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La guerra permanente de las galaxias

Los científicos se han preguntado desde hace muchos años cómo es posible que en el Universo existan galaxias supergigantes, capaces de albergar más de un billón de estrellas

La guerra permanente de las galaxias NASA

miguel gilarte fernández

Trabajos realizados por científicos de la Agencia Espacial Europea y de la NASA, que utilizan los mayores telescopios espaciales, como el Herschel, el Telescopio Espacial Hubble o el Telescopio Spitzer, con apoyo de otros grandes telescopios terrestres, han descubierto una inusitada formación estelar al chocar dos grandes galaxias que contienen entre ambas 400.000 millones de estrellas. El resultado final de este titánico encuentro será la formación de una sola y colosal galaxia elíptica.

Las galaxias, que se cuentan por el Cosmos por más de 100.000 millones, son islas que contienen en el caso de las galaxias enanas, decenas de miles de estrellas. Cientos de miles, millones, cien mil millones contienen las que son como la nuestra, la Vía Láctea, y otras tienen más de un billón de individuos.

Las galaxias comenzaron a formarse a raíz de la acumulación de gas en determinadas regiones del Universo por efecto gravitatorio. Aparecían así las primeras estrellas, galaxias y los primeros cúmulos de galaxias. Ahora comenzamos a descifrar la estructura del Universo, unos 13.700 millones de años después de su formación. El Universo es como una gran esponja redonda. Las galaxias, agrupadas, están pegadas a las paredes de los huecos de la esponja. Estos huecos de dimensiones inimaginables, están aparentemente vacíos, pero los últimos descubrimientos indican que están llenos de energía oscura, una fuerza contraria a la gravedad que hace que el Universo se expanda más rápidamente de lo que lo debería hacer, y de materia oscura, una materia que puede representar el 80% de toda la materia del Universo, pero eque no vemos, aunque se siente por su efecto gravitatorio sobre la materia visible: estrellas y galaxias fundamentalmente.

Los científicos se han preguntado desde hace muchos años cómo es posible que en el Universo existan galaxias supergigantes, capaces de albergar más de un billón de estrellas. Estas galaxias, no se debieron formar cuando aparecieron las primeras galaxias. Todo parece indicar que siguieron una evolución diferente y posterior.

Las dos galaxias gigantes que han chocado descubiertas por el observatorio Herschel tendrá como consecuencia final la formación de una macrogalaxia. Mientras tiene lugar este canibalismo intergaláctico, el polvo y el gas contenido en ambas se unen y acelera la formación de las estrellas. Se calcula que la tasa de nacimiento estelar en nuestra galaxia es de dos o tres estrellas al año, parece poco para una población de 100.000 millones de estrellas, pero los partos estelares son muy lentos. Una estrella puede tardar en formarse un millón de años una vez que comience el proceso de implosión de una nube molecular.

Las estrellas nacen en lugares donde abunda el hidrógeno. La gravedad hace que el gas caiga hacia un centro común, aumentando la temperatura por rozamiento. El gas se precipita cada vez a mayor velocidad y la temperatura sigue aumentando, hasta formar un núcleo denso, llamado protoestrella. La temperatura y la presión es tal que deja de precipitarse al aparecer las reacciones nucleares y fusionarse el hidrógeno en helio. Ahora la estrella quiere expandirse, pero la gravedad que tira hacia adentro no la deja y se estabiliza.

Cuando dos galaxias chocan a pesar de contener cada una de ellas cientos de miles de millones de estrellas, éstas no colisionan, pues el espacio que hay entre ellas es enorme. La estrella más cercana al Sol está a unos 40 billones de km. Lo que sí interactúa es el gas y el polvo de cada una de esas galaxias, por ello los encuentros entre éstas suelen dar como fruto un precipitado y cuantioso nacimientos de estrellas.

Nuestra galaxia, la Vía Láctea, no se salva de este proceso y es a todas luces una galaxia caníbal. Se han encontrado varias corrientes estelares en las proximidades de la Vía Láctea, esto significa que nuestra galaxia está tirando de otras galaxias satélites (al menos dos), deformándolas y engulléndolas. Pero este proceso, según los últimos estudios científicos, se lleva produciendo desde hace miles de millones de años. Así pues, nuestra galaxia, que es la segunda mayor del Grupo Local de galaxias (un grupo de unas 40 galaxias cercanas), tras la galaxia de Andrómeda, ha venido creciendo a base de tragarse a otras galaxias menores y satélites a la nuestra.

