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estudio en pnas

Ejercicio y sueño reparador, claves para soportar un viaje a Marte de 520 días

La falta de ejercicio y descanso provocó problemas de comportamiento en los voluntarios que participaron en el simulacro de viaje al Planeta Rojo

Ejercicio y sueño reparador, claves para soportar un viaje a Marte de 520 días REUTERS

N. RAMÍREZ DE CASTRO

El 4 de noviembre de 2011 seis hombres -tres rusos, dos europeos y uno de nacionalidad china- salieron sonrientes de un módulo que simulaba una nave espacial. Habían estado encerrados durante 520 días, el tiempo estimado de un viaje de ida y vuelta a Marte. Ellos fueron los primeros conejillos de indias, los encargados de demostrar que era posible enviar una misión tripulada a Marte sin que se resintiera su salud ni su fortaleza mental. Vivieron durante año y medio en un espacio de apenas 180 metros cuadrados, durante los que realizaron numerosas pruebas científicas y al salir contaron cómo superaron numerosos altibajos, problemas de convivencia, la ausencia de mujeres o burlaron el aburrimiento de los tiempos muertos.

Eso es lo que dijeron al terminar su encierro. Ahora un estudio científico recoge los problemas de salud que sufrieron aquellos seis voluntarios durante la misión y que no transcendieron, la mayoría trastornos relacionados con el sueño y cambios de humor y estrés. La investigación también muestra cómo influye la actividad física en la calidad del sueño. A los tres meses del encierro, la mayoría redujo la actividad física y siguió descendiendo hasta que terminó la misión. Solo uno de ellos mantuvo el mismo ritmo de ejercicio y fue el que mejor calidad de sueño y capacidad de alerta tuvo durante el aislamiento.

Esta información, cuyos detalles se publican en la revista «Proceedings», es importante porque el éxito de un hipotético viaje a Marte dependerá de la capacidad de los astronautas para vivir en condiciones de aislamiento. La simulación de los 520 días se desarrolló en un centro de la Academia de Ciencias rusa pero en el seguimiento del estado de los voluntarios también participó un equipo de investigación estadounidense de la Universidad de Pensilvania. Este grupo monitorizó la actividad, periodos de descanso, calidad del sueño, fatiga, cambios de humor y conflictos durante la misión. Durante diecisiete meses, los investigadores monitorizaron cada uno de los movimientos de los voluntarios con una pulsera que registraba su actividad y descanso. Y cada semana hacían una valoración para identificar cambios en su comportamiento.

Como en la Tierra

Los voluntarios tenían el día dividido en ocho horas de sueño, ocho de trabajo y ocho de ocio para que reprodujeran la actividad que tendrían en la tierra. Pero en la práctica, cuatro de los seis miembros de la misión tuvieron problemas con la calidad del sueño. Dormían de forma fragmentada, a veces durante el día, en lugar del periodo nocturno. Los investigadores relacionan estos problemas con la ausencia de luz natural que altera los ritmos circadianos y a la falta de ejercicio físico. Estos problemas son similares a los que sufren los miembros de las expediciones polares en invierno.

Los autores del estudio concluyen que el éxito de la misión dependerá de que las tripulaciones sean capaces de reproducir los ciclos de sueño-actividad, ejercicio y horarios de comida de la vida en la Tierra para mantenerse en forma en un próximo viaje a Marte. Esa dinámica será necesaria para mantener una buena salud durante el tiempo de aislamiento.

Como en las sociedades industrializadas

El estudio también tiene implicaciones para los que viven en la Tierra pero viven de espaldas a los ritmos naturales. El tipo de vida sedentaria de las sociedades industrializadas, que pasan gran parte de su tiempo con luz artificial, no llevan un régimen saludable de sueño y están abocacos a problemas de estrés y obesidad. «Como sociedad global debemos valorar cómo afecta el sueño a nuestra salud en general. Tanto si es un astronauta a punto de ser enviado a otro planeta como si es un recién nacido que está aprendiendo a caminar. El sueño es esencial para nuestro organismo, tanto como la comida o el agua», explica Mathias Basner, experto en Sueño y Cronobiología y uno de los autores del trabajo que publica «Proceedings».

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