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El Ebro, la historia de un lago que se desbordó hace doce millones de años

Los sedimentos traídos por los ríos elevaron la cuenca y el agua escapó hacia el Mediterráneo

El Ebro, la historia de un lago que se desbordó hace doce millones de años abc

alejandro carra

Hace 37 millones de años, el Ebro era una cuenca marina conectada con el Atlántico , hasta que el surgimiento de la cordillera vasco-cantábrica y los Pirineos hizo que quedase aislado como un mar interior. Entonces comenzó a secarse –de ahí las minas de sal de Cardona– y a recibir el aporte del agua dulce de los ríos de las recién formadas montañas. Poco a poco, se llenó de sedimentos, y hace entre 7,5 y 12 millones de años (en el mioceno superior), este enorme sistema lacustre comenzó a desbordarse y a iniciar su actual camino hacia el Mediterráneo. Esa es la historia geológica del Ebro, a muy grandes rasgos, que un equipo de investigadores del CSIC ha reconstruido en un trabajo publicado en «Geology».

Mediante técnicas de modelado numérico se ha podido «acotar cuantitativamente la elevación pasada de la cuenca , entre 500 y 700 metros, así como la edad en la que pasó de ser un altiplano a lo que se conoce en la actualidad», aclara Daniel García-Castellanos, geofísico del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera. Aquel «lago Ebro» se extendía por lo que hoy es la ciudad de Zaragoza, las Bárdenas Reales (Navarra) y las actuales Logroño (La Rioja) y Fraga (Huesca). «Era poco profundo y muy volátil porque aparecía y desaparecía en distintos lugares a causa de la evaporación y de las tormentas», continúa explicando a ABC García-Castellanos.

En su salida hacia el mar, el Ebro fue erosionando la cuenca y rellenando 30.000 kilómetros cuadrados de lo que hoy es su delta. Muy poco comparado con lo que ocurrió cuando el hombre apareció. «El delta es un producto antropogénico. Una de las cosas que hemos visto en nuestro estudio es que e l proceso de erosión ha sido diez veces superior al natural desde que apareció la agricultura. Por las descripciones de los romanos, sabemos que entonces prácticamente no existía. Las técnicas agrícolas desarrolladas desde entonces dejaron más expuesto el suelo y aceleraron la formación del delta», indica García-Castellanos.

Pero entonces, construimos presas como la de Mequinenza. «Los embalses han invertido el balance de sedimentos, con lo que el miedo actual es que pueda producirse una progresiva desaparición del delta. En EE.UU., llevan tiempo estudiando cómo restitutir los caudales de los ríos, eliminando los embalses que no sean necesarios». concluye García-Castellanos.

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