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neurociencia

¿Y si pudiéramos ver en total oscuridad?

Como han experimentado muchos espeleólogos, una de cada dos personas puede ver sin nada de luz cómo se mueven sus manos

¿Y si pudiéramos ver en total oscuridad? universidad de rochester

pilar quijada

El cerebro puede lograr que veamos en la oscuridad más absoluta . No podemos ver a otras personas pero sí una parte de nosotros mismos: nuestras manos. Tampoco lograremos ver las manos de los demás. No es una broma para Halloween aunque pudiera parecerlo, pero sí una experiencia apropiada para esta noche : Busque un sitio totalmente a oscuras y mueva lentamente la mano de un lado a otro frente a su cara. ¿Qué ve? Si la respuesta es una forma imprecisa que se mueve, no se asuste , no está imaginando cosas ni se trata de nada “del otro mundo”. Pertenece a ese 50% de personas que pueden ver el movimiento de su propia mano incluso en la ausencia total de luz . Y si además es de los que asocian colores a las letras o los números lo experimentará con mayor intensidad.

La neurociencia puede explicarlo sin recurrir a cualidades paranormales . De hecho, los espeleólogos han relatado en repetidas ocasiones que en lo profundo de una sima y sin ninguna luz, son capaces de ver sus manos. De ahí que a este curioso fenómeno se le conozca precisamente como “ilusión del espeleólogo” . Ahora, un estudio de la Universidad de Rochester , publicado en el último número de Psycological Science , confirma que están en lo cierto y trata de explicar por qué ocurre.

Se puede aprender

Si cuando hizo el experimento no logró ver nada. No se desaliente. Esta capacidad de ver la estela de nuestra mano al moverse en la oscuridad, probablemente sea aprendida : “Nuestro cerebro aprende a predecir la imagen en movimiento esperada sin una entrada visual real," aclara el primer autor del trabajo, Kevin Dieter.

A través de cinco experimentos llevados a cabo con 129 personas , los investigadores vieron que esta misteriosa habilidad para ver nuestra mano en la oscuridad confirma que el cerebro combina información de diferentes sentidos para crear nuestras percepciones. Es decir, que “lo que vemos depende tanto de nuestro cerebro como de nuestros ojos," explica Dieter.

El desafío en este estudio fue medir de forma objetiva una percepción que es, en esencia, subjetiva , explican los investigadores. "Mientras el fenómeno parecía real para nosotros, ¿cómo podríamos determinar si otras personas estaban realmente viendo el movimiento de su mano o sólo nos decían lo que pensaban que queríamos oír?", se preguntaba Blake, profesor de Psicología de la universidad de Vanderbilt y coautor del artículo, cuando en 2005 se plantearon dar una explicación a la “ ilusión del espeleólogo ”.

Años más tarde Dieter ayudó a diseñar varios experimentos para investigar este misterio de la “visión sin luz” . Como suele ocurrir con frecuencia, en los experimentos en los que participan psicólogos, casi nada de lo que ocurre es realmente lo que parece. En un primer experimento indujeron a los participantes a pensar que iban a ver "movimiento en condiciones de baja iluminación", algo que supuestamente se conseguía poniéndoles vendas en los ojos que parecían tener pequeños agujeros. Después, en una segunda prueba, los mismos participantes tenían vendas similares pero sin los agujeros y fueron inducidos a creer que no verían nada. En ambos casos las vendas eran en realidad igual de efectivas para bloquear toda la luz. En un tercer experimento el investigador agitaba su mano frente a los participantes con los ojos vendados.

En todos los casos, los participantes estaban equipados con un rastreador del movimiento de los ojos, para evaluar el punto donde se fija la mirada (donde estamos mirando), o el movimiento del ojo en relación con la cabeza. De esta forma los investigadores podían confirmar si las percepciones que decían tener los participants en el estudio coincidían con las medidas objetivas del rastreador. En definitiva, para comprobar si le habían echado más imaginación de la debida.

