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Neurociencia

Cruzar los dedos reduce el dolor

Este sencillo gesto impide que el cerebro se confunda e interprete como dolorosas sensaciones que no lo son

Cruzar los dedos reduce el dolor Fotolia

Pilar Quijada

Una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial. Esa es la definición de dolor, según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor. Y como se trata de una “experiencia sensitiva”, y además subjetiva, en ocasiones está sometida a ilusiones.

Una de esas ilusiones logra convencer al cerebro de que uno de nuestros dedos se quema, cuando en realidad está expuesto a una superficie fría. Este efecto se conoce como “ilusión de la parrilla térmica” y se estudia en las facultades de Medicina. Consiste en someter a los dedos índice y anular a una temperatura aproximada de 40ºC y al dedo corazón a una temperatura más fría, de unos 20 ºC.

Esto genera una sensación paradójica en el dedo corazón que siente un calor muy doloroso cuando en realidad está expuesto a una temperatura fría. Esto se logra sumergiendo los dedos en agua a esas temperaturas, por ejemplo.

Y es que en el cerebro se activa paradójicamente la misma región, la corteza cingular anterior, independientemente de si aplica calor intenso o frío. El resultado es la sensación de quemazón o dolor, aunque en realidad no hay no hay nada real que lo justifique.

Y es que los “caminos de dolor” aun son en cierto modo enigmáticos. Por ejemplo, se sabe que cruzar las manos, por inexplicable que pueda parecer, reduce el dolor. Otro ejemplo, tocar de forma instintiva una zona golpeada con la mano, reduce la percepción del dolor.

Y ahora un trabajo publicado en Current Biology asegura que cruzar los dedos disminuye el dolor. En este caso este gesto que habitualmente sirve para ocultar una mentira, en realidad logra deshacerla. Colocando el dedo corazón sobre el índice, la ilusión de la parrilla térmica desaparece.

Este tipo de experimentos, aunque puedan parecerlo, no son nada triviales. De hecho ayudan a entender los mecanismos que mantienen el dolor más allá de lo razonable sin una causa que lo justifique y lo hacen crónico.

"La parrilla térmica es muy útil en la comprensión científica de dolor", explica Angela Marotta, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de Londres, una de las investigadoras que ha participado en el estudio. "Utiliza un estímulo controlado con precisión para activar los sistemas cerebrales del dolor. Esto en realidad no implica ningún daño a los tejidos ".

La parrilla térmica produce las sensaciones de quemazón ante un estímulo frío debido a la interacción de tres vías nerviosas que informan al cerebro sobre el calor, el frío y el dolor. La temperatura cálida en los dedos índice y anular bloquea la informacion que normalmente llegaría al cerebro por la exposición del dedo medio al frío en solitario.

La posición es importante

Y es que en la percepción del dolor, la posición también cuenta. Y el cerebro sobreestima la temperatura del dedo corazón cuando se encuentra entre el índice y el anular, que sí están calientes. Pero al sacar el dedo corazón de esa engañosa posición central, el cerebro vuelve a percibir la sensación correcta.

"El frío normalmente inhibe el dolor, pero al impedir que llegue al cerebro la sensación del estímulo frío se produce un aumento de las señales de dolor", explica otro de los investigadores. Y pone un ejemplo matemático para explicarlo: "Es como el producto de dos signos menos, que hacen un más".

Los investigadores demostraron que esta interacción se basa en la disposición espacial de los dedos. Cuando el dedo medio se cruzó sobre el dedo índice, se redujo la sensación paradójica de calor ardiente en el dedo medio, que en realidad no estaba sometido a calor. Sin embargo, si el dedo índice se enfria y los dedos medio y anular se exponen al calor, la sensación de quemazón aumenta cuando el dedo medio se cruza sobre el índice.

Estos resultados muestran que la sensación dolorsa es el resultado de un patrón espacial. Cuando el dedo frío se coloca entre los dos dedos sometidos a calor, la sensación es también de quemazón. Pero cuando se mueve desde la posición central que ocupa y se sitúa sobre el índice, la sensación de ardor se reduce. Por lo que los autores concluyen que el cerebro parece utilizar la disposición espacial de los tres estímulos para “deducir” que hay una sensación de ardor en los tres dedos.

"Interacciones como éstas pueden contribuir a la sorprendente variabilidad en la percepción del dolor explica Patrick Haggard, que lidera la investigación. "Muchas personas sufren de dolor crónico, y el nivel de dolor experimentado puede ser mayor de lo que cabría esperar del daño tisular real. Nuestra investigación plantea la interesante posibilidad de que los niveles de dolor podrían manipularse mediante la aplicación de estímulos adicionales, como mover una parte del cuerpo con respecto a las otras. Cambiar el patrón espacial del lugar donde se produce un estímulo doloroso podría tener un efecto en las vías cerebrales que intervienen en la percepción del dolor."

Ahora resulta más fácil entender, por qué ante determinados dolores buscamos una posición en la que parece que duele menos. Pues según esta investigación no es sólo una percepción subjetiva, sino que con el cambio de postura logramos que el cerebro tenga una visión más real de lo que provoca el dolor y la importancia e intensidad que debe darle...

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