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Llega la imprevisible lluvia de estrellas de las Líridas

Te explicamos en qué consiste y te damos todos los consejos para observar los meteoros en su máximo, la noche del día 22 al 23

Llega la imprevisible lluvia de estrellas de las Líridas Archivo

Miguel Gilarte Fernández

Una e impredecible lluvia de meteoros, popularmente conocida como lluvia de estrellas fugaces, se podrá contemplar con máxima actividad la noche del 22 al 23 de abril. Se trata de la lluvia de las Líridas, que en los años 1803, 1922, 1944, 1946 y 1982, fue un verdadero espectáculo celeste, haciéndose visibles a simple vista cientos de meteoros por hora. La de 1803 fue especialmente deslumbrante, ya que pudieron ver hasta 700 meteoros por hora.

Las Líridas es la lluvia de estrellas más antigua conocida, ya que se tienen registros chinos del acontecimiento que datan de marzo del año 687 a.C. La lluvia se hace visible desde todo el mundo aunque mejor desde el hemisferio norte.

Lo espectacular de esta lluvia es que es una de las más impredecibles de las más de 150 lluvias de meteoros que se conocen a lo largo del año. Es por ello que los astrónomos y curiosos la esperan con ansiedad por si hay alguna sorpresa y la lluvia se torna en tormenta meteórica, un raro fenómeno que ocurre cuando la Tierra se encuentra con un enjambre de meteoros muy denso y se pueden contemplar más de 1.000 meteoros por hora.

Una de estas tormentas es esperada para la noche del 23 al 24 de mayo, gracias a un cometa que se descubrió hace solo 10 años y algunos astrónomos hablan de 1.000 meteoros a la hora. El cometa es el 209P/LINEAR que el 6 de mayo se aproximará al Sol y el 29 a la Tierra a una distancia de 8,3 millones de km La tormenta será visible desde el hemisferio norte y en la constelación de la Jirafa. La última gran tormenta meteórica tuvo lugar hace 10 años.

Todos los años, los astrónomos dan una previsión para la lluvia de las Líridas de unos 18 meteoros visibles a simple vista por hora, pero nunca se cumple. Otras lluvias importantes como las Perseidas de agosto o las Leónidas de noviembre, son más previsibles, pero con las Líridas no se acierta nunca. No es raro que puedan llegar fácilmente a los 100 meteoros por hora.

La lluvia de las Líridas está asociada a los restos de un cometa llamado Thatcher C/1861 G1 , descubierto en 1861 y cuyo último paso cercano y conocido a la Tierra tuvo lugar el 5 de mayo de ese mismo año. Desde entonces no se ha visto más, pues se trata de un cometa de largo período que alcanza las proximidades del Sol cada 415 años. Llega a alejarse hasta los 16.456.000.000 de km del Sol, 2,78 veces más allá de la órbita de Plutón, mientras que su punto más próximo a nuestra estrella lo alcanza a los 137.632.000 km. Cada vez que se acerca a nuestra estrella, se va desintegrando por el calor del Sol, pues está compuesto de roca y hielo, dejando partículas diminutas por el espacio del tamaño de un grano de arena. La Tierra atraviesa estos restos entre los días 16 y 25 de abril.

Es durante estos días cuando se puede observar la lluvia de las Líridas, con máxima actividad la noche del 22 de abril. Esta noche, la constelación de Lira, de ahí el nombre de Líridas, aparecerá hacia el NE sobre las 10 de la noche en España y podremos contemplarla sin molestias hasta las 3 de la mañana, hora en que la Luna en cuarto menguante hará su aparición, desluciendo en parte el espectáculo celeste con su luz. En realidad el máximo de la lluvia suele coincidir siempre en las horas previas al amanecer. Si no pudiera contemplar la lluvia la noche del 22, inténtelo el 23, 24 ó 25 de abril, pues aún estará activa. Mientras más días pasen a partir del 22 de abril, más tarde saldrá la Luna y durante más tiempo podremos contemplar el espectáculo sin la molestia de la luz de nuestro satélite.

«El ojo de Dios»

El radiante, o lugar del cielo de dónde parecen proceder el grueso de los meteoros, está cerca de la brillante estrella Vega, la más brillante de la constelación de la Lira, una de las que más lucen en el cielo. En realidad, no tiene pérdida si miramos a la hora indicada al NE y sobre el horizonte, ya que se trata de la quinta estrella más brillante del firmamento.

Vega es una extraña y cercana estrella a 25 años luz del Sol, que rota a una velocidad de vértigo de 274 km/s, haciendo que la estrella no sea esférica, sino achatada y estirada en su ecuador por la velocidad de rotación. Vega fue nuestra estrella Polar en el año 12.000 A.C. y lo volverá a ser sobre el año 13.727. Los indios Hopi de la meseta central de Estados Unidos creen que provienen de esta estrella, llamada “El ojo de Dios”.

No obstante, aunque la constelación de Lira sea un referente para ver la lluvia de meteoros, las estrellas fugaces pueden provenir de cualquier punto del cielo a una velocidad de 49 km/s, que aunque pueda parecer elevada, existen otras lluvias cuyos meteoros caen a 72 km/s.

Normalmente, las partículas del cometa comienzan a hacerse visibles por la fricción con la atmósfera a 100 km de altura llegando a desintegrase a los 50 km del suelo. Al ser una lluvia de velocidad moderada, es muy corriente ver meteoros que dejan estelas persistentes en el cielo, es decir, al desintegrarse en la atmósfera, el material del que está compuesto el meteoro queda flotando haciéndose visible durante algunos segundos o minutos. Cuando ocurra este hecho, coja unos prismáticos para verlo durante más tiempo.

Los meteoros de las Líridas suelen ser también brillantes, por ello es un gran espectáculo celeste. Otras lluvias son numerosas en estrellas fugaces, pero muy débiles y apenas apreciamos algunos destellos.

Para observar el fenómeno

1.- Aléjese de las grandes ciudades y pueblos evitando la luz. Sitúese en un lugar lo más oscuro posible.

2.- La lluvia no se podrá ver desde el interior de ciudades o pueblos grandes.

3.- Localice un lugar donde el horizonte esté despejado de obstáculos.

4.- No intente ver la lluvia de estrellas fugaces con nubes.

5.- Es inútil emplear telescopios o prismáticos (este último salvo en el caso descrito), ya que el campo de visión es muy cerrado y abarcan una pequeñísima región del cielo.

6.- La observación se debe hacer únicamente a simple vista, mejor tumbados en el suelo o en una tumbona.

7.- Comenzar a observar nada más oscurecer.

Miguel Gilarte Fernández es director del Observatorio Astronómico de Almadén de la Plata (Sevilla) y presidente de la Asociación Astronómica de España.

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