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Júpiter conserva agua del gran impacto de un cometa hace 20 años

Astrónomos detectan en la atmósfera del planeta agua esparcida durante el choque del Shoemaker-Levy 9 en julio de 1994, la primera observación directa de una colisión extraterrestre en el Sistema Solar

Júpiter conserva agua del gran impacto de un cometa hace 20 años NASA

j. de jorge

En julio de 1994, el cometa Shoemaker-Levy 9 (SL9) impactó en Júpiter y dejó gigantescas cicatrices oscuras en la atmósfera del planeta visibles durante semanas. Este espectacular golpetazo fue la primera observación directa de una colisión extraterrestre en el Sistema Solar y fue seguida en todo el mundo por astrónomos profesionales y aficionados. Eso pasó hace casi 20 años, pero sus efectos todavía persisten. Según explica un equipo de científicos del Laboratorio de Astrofísica de Burdeos (Francia) en la revista , el planeta todavía conserva en su atmósfera agua dejada por la roca espacial .

El cometa fue descubierto por los astrónomos David Levy y Carolyn y Eugene M. Shoemaker cuando orbitaba Júpiter el 24 de marzo de 1993. Se trata del primer cometa observado en esas circunstancias más allá del Sol, donde muchos acaban muriendo. SL9 estaba dividido por 21 fragmentos, debido a un anterior acercamiento al planeta durante el cual las fuerzas de marea fueron lo suficientemente fuertes como para desintegrarlo. Los estudios mostraron que la órbita del cometa indicaba que terminaría por chocar contra Júpiter en julio de 1994, con en efecto ocurrió, con impactos en el hemisferio sur, cerca de la latitud 44° S.

Las cicatrices que dejó el cometa en Júpiter se observaron durante semanas, pero su efecto químico en la atmósfera del planeta ha durado aún más tiempo. Los astrónomos observaron una emisión de vapor de agua durante los impactos, pero a partir de esa observación era difícil evaluar cómo podría modificar la composición de la atmósfera a largo plazo. En 1997, el Observatorio Espacial Infrarrojo ESA (ISO) detectó vapor de agua en la estratosfera de Júpiter. En ese momento, los astrónomos sospechaban que podría ser una consecuencia del impacto del SL9 porque los cometas son conocidos por ser ricos en agua. Sin embargo, había otras posibles fuentes de agua: las partículas de polvo interplanetario producidas por la actividad cometaria y colisiones de asteroides, anillos de hielo, o uno de los 60 satélites de Júpiter.

Agua de cometa

Casi veinte años después de este gran impacto, los astrónomos han resuelto el enigma. El equipo de Thibault Cavalié volvió a poner sus ojos en el planeta a través del Observatorio Espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA), suficientemente sensible como para detectar la firma del agua en la estratosfera de Júpiter. Estas observaciones muestran una clara asimetría en la distribución del agua en el planeta. En concreto, hay entre dos y tres veces más en el sur que en el norte, y se concentra en altas latitudes, lo que coincide con el impacto del Shoemaker. Los investigadores indican que el 95% del agua que actualmente se observa en Júpiter proviene del cometa.

«Gracias al Herschel, hemos relacionado el impacto extraordinario de un cometa -seguido en tiempo real y que ha conquistado la imaginación del público- con el agua de Júpiter, resolviendo finalmente un misterio que ha persistido durante casi dos décadas», afirma Göran Pilbratt, del proyecto científico de Herschel en la ESA.

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