño, el Gigantopithecus necesitaba una gran cantidad de alimentos», señala el investigador. Pero durante el Pleistoceno, de 2,58 millones de años a 9.600 años antes de nuestra era, muchas áreas boscosas se convirtieron en pastizales, «proporcionando alimentos insuficientes para el simio gigante».

Otra teoría alternativa publicada el pasado año en la misma revista consideraba que el voraz apetito por el bambú pudo colocar al simio en desventaja en la carrera evolutiva frente al competidor humano, más habilidoso y con más recursos.

Un diente de Gigantopithecus hallado en Tailandia Senckenberg Research Institute/AFP

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