Andrómeda se nos viene encima

Pero este proceso parece ser normal en el Universo. Todo tiende a la unificación. La Vía Láctea es el centro de un grupo de galaxias menores, casi todas satélites a la nuestra, y todas ellas en un futuro lejano acabarán por formar una supergalaxia. En el otro extremo del Grupo Local de galaxias, está la galaxia de Andrómeda, el doble que la nuestra con 200.000 millones de estrellas, y como si de un panal de abejas se tratara, ésta tiene a su alrededor una nutrida cohorte de galaxias satélites que terminarán sus días en el interior de la galaxia de Andrómeda.

La gravedad de la galaxia de Andrómeda se hará mayor y atraerá a la ya engordada Vía Láctea, formando una única y colosal galaxia. De hecho, nos acercamos a la galaxia de Andrómeda a una velocidad de 400.000 km/h, a esa velocidad llegaríamos a la Luna en una hora. Mientras tanto, vemos cómo la galaxia de Andrómeda es una gran depredadora y observamos a fecha de hoy cómo se “alimenta” de seis galaxias próximas. No obstante y según estudios hechos por la NASA utilizando el Telescopio Espacial Hubble, emplearemos unos 4.000 millones de años en darnos de bruces con la galaxia de Andrómeda y otros 2.000 millones de años en fusionarse en una sola galaxia. Todo parece que va muy lento, pero en realidad no, teniendo en cuenta los tamaños y las distancias. Somos nosotros los pequeños y efímeros.

Pero la cosa no termina aquí. Nuestro grupo de galaxias, es un insignificante grupo de un complejo mayor denominado el Supercúmulos de Virgo, que contiene unos 100 grupos de galaxias (miles de galaxias), casi todos los grupos mayores al nuestro y que giran en torno a un grupo más denso de galaxia denominado el cúmulo de Virgo, nuestro grupo gira entorno a él, aunque en la periferia. En total existen unas 10.000.000.000.000.000 masas solares (incluyendo la materia oscura), o lo que es lo mismo; 10 mil billones de estrellas como el Sol y esto es sólo un rincón del Universo: nuestra vecindad.

Resulta que la galaxia que se encuentra en las proximidades del centro de todo este complejo es una gigante entre las gigantes. Se denomina M 87 y es 200 veces más masiva que la nuestra incluyendo también la materia oscura que no venos, es decir, contiene 20 billones de masas solares o estrellas como el Sol. Esta galaxia junto a otras gigantes de sus proximidades, mantienen unido a todo el Supercúmulo de Virgo que gira a su alrededor y que actúa como centro de gravedad del mismo. M 87, es la gran devoradora de galaxias. Las galaxias gigantes, se han formado por canibalizar a otras, este es un claro ejemplo.

El superpoderoso M87

El caso de M 87 es poco visto. Contiene en su núcleo un agujero negro supermasivo de 6.600 millones de masas solares, es decir, es como una galaxia cuyas estrellas estuvieran concentradas en el espacio que ocupa el Sistema Solar, ¿se imagina 6.600 millones de estrellas dentro del Sistema Solar, donde sólo existe una estrella mediocre como es el Sol? La fuerza de gravedad que ejerce este agujero negro es implacable, engullendo y destruyendo estrellas. De él parte un chorro de materia o jet de 5.000 años luz de longitud (1 año luz equivale a 9,6 billones de km). M 87 es una poderosa fuente de rayos gamma, que son los de mayor energía, cuya intensidad es un millón de veces superior a la luz visible. Todo un monstruo galáctico con un increíble poder energético.

Pero M 87 puede estar preparando el futuro de todo el Supercúmulo de Virgo, incluyendo el nuestro. La fuerza de gravedad de M 87 es tal, que se han encontrado galaxias menores en su interior, lo que confirmaría en directo la teoría del canibalismo galáctico y el hecho de que las galaxias supergigantes se han formado a partir de otras.

M 87 cada vez posee más fuerza de gravedad, y seguramente se irá haciendo de toda la vecindad galáctica atrapando cada vez a más galaxias, hasta formar una superestructura inimaginable, que tirará de los cúmulos de galaxias que orbitan a su alrededor, entre ellos el nuestro y a nosotros. La gravedad resulta ser la fuerza más débil de las fuerzas fundamentales, pero su alcance es infinito y es tediosa, al final se sale con la suya. Esto mismo debe ocurrir con otros supercúmulos de galaxias, en cuyo centro domina una gran devoradora.

El separatismo parece que se está acabando, nuestros vecinos de Andrómeda ya nos están saludando y sin remedio, es imparable, no pueden hacer otra cosa que esperar a fundirse con nosotros. Los del cúmulo de Virgo y la galaxia M 87 tendrán que esperar más, pero terminaremos siendo amigos. Al final todo termina uniéndose, en un abrazo cósmico.

Miguel Gilarte Fernández es director del Observatorio Astronómico de Almadén de la Plata y presidente de la Asociación Astronómica de España.

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