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El animal más extraño según Darwin revela quién es en realidad

El análisis de ADN antiguo de un fósil de Macrauchenia hallado en Chile permite aclarar el origen de esta criatura con cuerpo de camello y hocico de tapir

Recreación del Macrauchenia Jorge Blanco
Judith de Jorge Gama

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Cuando hace más de 180 años el joven Charles Darwin descubrió en Uruguay y Argentina los restos de este animal se quedó atónito. Tal era el asombro del «padre» de la teoría de la evolución que no dudó en calificarlo como «uno de los animales más extraños». Pasó los fósiles al famoso paleontólogo británico Richard Owen para su estudio y descripción, pero su colega mostró el mismo desconcierto. No les faltaba razón a ninguno de los dos. El extinto Macrauchenia patachonica , que vivió durante la última edad de hielo, tenía el cuerpo de un camello y un hocico parecido al de un tapir , una inusual combinación de rasgos que lo han convertido en un misterio hasta nuestros días.

Pero por fin, casi dos siglos después, un equipo internacional de científicos ha logrado situar al Macrauchenia en la rama adecuada del árbol evolutivo, gracias a la recuperación de su ADN antiguo. Resulta que esta criatura pertenece al grupo que incluye a los caballos, los rinocerontes y los tapires , una hipótesis que ya había sido planteada hace dos años por investigadores del Museo de Historia Natural de Londres.

Owen pensó inicialmente que el Macrauchenia, uno de los últimos ungulados nativos de América del Sur, estaba relacionado con las llamas modernas debido a su largo cuello de camello, pero rechazó la idea cuando se encontraron más restos. Una de las características más inusuales de este enorme animal (podía alcanzar los 500 kilos de peso) resultó ser la posición de la abertura para la nariz. En la mayoría de los mamíferos, la abertura nasal está situada en la parte frontal del cráneo, justo por encima de los dientes frontales. En el Macrauchenia, sin embargo, estaba dispuesta en lo alto del cráneo, entre las órbitas. ¿Esta característica implicaba que el Macrauchenia tenía una trompa similar a la de un elefante? Si era una criatura parcialmente acuática, como algunos han argumentado, ¿era esa nariz usada como un snorkel? ¿O se parecía más a un gran globo inflable, utilizado en actividades de dominación o exhibiciones de apareamiento del tipo visto en algunas focas? Los investigadores tenían muchas preguntas.

Para resolverlas, extrajeron el ADN mitocondrial del Macrauchenia de un fósil encontrado en una cueva en el sur de Chile. «Es muy útil para evaluar el grado de relación entre las especies», afirma Michael Hofreiter , experto en paleogenética de la Universidad de Potsdam en Alemania y coautor del estudio. «Nuestro trabajo corrobora y extiende los resultados de otra investigación molecular, publicada hace dos años, que utilizó el colágeno de proteínas para inferir las relaciones. Al igual que ese estudio, el nuestro encontró que los parientes vivos más cercanos del Macrauchenia están en el orden placentario conocido como Perissodactyla , que incluye a caballos, rinocerontes y tapires», explica Ross MacPhee , experto en mamíferos y curador del Museo Americano de Historia Natural, también responsable del estudio.

La desaparición de los dinosaurios

Debido a su condición dañada, el ADN antiguo generalmente requiere que los investigadores usen material de parientes evolutivos cercanos de una especie para llenar huecos, pero en este caso, el equipo tuvo que proponer un enfoque alternativo. Como el Macrauchenia no tiene parientes vivos realmente cercanos y debido a que el ADN antiguo está tan degradado y lleno de ADN ambiental no deseado, los científicos utilizaron los genomas mitocondriales de un número de especies vivas como múltiples puntos de referencia para predecir de la forma más fiable posible las secuencias genéticas de los fósiles.

El equipo finalmente recuperó casi el 80% del genoma mitocondrial del Macrauchenia. Con esta información, fue capaz de colocar al animal en su posición filogenética como un miembro del grupo más grande ahora llamado Panperissodactyla. Los parientes más antiguos de esta familia ya existían en el comienzo de la época eocena, hace 55 millones de años.

Los investigadores determinaron que el linaje del Macrauchenia y el de los perisodáctilos modernos se dividieron hace 66 millones de años, aproximadamente al mismo tiempo que uno de los mayores eventos de extinción, el que supuso la desaparición de los dinosaurios, causado por un asteroide que golpeó el planeta cerca del moderno Yucatán, aunque se trata de una datación aproximada.

Los investigadores esperan continuar con los estudios de estos ungulados extintos, como el también extrañísimo Toxodon, otro animal del tamaño de un rinoceronte que también fue capaz de desconcertar al mismo Darwin .

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