Cuando los sentidos se confunden

Entre los participantes también había personas con una capacidad muy especial: la de experimentar una mezcla de sus sentidos en la vida diaria, un fenómeno que se conoce como sinestesia . Estas personas pueden, por ejemplo, colores cuando escuchan música o incluso saborear sonidos ver . En esta investigación reclutaron sólo a los sinestésicos para los grafemas y colores, es decir, que siempre ven los números o letras en colores.

No es un fenómeno tan inusual como pudiera creerse. Y si no, pregunte a su alrededor, se sorprenderá. Es lo que le pasó a David Knill, uno de los coautores, de la Universidad de Rochester. Por una afortunada coincidencia una de las personas con sinestesia no podría haber estado más cerca: Lindsay Bronnenkant, que trabajaba como técnico de laboratorio de Knill. "Cuando era niña asumía que todo el mundo asociaba colores a las letras ," explica Bronnenkant. "Una A es siempre amarilla, pero la Y es amarillo anaranjado. La B es azul marino y así sucesivamente”. Lindsay pensaba que estas asociaciones eran algo normal, "como cuando huele a pastel de manzana y piensas en la abuela".

Cuando Lindsay se puso la venda en los ojos y agitó su mano en el experimento, vio un borrón. "Fue muy tenue, pero era casi como si estuviera mirando a una fuente de luz", explica. Su experiencia no era muy distinta de la del resto de los participantes con o sin sinestesia. Alrededor de la mitad detecta el movimiento de su mano , a pesar de las expectativas creadas por los experimentadores al ponerles agujeros falsos en el vendaje para evitar lo que en psicología se conoce como el efecto experimentador: que los participantes averigüen lo que se espera de ellos y sean más propensos "experimentarlo".

Sin embargo, muy pocos vieron movimiento cuando el experimentador agitó su mano , subrayando en esta singular experiencia visualla importancia de que el movimiento esté producido por uno mismo . Según lo medido por el rastreador de ojos, quienes dijeron haber visto movimiento también fueron capaces de seguir suavemente la trayectoria de su mano en la oscuridad con más precisión que aquellos que no informaron de ninguna sensación visual. Lograron seguir su mano con los ojos el 46% del tiempo, frente al 20% de los que no veían nada.

Sin embargo, la fuerza con la que percibían las imágenes varió ampliamente entre los participantes , En general, los sinestésicos fueron notablemente mejores, ya que no sólo veían el movimiento, sino que experimentaban también una forma visual clara. Un caso extremo en el experimento fue el de una mujer con sinestesia que tenía un movimiento ocular suave y casi perfecto –95% de precisión— cuando seguía su mano en la oscuridad. En otras palabras, podía seguir la trayectoria de la mano en la oscuridad total tan bien como si las luces estuvieran encendidas. Algo que no es habitual, pues "si no hay ningún blanco móvil perceptible, los movimientos de ojo serán notablemente desiguales”, aclara Knill.

El cerebro nos engaña

La participación de las personas con sinestesia tenía un objetivo: comprobar si la capacidad para ver el propio movimiento en la oscuridad se debe a conexiones neuronales entre los distintos sentidos , explica Knill. "Sabemos que hay un cruce de sentidos en la sinestesia. Pero ver números con color probablemente es sólo la punta del iceberg; la sinestesia puede implicar muchas áreas de procesamiento atípico del cerebro".

Este trabajo demuestra que las personas con sinestesia experimentan estas sensaciones visuales de forma mucho más intensa. Y esto concuerda con su mayor capacidad para seguir de forma muy real el movimiento de la mano en la oscuridad.

En definitiva, que con sinestesia o no, este estudio prueba una vez más que el cerebro nos engaña con frecuencia. Es capaz de predecir los movimientos de nuestra mano y ponérnoslos literalmente delante de nuestros ojos , aun en completa oscuridad, creando sensaciones visuales de igual forma que si nuestra retina en realidad estuviera viendo cómo se mueve nuestra mano. Por eso, no podemos ver el moviento de las manos de los demás, porque el cerebro no puede predecir su trayectoria.

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