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Meteorito del cráter Barringer: a más de tres mil grados en diez billonésimas de segundo

Científicos de Stanford recrean las condiciones exactas que se produjeron tras la formación de este lugar, en Arizona. Es un buen ejemplo de lo que un meteorito puede hacer

Meteorito del cráter Barringer: a más de tres mil grados en diez billonésimas de segundo abc

josé manuel nieves

El cráter Barringer , en Arizona, constituye uno de los mejores ejemplos de lo que un meteorito puede hacer al impactar contra la Tierra. El cráter tiene más de un kilómetro de ancho y 170 metros de profundidad, y se ha calculado que la masa del impactor debió de rondar las 300.000 toneladas. El objeto cayó hace 50.000 añ os y la fuerza del impacto fue equivalente a una explosión nuclear de diez megatones.

Comprender por completo las fuerzas desencadenadas por un evento semejante es realmente difícil, pero un equipo de investigadores de Stanford ha conseguido recrear las condiciones exactas que se produjeron durante las primeras milmillonésimas de segundo tras la colisión. Y revelar los efectos que esas condiciones tuvieron sobre las rocas que quedaron bajo el meteorito.

Los resultados son realmente impresionantes e indican que las rocas de arenisca de la zona fueron llevadas, en un instante, más allá de sus límites físicos y transformadas, en las primeras milmillonésimas de segundo, en algo muy diferente a lo que siempre habían sido.

En un estudio recién publicado en Nature Communications, los científicos de Stanford recrearon con gran exactitud en sus ordenadores cómo las ondas de choque de la colisión se propagaron a través del terreno. Para ello utilizaron un modelo de medio millón de átomos de sílice. Bajo la enorme presión del asteroide , que llegó al suelo a una velocidad de varias decenas de km. por segundo, los cristales de cuarzo de sílice contenidos en en la rocas de arenisca tuvieron que soportar presiones de cientos de miles de atmósferas, y temperaturas de varios miles de grados centígrados. Un infierno instantáneo que cambió su naturaleza para siempre.

Lo que el modelo revela es que esos átomos formaron, casi instantáneamente, una estructura enormemente densa en cuanto fueron alcanzados por la onda de choque, a más de siete km, por segundo. Y es que apenas diez billonésimas de segundo tras la colisión los cristales de sílice alcanzaron temperaturas superiores a los 3.000 grados , y soportaron presiones cercanas al medio millón de atmósferas. De forma que, en la milmillonésima de segundo siguiente, todos ellos se transformaron en un mineral extremadamente raro llamado stishovita .

Estos resultados son especialmente interesantes, ya que la stishovita es, exactamente, el tipo de mineral hallado en las rocas del cráter Barringer y en otros similares a lo largo de todo el mundo. Ahora sabemos que el mineral se formó durante los primeros instantes tras la colisión de asteroides contra nuestro planeta.

Y resulta, además, que el tamaño de los cristales de stishovita formados durante las colisiones pueden revelar el tamaño y la naturaleza del impacto. Una información que a menudo escapa a los análisis de los investigadores. De hecho, las simulaciones llevadas a cabo en Stanford muestran cristales de stishovita muy similares en tamaño a los que se han observado hasta ahora en distintos cráteres de impacto similares al de Barringer.

Estudiar las transformaciones de minerales como el cuarzo (el más común de la corteza continental terrestre) bajo estas condiciones tan extremas de temperatura y presión no resulta tarea fácil. Y hacerlo, además, en escalas de tiempo tan cortas no hace más que añadir dificultades al problema.

Por eso, el modelo desarrollado en Stanford se convertirá, a partir de ahora, en una guía práctica gracias a la que científicos de todo el mundo podrán desentrañar muchos de los secretos de estos eventos catastróficos que, desde que el mundo es mundo, afectan sin remedio al planeta en que vivimos .

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